Análisis asimétrico


«La guerra es la continuación de la política por otros medios», decía Carl von Clausewitz. Carl Schmitt respondía que «la política es la continuación de la guerra por otros medios». Nuestro gran filósofo político José Obdulio Gaviria simplemente nos propone que aquí no hay guerra.

Cuando se habla de guerras se propone el concepto de guerra asimétrica, esto es un conflicto bélico entre una parte que posee un ejército regular y otra que dice que no puede financiar tal, y por ende ajusta sus prácticas a obtener mayores beneficios con pocos gastos: emboscadas, sabotaje, apoyo (y mimetismo) en la población civil, etc.  En otras palabras guerra de guerrillas y terrorismo.  Desde luego que hablar de guerra asimétrica implica reconocer cierta legitimidad al combatiente menor.  Quien resta tal legitimidad preferirá hablar de amenaza terrorista.

Así que no sólo existen guerras asimétricas, sino también un uso asimétrico del lenguaje en el análisis de un conflicto. La parte mayor se verá tentada a no hablar de guerra sino de terrorismo y llamar así terroristas al contendiente menor.  Esto pasa en el conflicto palestino-israelí y pasa en el conflicto interno colombiano.  Así el contendiente menor deja de ser un contendiente y se convierte en un simple criminal, con toda la carga propagandística que esto conlleva.  El contendiente menor insistirá en que es una guerra legítima, buscando las contradicciones en el discurso del contendiente mayor.

Un ejemplo claro de esta asimetría en el lenguaje parte del problema del intercambio humanitario, que parecía enterrado tras la Operación Jaque, pero cobra actualidad tras la reciente liberación unilateral de Jara, López y los cuatro uniformados.

Primero, recordemos que el término intercambio humanitario no lo propusieron ni las FARC ni el gobierno, sino el ex presidente Alfonso López Michelsen.  El término propuesto por las FARC ha sido canje de prisioneros, y el del gobierno soltar terroristas por rehenes: asimetrías del lenguaje.

Las FARC se autoconsideran un estado en gestación (palabras de Simón Trinidad durante los diálogos del Caguán) y como tales se autoconsideran con derecho a tener combatientes, prisioneros, e impuestos.  Un ejemplo de los impuestos es su ley 002, por medio de la cual pretenden justificar la extorsión (colaboración a la causa la llaman ellos) a personas naturales y jurídicas pudientes bajo la amenaza de que si estas no cumplen sus obligaciones, serán retenidas hasta que sus allegados paguen.

En principio ante un estado legítimo, si no pagamos nuestros impuestos podríamos ser encarcelados por incumplir nuestras obligaciones, así no estemos de acuerdo con la destinación que nuestros gobernantes dan a nuestros tributos.  Declararme libertario no es objeción de conciencia legal para eludir el pago de impuestos.  Esto hace que, desde el punto de vista de ellos, de las FARC, su ley 002 sea legítima y consideren legítimo el secuestro extorsivo.

Así mismo, como parte combatiente (beligerante) que ellos se consideran, se arrogan el derecho de tener prisioneros de guerra, entre los combatientes (soldados y policías) e ideólogos (políticos) del otro bando.  Y se consideran con el derecho de pedir un canje con prisioneros que el otro bando retiene.

Claramente (y lo hemos visto), cuando un soldado o un policía es liberado por las FARC, regresa como miembro pleno de las fuerzas armadas constitucionales.  Cuando un político es liberado, regresa a hacer política.  De conservar la simetría de diálogo que pretenden las FARC, los guerrilleros liberados seguirán siendo parte de las FARC, con plenas funciones de combatiéndes o ideólogos.  De eso se trata un canje.

Nuestro gobierno hace una lectura distinta de la situación.

Primero, para el gobierno las FARC no son una fuerza beligerante legítima, sino un grupo de delincuentes y terroristas, quienes perdieron cualquier pretención de representar una causa cuando empezaron a recurrir a hechos terroristas.  De ahí que proclamas como la tal ley 002 no es más que una burda justificación del delito de secuestro extorsivo, uno de los delitos más duramente perseguidos y castigados en Colombia.

Igualmente, y como las FARC son un grupo terrorista, todos sus miembros son por ende terroristas y hampones (no importa si han participado o no de presuntos actos terroristas, su sola vinculación a las FARC los hace terroristas y hampones), y no se puede justificar que estos terroristas y hampones condenados (o en espera de condena) salgan libres a cambio de ciudadanos de bien y legítimos representantes del estado.

Ente Versión FARC Versión Gobierno
Gobierno constitucional gobierno ilegítimo legítima representación del pueblo
FARC estado en gestación y ejército del pueblo grupo terrorista
Conflicto guerra civil (asimétrica) amenaza terrorista
Civiles privados de la libertad por las FARC retención por el no pago de contribuciones a la causa secuestro extorsivo
Políticos canjeables privados de la libertad prisioneros políticos secuestro de civiles
Uniformados privados de la libertad prisioneros de guerra secuestro de policías y soldados
Guerrilleros privados de la libertad por el estado prisioneros de guerra y prisioneros políticos terroristas y hampones
Intercambio de personas privadas de la libertad canje de prisioneros soltar terroristas y hampones a cambio de rehenes

Las asimetrías del análisis van más allá del problema de los secuestrados y criminales convictos, y tocan también los alcances de una posible solución negociada.  Mientras las FARC insistirán en negociar de tú a tú con el gobierno para llegar a un nuevo acuerdo constitucional; para el gobierno la única opción es el sometimiento de las FARC a las leyes actuales.

Pero para las personas que hoy en día están sufriendo prisioneros en el monte, esta asimetría del análisis se vuelve en una sinsalida.  El gobierno ha insistido en que sólo soltará guerrilleros que renuncien a ser guerrilleros, lo cual es inaceptable para las FARC, y las FARC insisten en que sólo accederan al canje bajo la premisa de que todos los combatientes de las FARC queden libres, lo cual no sólo es inaceptable para el gobierno, sino imposible cuando guerrilleros clave como Simón Trinidad y Sonia están prisioneros bajo la jurisdicción del departamento de justicia de los Estados Unidos.

Hay mucho más de fondo en este análisis asimétrico, porque el lenguaje del gobierno es lo suficientemente vago como para insinuar que todo el que disienta de sus propias tesis es un criptoguerrillero o, como lo diría este pasado fin de semana: miembro del frente intelectual de las FARC.

Sólo por claridad del discurso, he aquí mi propio lenguaje: el gobierno constitucional encabezado por Álvaro Uribe Vélez es legítimo (si bien viciado).  Las FARC son un grupo guerrillero que ha recurrido al terrorismo pero que tiene pretenciones legítimas que no justifican que sigan alzadas en armas.  Los secuestrados por las FARC son secuestrados y la ley 002 es una ley ilegal que no emana de ningún estado.  Los políticos, militares y policías secuestrados son rehenes y son secuestrados.  Y los secuestrados (extorsivos, políticos o uniformados) seguirán siendo secuestrados mientras las FARC no garanticen principios mínimos de los que gozan los prisioneros del estado, como son visitas de familiares, asesoría legal, verificación por la defensoría del pueblo y las ONG, debido proceso, etc.  Los guerrilleros en prisión son prisioneros políticos si su único cargo es rebelión, o reos convictos si lo son de otros delitos no conexos a la rebelión.  Los actos de guerra dirigidos contra población civil son actos terroristas y no son conexos a la rebelión.  El intercambio entre los rehenes que tienen las FARC y los guerrilleros convictos por el estado no deslegitima los principios de la seguridad que compromenten al estado y puede ser una opción práctica para garantizar que algunos colombianos recuperen su libertad.  Desde luego, sería mucho mejor si las FARC renunciaran al secuestro como método de lucha, soltando a todos los secuestrados actuales sin contraprestación.

2 respuestas a “Análisis asimétrico”

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