Algunas ideas para mejorar el tránsito en Bogotá


Partamos de un principio: las personas utilizarán el medio de transporte que se les haga más cómodo bajo las limitaciones que tienen.

Para mí es más cómodo ir al trabajo en carro a pesar de los trancones, del costo de la gasolina, y de que tengo un bus casi puerta a puerta (en realidad como dos o tres rutas distintas). Para otras opciones de movilidad prefiero el taxi, el bus tradicional o Transmilenio, dependiendo de las circunstancias.

En mi ciudad ideal, yo preferiré dejar el carro en casa, no porque yo tenga una conciencia ecológica, o porque los costos del automóvil particular sean prohibitivos, sino porque consideraré más cómodo el transporte público colectivo o masivo que el carro particular.

Y ahí viene la forma de pensar la solución. La solución no consiste en más y mayores restricciones al carro particular. La solución consiste en generar más y mejores alternativas de movilidad.

Partamos así de algunos puntos específicos:

1. Un sistema de pago centralizado y unificado para todo el transporte público colectivo y masivo. Eliminar el uso del efectivo al subir a un bus o colectivo, o las colas en las taquillas de Transmilenio. Esto también elimina la guerra del centavo, los asaltos a las busetas para robarles el producido, etc.

1. bis. Con el sistema de pago centralizado, reorganizar completamente las rutas en esquemas de rutas locales y troncales, incluyendo a Transmilenio como una gran troncal. No tiene sentido que una buseta parta de un rincón de Suba, pase por Bulevar Niza, Unicentro, la 13, Chapinero, el Simón Bolívar y tras cuatro horas de camino termine en algún rincón de Kennedy. Con la tarifa centralizada, el precio al usuario no sería por el número de trasbordos sino por el desplazamiento final (o por algún otro esquema).

2. Mejorar y ampliar las vías destinadas al transporte colectivo, incluso a costa del transporte particular. Igualmente: mejorar la calidad de las vías, incluso aquellas destinadas al transporte particular. Todo esto sin detrimento de la ampliación general de la malla vial.

3. Dotar a la policía de tránsito de las herramientas técnicas y jurídicas que permitan sancionar a los infractores que atenten contra la movilidad. Revisar el códico de tránsito para aclarar las faltas que atentan contra la seguridad y las que atentan contra la movilidad (cualquier otra cosa es accesoria). Entre las faltas contra la movilidad se incluye parquear un camión de 2,5 m de ancho en una vía arteria estrecha (no es un oximoron en Bogotá) en horas pico. O parar una buseta a recoger pasajeros sobre la cebra. O esperar 15 minutos parqueado en el cupé familiar mientras la esposa hace una vuelta en el banco.

4. Eliminar el pico y placa u otras medidas artificiales destinadas a restringir la libertad de elegir.

El efecto inmediato de todas estas medidas será sin duda más trancones (un 60% más de carros en las horas pico), pero aligerados por el hecho de que hay menos obstáculos (camiones repartidores, huecos, etc.), pero por otro lado se habrá mejorado enormemente el transporte colectivo (racionalización de rutas, menos obstáculos, incluyendo particulares y taxis dejando y recogiendo pasajeros). Finalmente muchos automovilistas aprenderemos a que es mejor dejar el carro en casa y usar un servicio público eficiente, pero que igual, el día en que necesitemos del transporte particular (p.ej. una emergencia médica, o transportar una maqueta), no debemos estar condicionados a restricciones artificiales tales como el pico y placa.

Y todo sin construir un metro o Transmilenios por la 7a. El metro vendrá después como un necesario complemento.


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