gunning, germing, and steeling


Casi una semana de lectura (entre otras ocupaciones), para terminar de leer mi último libro: devorarme las quinientas y pico de páginas de «Armas, gérmenes y acero» de Jared Diamond.

Pienso que debería leer más. Mi repertorio de libros leídos, sin incluir los que he tenido que estudiar (o aún ellos), es relativamente bajo. En gran parte lo que leo y ese conocimiento general con la que descresto a amigos e incautos (los que me aguantan) es por todo lo que fragmentariamente he leído por Internet o visto por televisión.

Reviso entonces los tres últimos libros que he comprado y leído. Además de «Armas, gérmenes y acero» están «Ursúa» de William Ospina y «Cuentos chinos» de Andrés Oppenheimer. ¿Hay un patrón no intencional que vincule a todos ellos?

«Ursúa» es un tratado sobre la conquista de Sudamérica septentrional bajo la excusa de una biografía novelada de Pedro de Ursúa. Cómo la cultura y la ambición de los españoles choca ante la cultura indígena de las Américas para desgracia de esta última. Choque que se intenta revisar desde otra óptica, más científica, por Diamond en su obra ganadora del premio Pulitzer.

¿Era inevitable esta suerte?

Lo poco que sé de mi historia personal es que nací en una sociedad que habla español, una lengua indoeuropea (con raíces, tal vez, en la moderna Ucrania) desarrollada en Iberia central tras siglos de dominación romana (latín), visogoda (germanos que ya no hablaban germano) y árabe. Que mi abuelo hablaba inglés, siendo él descendiente de negros africanos que adquirieron el inglés trabajando como esclavos para los ingleses en las Antillas. Bautizado yo dentro del catolicismo: religión que se remonta al creciente fértil cuando este ya estaba poblado de afroasiáticos originarios, tal vez, de Etiopía. Mi abuela, de fenotipo bastante indígena, chibcha presumo, se apellida García, en toda su vida sólo ha hablado español y practicado la fe católica.

Por los lados de mi madre y sólo juzgando fenotípicamente, habrá algún grado de mestizaje pero predomina la ascendencia europea (visigoda? romana? mora? fenicia? íbera?) que son más evidentes en los ojos verdes que tenía mi abuela. Siglos y milenios de mestizaje que convergen en mí, quien ama el pan y la pasta (trigo del creciente fertil), el arroz (otro pasto, esta vez de china meridional), las arepas y tortillas (maíz mesoamericano), la papa (tubérculo centroandino), la carne (de los descendientes de los uros domesticados por aparte en India y en el creciente fértil), etc.

Y todos mis compatriotas, comparten historias similares. Personas que hemos convergido en la esquina noroccidental de América del Sur, con distintas historias genealógicas, y compartiendo un futuro para nosotros y nuestros hijos.

Es ahí donde converge el tercer libro. Oppenheimer compara varias culturas actuales para descubrir porqué están generando o no crecimiento. Hay muchos elementos entre lo que este argentino nacionalizado estadounidense nos cuenta que complementa la línea argumental de Diamond. Diamond nos habla de la influencia ecológica y geográfica como motor de la historia, por encima de consideraciones raciales. En «Cuentos chinos» Oppenheimer nos propone dejar de lado el color político y analizar, más bien, las decisiones de los pueblos y sus gobernantes. Muchos elementos del determinismo geográfico (Diamond odiaría esta alocución), podrían considerarse borrados hoy cuando las telecomunicaciones y los medios de transporte nos liberan de las barreras geográficas que hicieron inevitable que Pedro de Ursúa y sus contemporáneos españoles se hiciesen a estas tierras, pero aún hoy América Latina tiene una desventaja frente a otros continentes con miras al futuro.

Nuestra desventaja está en nuestra mentalidad. Una mentalidad que nos lleva a que nos estemos peleando entre si debemos extender TransMilenio, crear un tren de cercanías o construir un metro, discusión en donde no he escuchado aún si finalmente ampliaremos la trocha de nuestros ferrocarriles. Donde la discusión una reforma política se hunde por una silla vacía y si esta conviene o no al cálculo político del gobierno. Donde a los que no somos uribistas nos tachan de chavistas… o donde a los que no son chavistas los tratan de oligarcas vendidos a los intereses del Imperio. .

Donde está el futuro nuestro como colombianos o como latinoamericanos. Ya muchos de mis amigos de Facebook votaron con los pies. Los que aquí permanecemos… ¿nos tocará como pueblo la suerte de Pedro de Ursúa quien se hizo grande frente a quienes le precedieron en este rincón del mundo, para morir finalmente en medio de la selva y de las intrigas políticas? ¿Hicieron mal nuestros antepasados, indios o españoles, ante el futuro nuestro y de nuestro pueblo, en asentarse en este país geográfica y económicamente quebrado?

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