Hora de tomar decisiones


Este domingo 30 de mayo de 2010 son las elecciones presidenciales en Colombia. Todos los colombianos tenemos una parte de la decisión sobre quién nos guiará y nos presidirá durante los próximos cuatro años.  La decisión final tal vez no se tome este domingo si ninguno de los candidatos logra el 50% de los votos válidos tendremos otra oportunidad de decidir el 20 de junio entre los dos más plurales del 30 de mayo.

Un voto no hace mucha diferencia.  Un voto más un voto más otro voto y así pueden sumar diferencias significativas.  Por ello lo importante es que tomes la decisión de por quién votar (o de no votar) con la mejor sinceridad.  Tus razones no tienen que ser del todo las correctas, pero sí es importante que te sientas conforme, que te sientas bien contigo mismo, por la decisión que tomes.

No tienes el poder de decidir.

Si no eres colombiano, aun eres menor de edad, estás en las fuerzas armadas del estado, perdiste tu cédula o no alcanzaste a inscribir en la ciudad en dónde vives, igual puedes invitar a los demás colombianos a participar (o a que decidan no participar).  Si la ley no te prohíbe expresar tu opinión (p. ej. no estás en las fuerzas armadas), divúlgala.

Decides no decidir.

No decidir, pudiendo hacerlo, es una opción válida.  Sólo te pido que estés seguro de hacerlo por un motivo correcto (para ti, no necesariamente correcto para mí).

Por ejemplo, si tu religión te prohíbe votar y para ti es más importante seguir los preceptos de la misma de lo que pueda ser cumplir un deber ciudadano no obligatorio, pues nada que hacer.  Tu conciencia estará más a salvo con la abstención que con un voto.

Puedes no creer en el concepto del voto.  Creer que tu voto no hace la diferencia (y la verdad tu voto no la hace, casi nunca, la probabilidad de que un candidato gane o pierda por un voto es muy baja).  Considerar que el desgaste de ir a una chichonera a que te requisen por un celular y hacer filas y filas no sea un plan de domingo.  Yo respeto todas estas excusas aunque quisiera convencerte de que tu voto sí hace la diferencia.

Una de las excusas que más escucho en los abstencionistas y votoblanquistas es que ningún candidato vale la pena.  Si esta es tu excusa sí te pido que tengas en cuenta lo siguiente.

Primero:  ¿ya agotaste una a una las opciones? ¿o partes de un prejuicio como “todos los políticos son iguales”, “todos se la pasan diciendo mentiras”?  Yo no creo que todos sean iguales.  Una de las cosas de la que gozamos los colombianos este 30 de mayo es de una gran diversidad de personalidades y propuestas.  Si te da pereza revisar las propuestas entonces búscate una excusa más creíble como “tengo mejores planes con mi cama este domingo”.

Segundo: Agotado el análisis de las opciones sientes que te gustan algunas cosas de algunos pero todos tienen una falla.  Sólo te digo: no se trata de elegir a un candidato perfecto.  Se trata de que quiéraslo o no, se va a elegir a un presidente y tú tienes la opción de expresar en las urnas cuál se acerca más a tu concepto de sociedad.  No lo pienses como que te toca elegir el menos malo, piensa cual crees que es la opción preferible.

Tercero: estás seguro que no hay opción preferible.  Que todas las opciones tienen un vicio insondable (p. ej. no hay un solo anarco-capitalista, o ninguno que prometa retomar diálogos con la subversión).  En ese caso te recomiendo el voto en blanco sobre la abstención.

Habiendo decidido que no vas a elegir tienes básicamente tres opciones: abstenerte, votar en blanco, o anular explícitamente tu voto.

  1. La abstención. Abstenerte significa que no participas, que no tomas parte del proceso de selección, que te marginas.  Lo puedes hacer por convicción, por pereza, por desidia, o por fuerza mayor.  La abstención no tiene efectos electorales: finalmente se decide entre los que sí votan, pero tiene efectos para tí: no recibirás los beneficios que la ley otorga a los votantes, tales como medio día de trabajo pago si eres empleado, descuentos en el pasado judicial, etc.
  2. El voto en blanco. El voto en blanco puede tener uno de dos efectos electorales: puede ser una carta blanca (delegas el poder de decisión en quienes no voten en blanco) o puede ser un voto de castigo (una expresión de que efectivamente no te gusta ninguno de los candidatos).  De acuerdo a la legislación colombiana actual, el significado es el segundo.
    Sólo en caso de que el voto en blanco supere al voto individual de cada uno de los candidatos el significado electoral tendrá un efecto electoral: se invalidan las elecciones y se debe convocar a nuevas elecciones con nuevos candidatos.  De lo contrario su efecto es más bien simbólico y entre más candidatos pierdan frente al voto en blanco el mensaje es que esos candidatos no debieron haber competido.
  3. La anulación explícita. Hay dos tipos de votos nulos que se cuentan por separado: los tarjetones no marcados y los tarjetones con más de una marca o con marcas poco claras.  En teoría se anularía tu voto cuando no es posible determinar qué fue lo que quisiste elegir.  Desde luego tú puedes intencionalmente anular tu voto, depositándolo sin marcar o marcando en más de una casilla (p. ej. puedes jugar a tachar todos los candidatos que no te gustan)
    Para efectos electorales, un voto nulo es casi igual a una abstención.  No tiene el efecto deslegitimizador de la abstención, pero no cuenta para ningún efecto electoral.  Para tí significaría que puedes gozar de los beneficios de haber votado sin realmente haber votado.

El voto útil o el voto estratégico

El concepto de voto útil reza lo siguiente: te gusta un candidato X, pero las encuestas te dicen que X no tiene mayores opciones y que los candidatos con alguna opción son Y y Z.  Entonces vota ahora por el más acorde entre Y y Z con la esperanza de que no sea necesaria una segunda vuelta entre Y y Z o de que pierda el que menos te gusta de esos dos.

El voto estratégico tiene más matices.  El voto útil es un tipo de voto estratégico, pero el estratégico puede buscar efectos más sutiles.  Podrías, por ejemplo, votar por un candidato W (diferente al X que te gusta o a los candidatos Y y Z que se ven más opcionados) con el objeto, por ejemplo, de prevenir que Y (que te gusta menos que Z) llegue siquiera a segunda vuelta.

Por ejemplo.  Si te gusta Pardo, pero las encuestas señalan a Mockus y a Santos como los más opcionados.  El voto útil te indicaría votar por Mockus (si eres liberal antiuribista) o por Santos (si prefieres a un liberal de cuna).

El voto estratégico podría suponer que si crees en la última encuesta que muestra a Mockus 32%, Santos 24%, Vargas Lleras 18%, Petro 6%, Noemí 6%, Pardo 4%; entonces votaras por Vargas Lleras para atajar a Santos.  (Personalmente no sé de donde sale tal encuesta o qué tan creíble es.)

Personalmente desaconsejo el voto útil o el voto estratégico y menos en una situación actual donde no hay campañas fuertes promoviendo uno u el otro, las encuestas no son concluyentes y finalmente hay segunda vuelta.  Si tu voto estratégico no tiene el efecto estratégico deseado lo único que hiciste fue botar tu voto y castigar a tu candidato favorito.  ¿En serio quieres castigar a tu candidato favorito por insistir?

El antivoto.

El antivoto generalmente consiste en votar a un candidato poco opcionado no porque te guste, sino porque no representa lo que no te gusta de los candidatos favoritos de las encuestas.

Hay dos tipos de antivoto: votar por la tercera opción, o votar por un colero aleatorio.

Ejemplos de tercera opción fueron William Vinazco en las pasadas elecciones a alcalde de Bogotá, o Carlos Gaviria en las elecciones presidenciales de 2006.  El efecto del antivoto en 2006 fue tal que la tercera opción se convirtió en la segunda votación.  El grueso de la votación de Carlos Gaviria no fueron de personas con sentir de izquierda o que gustaran de las propuestas de Gaviria, sino de personas que quisieron mediar entre un Presidente que ya se sabía lo iban a reelegir, y un candidato que se percibía de la maquinaria y la vieja política.

El problema del antivoto (sobre todo por la tercera opción) es que se crezca y a la hora de la verdad no sea lo que buscas.  Pero puede ser una opción más directa que el voto en blanco para expresar tu inconformismo con los punteros.

No me gusta el antivoto, pero si lo quieres usar, trata de pensar qué pasaría si tu antivoto se convierte en una opción real de poder.

Voto positivo.

Si tienes un candidato, porque te gusta su programa, porque te identificas con los ideales de su partido, porque tienes confianza en su equipo, porque te inspira confianza él o ella, o porque sencillamente sientes que te identifica, vota por este candidato.  Ese es un voto positivo.

No votar por tu candidato por estrategia sólo funciona si haces parte de una estrategia grande y orquestada donde muchos como tú se hayan puesto de acuerdo.  Como no he sentido nada así en esta campaña política, el voto estratégico equivale a votar el voto.

Igualmente ninguna tendencia muestra que algún candidato esté próximo a ganar en primera vuelta, así que recomiendo votar en positivo por el candidato que más te convenza con la esperanza de que éste llegue a segunda vuelta y si no alcanza, ahí sí el 20 de junio vota por lo que prefieras entre las opciones de entonces: uno de los dos favorecidos, en blanco, o abstenerte.


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