Sobre el regocijo por la muerte


Ya varias veces lo he dicho: rechazo completamente a las FARC y su pretensión de ser nuestras fuerzas armadas y nuestro ejército.  No creo en la economía planificada, ni la dictadura del proletariado, ni la lucha de clases, ni ninguna de esos otros ideales de izquierda.

Soy humanista.  Creo en el valor de cualquier vida humana, aún la de aquellos que desprecian la vida de los demás.  Y espero que se entienda que lo que voy a decir lo digo desde esta perspectiva y no como una admirador de las guerrillas.

No me alegro por la muerte de alias el Mono Jojoy.  No felicito a las Fuerzas Armadas.  No comparto la alegría colectiva de todos los que veo en mi timeline de Twitter.

Creo que si se requirieron 50 bombas sobre el campamento de alias el Mono Jojoy para darle de baja es porque faltaron más recursos, más imaginación y más determinación para garantizar su captura o su rendición incondicional.

En estos momentos tengo el recuerdo de dos fotografías en mi cabeza.  En una el ejército boliviano muestra el cadáver abatido de Ernesto Guevara.  Muchos aún aseguran que no fue una muerte en combate sino una ejecución extrajudicial.  Sin embargo y a pesar de la importancia histórica de esta foto permanece opacada frente a la de “Guerrillero heróico” de Alberto Korda.  La imagen que la historia y la cultura popular recuerda de ese asesino que fue Ernesto Guevara no es su muerte sino su altivez y su lucha.

La otra foto que recuerdo es la de Abigael Guzmán, alias el Presidente Gonzalo, en un uniforme a rayas y tras las rejas. Como un león enjaulado, vociferando como una forma de ocultar su derrota. Porque, aunque hay quienes insisten en ver a un guerrillero todavía rebelde en esas imágenes, lo que todos vemos es a una fiera que perdió la batalla.  Sabemos que está en una prisión en Perú ya sin inspirar a nadie y, efectivamente, Sendero Luminoso está lejos de tener la relevancia o el poder que alguna vez tuvo.

La revolución cubana aún no ha desaparecido y se sigue lucrando de la imagen del “Guerrillero heróico”.  Sendero Luminoso ya no existe para efectos prácticos.  Al “Che” Guevara muchos lo recuerdan como un mártir de la revolución por su muerte en Bolivia.  Sólo los más mamertos recuerdan a alias el Presidente Gonzalo como alguien que no claudicó en su lucha a pesar de las rejas.

Por eso no me alegra la muerte de alias Raúl Reyes, ni la muerte de alias el Mono Jojoy.  Por eso no las celebro.

Desde un punto de vista práctico, sí celebro cualquier cosa que disminuya la capacidad de lucha de las FARC y que acerquen a nuestro país a nuestra anhelada paz.  Si la muerte de alias Reyes y alias Jojoy contribuyen a que menos colombianos mueran me parece muy bien.  Pero no sus muertes en sí.


Addenum

27 de septiembre de 2010

Navegando por el regocijo de muchos, entiendo algunos elementos.

Primero sentí que sólo una persona que odia a otro ser humano sentiría alegría por su muerte —y sin duda el Mono Jojoy sembró muchas razones para ser odiado— pero creo que va más allá del odio: basta con desear, con creer que la muerte del otro es conveniente. No es mi caso, como lo expliqué arriba; pero no siento tener una superioridad moral por la cual juzgue a quienes piensan diferente.

Segundo, no creo que ni el Mono Jojoy ni Raúl Reyes se conviertan en mártires de una causa. No tienen ni el carisma del Che Guevara, ni éste es el momento histórico que idealice ese tipo de lucha armada.


4 respuestas a “Sobre el regocijo por la muerte”

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