Bien… vuelvo a encontrarme por estos dÃas con aquella concepción que relaciona al TLC y sus proponentes colombianos, empezando por el gobierno, y el fascismo.
Si no fuera por el drama que hay detrás de todo el asunto serÃa hasta risible.
Para empezar, por el respeto de las vÃctimas del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán, junto con las vÃctimas de los demás regÃmenes verdaderamente fascistas no podemos, no debemos darnos el lujo de ir llamando fascista o nazi a todo aquello que no nos gusta.
Hay muchas cosas malas que no son fascistas… tal vez, en últimas, el verdadero fascismo (italiano, no alemán) es preferible a muchos otros males… como el Gran Salto Adelante. Por lo tanto no necesitamos deshonrar a las vÃctimas del fascismo, llamando fascista a todo aquellos que nos desagrada de la voluntad de nuestros lÃderes.
El fascismo es una forma de nacionalismo. Musolini y sus colaboradores querÃan una Italia grande, que retomara la grandeza de la época de Roma y que no estuviera influenciada por el pérfido albión (léase: por fuera de la influencia anglosajona).
Para lograr esa Italia grande necesitaba de la colaboración de todos los estamentos de la sociedad, los gremios, las fasces. Quienes colaborarÃan en conjunto para la grandeza de la patria. Pensar que alguien vendiera la patria, o la cultura, o lo que fuera a la influencia extranjera, principalmente la influencia británica o estadounidense, era inaceptable. Era un crÃmen a la patria. Como crimen era igualmente ceder al impulso globalizador de la revolución internacional: de los bolcheviques.
Como vemos, en esa época el fascismo es lo que se oponÃa a la globalización, mientras el comunismo (y la versión anglosajona de la democracia) eran los entes globalizantes que querÃan acabar con la cultura italiana… o alemana, o japonesa, o española.
Desde luego, en su afán de ver enemigos de la patria entre aquellos que escuchaban Jazz o leÃan a Marx, el fascismo reprimió muchos movimientos o individuos que disentÃan de los postulados del régimen. El régimen daba todo lo que los trabajadores pedÃan, con tal de que no armaran un sindicato. Pero cualquier intento de sindicato era fuertemente sancionado.
¡Qué diferencia con Colombia y con Uribe!
Si bien no es fácil ser sindicalista, mal que bien no es el estado el que persigue a los sindicalistas. ¿y cuádo hace algo el estado para mejorar el bienestar de los trabajadores previniendo asà que los sindicatos sean necesarios?
¿Cuándo hace algo el estado para proteger la colombianidad por encima de las influencias anglosajonas o bolivarianas, o en general de las globalizaciones de izquierda o derecha (o de arriba, o de abajo, etc.)?
Fascista es más Chávez y muchas de nuestras izquierdas, que la misma derecha colombiana.
Reprimir la disención no es fascismo: eso lo han hecho todos los regÃmenes no liberales (y muchos liberales) desde que los estados existen.
Bueno, eso es todo por ahora.
Una respuesta a “Fascismo y lo que no nos gusta”
Buena tu aclaración historica pero, recuerda que ahora el fascismo ha vuelto a despertar de su tumba con la muerte de la URSS. Tambien te digo que el TLC nos traera la ruina definitiva de nuestra amada Colombia si no impedimos su realizacion y consumacion. Nuestra libertad esta en peligro.