¿Cuál es tu verdad?


Se acaba ya el período presidencial de Álvaro Uribe Vélez.  Para mí, no fue ni el mejor ni el peor presidente que haya tenido Colombia ni a lo largo de su historia ni en la que yo he vivido.  Sí fue un presidente singular (lejos decir que fue un presidente como cualquier otro).  Hizo algunas cosas que tenía que hacer (aunque no creo que haya sido la única persona capaz de haberlas hecho) e hizo un par de cosas que, en mi opinión, no debió haber hecho.

Llega Juan Manuel Santos.  Una persona que viene preparándose para ser presidente desde mucho antes que Uribe.  Lejos de haber sido mi candidato favorito, hay cosas en lo que ha hecho hasta ahora que me hacen pensar que no será tan malo: que incluso corregirá varios de los desaciertos de Uribe.  Recibo a Santos con el beneficio de la duda.   Igual, no creo que vaya a ser tampoco el peor presidente de la historia de Colombia.

Me entero que quieren construir una mezquita en Nueva York muy cerca a Ground Zero.  No sería más que un acto controvertido si simplemente fuera un grupo de estadounidenses musulmanes, pero tal parece que quienes están detrás son fundamentalistas musulmanes de los que apoyan supuestas causas ilamistas afines a Al Qaeda y no símplemente estadounidenses que profesan una religión no mayoritaria.  Más que un acto controvertido parece ser un acto deliberadamenta provocador.

Islam significa “sumisión” y es el plan de los musulmanes más radicales profetizar su verdad para que el mundo se someta a la voluntad de Dios de acuerdo al Corán.  Esa es su verdad y es difícil convencerlos de que conceptos como la tolerancia religiosa son más correctos.  Pero el fundamentalismo no se da sólo en el islam.  El fundamentalismo también está en los grupos cristianos que en EE.UU. quieren imponer la enseñanza del diseño inteligente en las escuelas públicas.

¿Si alguien cree tener la verdad, cómo lo convencemos de que hay otras versiones?  Por varios siglos la cristiana Iglesia Católica quemaba a los herejes y convertía (a la brava) a los infieles.  Muchos católicos murieron o fueron desterrados de los países donde triunfaron los protestantes.  Si bien la iglesia católica ha abrazado el ecumenismo y el diálogo con otras religiones aún se autodefine como la poseedora de la verdad, y lo propio hacen los demás cristianismos.  Los fundamentalistas cristianos, católicos o no, al igual que los fundamentalistas islámicos, insisten en imponer su verdad o, por lo menos, tratar con condensendencia a los pobres infieles.

Tal vez el hecho de que, hasta hace poco, Colombia fuese un país mayoritariamente católico, no nos ha hecho dividirnos o pelearnos por la religión.  No niego casos de intolerancia religiosa que los ha habido (los raelianos pueden dar fe de persecusiones sistemáticas), pero las diferencias entre religiones han estado lejos del conflicto general que nos aquejan.

Pero el conflicto tiene bases afines al sentir religioso.  Se trata de la concepción de la verdad.  En los años 1930, 1940 y 1950, los curas desde sus púlpitos arengaban a favor de matar liberales.  Más tarde, otros curas, abrazando la Teología de la Liberación, justificaban el alzamiento en armas para liberar al pueblo de la opresión del estado burgués.  Pero no quiero hablar de la religión de los curas: quiero hablar de La Verdad.

Los marxistas-leninistas toman como un dogma casi religioso la lucha de clases y el concepto de que el estado burgués es tan intrínsicamente malo que todo lo que hagan para destruirlo e implementar el comunismo es bueno.  La negociación entre el estado y la guerrilla sólo tiene sentido si al final el estado es reemplazado por un estado comunista.  Todo lo que haga el buen comunista para menoscabar al estado burgués vale.  Todo lo que haga cualquier otra persona para buscar un acomodo que permita mejorar las condiciones sociales de la población mientras se mantienen las estructuras del estado es, para aquellos poseedores de la verdad, una falacia y una forma de prolongar al intrínsicamente malo estado burgués.  ¿No es esto una verdad religiosa?

También es una verdad religiosa partir del Libro Rojo para asumir que todas las opciones de izquierda son intrínsicamente malas porque atentan contra el Estado.  Creer que el socialdemócrata que aboga por una solución negociada con la guerrilla, es un solapado que quiere imponer el comunismo o, en el más amable de los casos, un idiota útil de los terroristas.

El conflicto (o el no conflicto, pero que lo hay lo hay) colombiano actual, tras estos ocho años de Uribe es un conflicto con visos religiosos.  Se trata de imponer la verdad o, en su defecto, tratar con condesendencia a quienes no la comparten.  Se trata de clamar por la sangre de los infieles.

Hoy los curas no llaman a las armas desde los púlpitos a matar liberales, o a justificar el levantamiento armado de los desposeídos.  Hoy los curas sin sotana predican desde el Palacio de Nariño o desde la oficina del Procurador General, o desde los micrófonos de Todelar, o alguien siempre en Hora 20,  las verdades que el colombiano de bien debe recitar.  Y como buenos fieles religiosos recitamos sin chistar para ver en Uribe al Mesías que salvó a Colombia del desastre.

Cuando confrontamos las evidencias científicas al dogma religioso, el fundamentalista nos dirá que la ciencia no es suficiente y que nuestro celo científico nos impide ver la verdad que va más allá de la ciencia.  Que son sólo datos, apoyados en teorías que se apoyan en teorías pero que no son capaces de explicar lo inexplicable: la verdad revelada.  Llegan, incluso, a afirmar que es el demonio el que nos impide ver la verdad más allá de la ciencia.

Hablando con muchos uribistas, he sentido esa misma línea de pensamiento.  También me ha pasado al hablar con comunistas convencidos.  Es La Verdad, como cada cual se la imagina, la que nos lleva a no querer ver ni evaluar los argumentos del otro.  Cuando se tiene La Verdad, las verdades de los demás son mentiras y el diálogo no tiene sentido si no es para imponer La Verdad.


4 respuestas a “¿Cuál es tu verdad?”

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