Rage… o 25 cosas sobre mí


Aunque no faltará quien se sienta desilusionado porque volví a escribir, creo que este ensayo es un proceso importante de autosanación mental.  Podría en estos momentos contenerme y concentrarme en mis deberes, pero eso sólo aplazaría más la solución de lo que me impide funcionar en esta sociedad del trabajaar, trabajaar y trabajaar.

  1. Soy una esponja de conocimientos relativamente inútiles.  La historia, la política, la vexilología, la astrofísica, la epistemología, el cine, etc. muchas cosas que realmente sirven poco para lo que he escogido como carrera.  Igual, lejos estoy de ser una eminencia en cualquiera de estos o muchos otros campos.
  2. Me encuentro en un debate entre mi deber ser y mi querer ser; principalmente porque siento que el deber ser que me han querido inculcar no es más que la presión social de anular la identidad individual.  ¿Por qué debo aplazar el querer ser para cuando ya sea viejo y no pueda disfrutarlo?  Por otro lado también es complicado el querer ser cuando no sé aun que es lo que en últimas quiero.
  3. Soy una persona sin grandes pasiones.  Muchas veces envidio a quienes tienen un ídolo o un amor platónico; un hobbie; un llamado religioso; algo externo que les de sentido a la vida.  De las muchas cosas que me gustan, pocas me apasionan y ninguna es mi gran pasión.
  4. Así como son pocas las cosas que me apasionan, también son pocas las cosas que aborrezco; e igualmente tampoco tengo un odio favorito.
  5. En muchos aspectos soy demasiado racional.  De ahí que sea agnóstico teológica, filosófica y políticamente.  Supongo que de ahí deriva también mi falta de pasiones.
  6. Ser racional con respecto a las pasiones humanas no significa en nada que yo actúe racionalmente.  Casi todas mis decisiones las tomo con información insuficiente y no siempre mi actuar sigue mis decisiones.  Y dos fallas casi nunca son un acierto.
  7. He leído mucho menos de lo que me gustaría haber leído.
  8. Me gusta leer, ver televisión, ver cine, navegar por internet.  Y me gusta recrear en mi mente y ocasionalmente en papel o en la pantalla de mi computador, lo que leo, veo y aprendo, y lo que invento de todo ello.
  9. Me gusta comer bien y me gusta comer mucho.  Son dos placeres diferentes y no tengo preferencia del uno sobre el otro.
  10. Otro placer que disfruto es descargar la adrenalina frente al volante de un automóvil.  Son unos pocos minutos en los que sentir mi vida en el límite me permite mantener mi mente enfocada.  Es, desde luego, un placer peligroso porque dependo no sólo de mis limitadas capacidades sino de otros conductores, problemas mecánicos, el estado de las vías y los animales que se atraviesen.
  11. La última vez que estuve en un parque de diversiones no sentí mayores descargas de adrenalina, ni mayor vértigo.  Creo que llegué a racionalizar tanto el estado de los juegos mecánicos que no me causaron mayor sorpresa.
  12. Puedo llegar a ser un poco terco en defender algunas de las cosas que me parecen justas o correctas.  Incluso creo sentir un cierto placer si percibo que a quien yo considero injusto se desespera ante mi actitud.  El problema es que muchas veces no mido las consecuencias que esta actitud mía puede traer en un país tan violento como en el que vivo.
  13. Sólo recuerdo unas tres veces en el colegio y ninguna en mi vida adulta en la que haya peleado con rabia.  Prácticamente nunca exteriorizo mi rabia en forma de violencia física ni hacia las personas ni hacia las cosas.
  14. Tampoco me gusta lastimar verbalmente.  Tal vez porque tampoco sea bueno en ello.  Esto no significa que no sea capaz de herir a las personas, sólo que casi siempre es inconscientemente y a través de mecanismos como la indiferencia.
  15. Igualmente tampoco he ejercido actos de violencia intencionada contra mi mismo.  La velocidad y otras conductas potencialmente autodestructivas no tienen como objeto causarme daño sino lograr el placer último de salir airoso de ellas.
  16. Me he hecho mucho daño.  No sólo soy indiferente con las personas que me rodean sino también conmigo mismo, y esa indiferencia hace que varias enfermedades me estén invadiendo y que en ocasiones no observe una conducta segura al conducir o tratar con las demás personas.
  17. Así como muchas veces soy inquieto intelectualmente y mi atención salta aleatoriamente de una actividad a otra, también puedo, en ocasiones, enfocarme por horas o incluso días en pequeños o casi insignificantes detalles.  El problema es que casi nunca esa atención se centra en ese deber ser del que hablaba antes.
  18. Me gusta caminar.  Y me gusta también el ejercicio físico las pocas veces que lo hago, aunque mi vida sea más bien sedentaria.  Pero el placer de caminar va más allá de la actividad física en sí.
  19. No fumo (salvo pasivamente y bajo protesta), bebo muy poco porque simplemente no me gusta en trago.  Nunca he metido drogas ilegales.  Me gusta el café y ocasionalmente me hace falta.  En cuanto a las drogas ilegales la verdad es que nunca me las ofrecieron aunque es muy probable que las hubiera rechazado llegada la ocasión, así como la presión social nunca logró hacerme tomar cuando no quise.
  20. Soy pésimo tomando drogas recetadas. Ese estereotipo que que los latinos creemos que el médico no sirve si no receta algo no me aplica.  No sé como hice para tener cierto juicio con el tiamazol durante más de un año pero el juicio se acabó una vez comencé a recuperar mi sobrepeso.
  21. Tengo problemas para comunicarme bien con otras personas.  Soy casi incapaz de expresar sentimientos; mido tanto las palabras que quiero decir que al final no digo nada o termino diciendo lo primero que se me viene a la mente… casi siempre lo más imprudente para decir.  Tal vez por ello me siento mucho más cómodo escribiendo y particularmente escribiendo de cosas que poco tienen que ver con lo que siento o pienso.
  22. Algunos de mis diagnósticos (propios o de otros) me han situado como depresivo, aspérgico o hiperactivo.  El problema de confirmarse un diagnóstico es que me sienta cómodo con un «yo soy así» en lugar de buscar mejorar, particularmente porque me gusta mucho vivir en la zona de comfort.  Un diagnóstico más interesante es que sufro de rabia contenida lo cual me lleva a sabotear mi vida.
  23. Cuando se puso de moda hablar de la inteligencia emocional empecé a temer que tengo la inteligencia equivocada.  Cuando escucho de muchos otros niños genios con problemas de adaptación al mundo real me convenzo cada vez más de que tengo esa inteligencia equivocada, aunque creo que, la verdad, hasta ahora he salido relativamente bien librado.
  24. Siempre he visto a la plata como un medio, nunca como un fin, y dado que siempre he vivido en una zona de comfort, se me hace sumamente difícil pensar en cómo monetizar lo que sé o lo que soy.  Me siento más a gusto dedicando mi tiempo a cosas que sé que no van a dar plata.
  25. Siento que la política me coquetea cada vez más y no sólo para analizarla y comentar sobre ella sino para hacerla.  Lo que no sé es quien, tras leer estos 24 puntos anteriores, confíe lo suficiente como para votar por mí.

84 respuestas a “Rage… o 25 cosas sobre mí”

  1. Yo voto por vos a ojo cerrado Carlitos, puede que este tan enferma o mas que tu, pero igual sigo creyendo que nuestro terruno tiene una gran necesidad de un cerebro, corazon y alma como los tuyos.

  2. […] Me gusta el riesgo y uno de los puntos donde mejor se expresa en en mi velocidad para conducir.  La velocidad me ha traído algunos accidentes.  En 1991 corría en mi bicicleta desde Sigtuna hasta mi casa en Södermalm y en una bajada la velocidad me ganó en una curva.  Preferí salir del camino antes de arriesgar estrellarme con un poste y solo recuerdo caer de frente dando un bote y con la bicicleta pasando por encima.  Salí ileso y la bicicleta sólo sufrió en su rueda delantera. […]

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