Polarización


Apenas empecé a ver que algunos de mis amigos se unían al grupo Un millón de voces contra las FARC solo pensé que era un grupo más de los anti-FARC que por Facebook pupulan, y a los cuales me he negado sistemáticamente a pertenecer.

Al leer la introducción, no dejé de pensar que había algunas premisas falsas. No creo, por ejemplo, que las FARC hayan querido engañarnos con el episodio de Emanuel y entre más leo, releo, reveo y analizo los últimos acontecimientos, menos creo que las FARC hayan urdido un engaño.

No por ello, desde luego, se justifica lo que las FARC han hecho o su misma existencia 43 años después de los sucesos de Marquetalia.

Pero en la incertidumbre de esos primeros días de enero, salió una propuesta dentro de ese grupo: manifestarnos en contra de las FARC, y me pareció que valía la pena, me pareció que pese a algunas premisas que no compartía, los colombianos podríamos ponernos a favor de una causa: decirles a las FARC que ellas no son nuestro ejército del pueblo. Que las FARC y la comunidad internacional pudieran entender que nuestra voz como colombianos es una en rechazo a las FARC.

Iluso ¿no?

Nuestra voz como colombianos es una en rechazo a las FARC, pero el diablo está en los detalles.

Primero, yo quiero ver a las FARC desmovilizadas y si eso implicará algún grado de impunidad e incluso el reconocimiento político de sus líderes, no me importa. Sí, preferiría que pagaran cárcel por lo que han hecho, pero antes que nada pido que silencien sus fusiles. Pero muchos otros abogan por que símplemente maten a todos los guerrilleros y, ya que estamos en esas, que también maten a Piedad Córdoba y a los del Polo.

Segundo, yo pretendo analizar la realidad en su complexidad. Así como creo que lo de Emanuel no fue un engaño, tampoco creo que Oscar Morales, el creador del grupo, sea un agente de la CIA o del DAS cuyo único objetivo haya sido poner al país a hablar de la marcha del 4 de febrero en lugar de los últimos escándalos del presidente Uribe. No conozco a Oscar Morales. No sé quien sea ni para quien trabaja. Pero conozco a muchos de mis amigos quienes comparten su pensamiento y tal vez el mío, en parte, y en mis seis meses en Facebook creo saber cómo funciona esto. Esto es una red de personas, personas que tienen iniciativa individual y que no requieren que un gobierno o una subversión les dicten qué iniciativas tener.

La realidad, generalmente, está compuesta de respuestas sencillas y en reconocer en las personas que nos rodean y en aquellas que están lejanas las mismas complejidades que nosotros mismos tenemos. Alguna vez leía que no hay que buscar conspiraciones en lo que se puede explicar con la estupidez humana, y creo que quien dijo eso tiene mucha razón. Casi siempre es posible explicarnos un comportamiento extraño de otra persona cuando nos preguntamos si nosotros mismos, con la información disponible, no hubiéramos actuado igual. Así, lo que parece descabellado o que obedece a un plan maquiavélico, resulta fácil de explicar.

Sin embargo nuestra tendencia es a simplificar la visión del mundo y volver complejas las explicaciones. La teoría de fractales y el principio de la navaja de Occam suelen decirnos que es al revés, la realidad es muy compleja pero sus explicaciones son, generalmente, simples.

Al simplificar nuestra visión del mundo, entonces vemos a la izquierda política (lo que quiera que eso signifique) como algo intrínsecamente bueno (justicia social) o intrínsecamente malo (terrorismo), y desde esa visión extrema sólo nos cabe pensar que el otro, o no el otro sino la contraparte, el adversario, hace parte de una compleja trama en contra mía, en contra nuestra.

Y vemos entonces cómo los extremos se tocan. Sus actitudes son similares, pues ambos parten de simplificar la visión del mundo a través de complejas explicaciones conspiracionistas.

Cuando los furibistas más furibundos hablan de la guerrilla, se inventan epitetos, los cargan de adjetivos, distorsionan el nombre; pero no paran ahí, siguen hablando de la p…erra de la Piedad Córdoba o del macaco de Hugo Chávez, pero no rebajan un solo adjetivo desobligante, y claramente ese adjetivo no está ahí puesto como una forma burda de jocosidad, sino seriamente puesto para insultar.

Pero luego paso a ANNCOL, el principal medio de propaganda de las FARC, y veo exactamente lo mismo pero para el otro lado. Parece imposible para ellos hablar del “presidente Álvaro Uribe Vélez” sino que tienen que hablar del “narcopresidente Uribe Balas” o cosas así. Palabras deliberadamente puestas para insultar. Para lograr una ovación de la tribuna que piensa de forma similar.

Pero ese insulto termina opacando el mensaje. Un artículo en el cual se pueden exponer los hechos y dejar que estos hablen por sí solos se convierte ahora en un panfleto propagandístico, que emociona a la tribuna pero genera rechazo en quien no comparte del todo la visión.

Y finalmente el espacio del medio se reduce. Quienes queremos ver el mundo en su complejidad, y buscar la belleza de la sencillez de las explicaciones, terminamos en la necesidad de estar dando explicaciones y defendiéndonos de los ataques de lado y lado. Si quiero reconocer que en todo lo nefasto que han sido las FARC para Colombia, creo que en el episodio de Emanuel no hubo un engaño deliberado, entonces el furibismo me atacará por no darme cuenta del obvio engaño, porque las FARC siempre engañan y son mentirosas y …, y tendré que defenderme de quienes piensan como ANNCOL por haber utilizado la palabra “nefasto” para referirme a las FARC.

Bueno, si fuiste capaz de leer esto te invito a que intentes ver que el otro no está conspirando en tu contra, sino que sólo comparte una visión diferente.

¡Saludos!


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