Hace poco tuve una breve discusión en Twitter sobre si el principio Visionario de “No todo vale” era compatible o no con el pasado guerrillero de una persona como Gustavo Petro.
Antes de dejarme enredar yo solito en otra discusión sobre legitimidad de la fuerza pública o la lucha guerrillera sostenÃa y sostengo que no hay divergencia en el criterio siempre y cuando la discusión sea sobre el presente y no sobre el pasado.
Repito primero que, en mi concepto, la lucha armada en los años 1960 y 1970 obedecen más a la moda de una época que a causas objetivas, y que la continuación de tal lucha en las décadas siguientes no sólo no se justifica por las condiciones del paÃs, sino que no obedecen tampoco a un movimiento global. Con esto quiero decir que en ningún momento considero que alzarse en armas contra el estado colombiano es un medio válido para acceder al poder polÃtico en Colombia.
Por otro lado sà creo en la capacidad y necesidad de transformación de las personas. Asà como no es válido tomar las armas para acceder al poder polÃtico, si creo que es válido dejar las armas a favor de nuevas formas de hacer la polÃtica.
Lo primero, como parte de la estrategia de combinación de todas las formas de lucha, es claramente una manifestación del “todo vale”. Lo segundo es un reconocimiento de que no todo vale.
¿Es suficiente?
No.
Si tomar las armas para dejarlas después hace parte de un cálculo polÃtico, dejar las armas no constituye un propósito de enmienda sino parte de una estrategia. Esta tesis de la estrategia también aplica aunque el cálculo no se haya hecho antes de tomar las armas. Si el motivo de dejar las armas no corresponde al reconocimiento de un error sino apenas a una relectura de la situación.
No sé qué tan sincero haya sido el arrepentimiento de Gustavo Petro. No sé qué tan sincero fue el arrepentimiento de Carlos Pizarro León-Gómez como el lÃder del M-19 que en algún momento consideró que la lucha armada no tenÃa sentido y pretendió continuar por la senda polÃtica. ¿Fué un arrepentimiento? ¿fué una relectura de la situación geopolÃtica? ¿Qué hay de los otros lÃderes del M-19? ¿Se arrepintieron igual y sinceramente o sólo le llevaron el juego a Pizarro?
Sin embargo y en mi opinión, personas como Antonio Navarro Wolff y Gustavo Petro han hecho méritos desde 1990 en la vida pública para creer que su pasado guerrillero es eso: un pasado.
Legalmente lo es. Hubo una ley de anmistÃa que no sólo condonó los delitos de rebelión y conexos en que hubieren incurrido los militantes desmovilizados del M-19 sino que les garantizaba plena amnistÃa polÃtica. Asà que si mi único criterio de legitimidad es lo legal, es legÃtimo elegir a ex militantes del M-19.
No sé que tan sinceros hayan sidos los actos de Petro hace 21 años cuando se desmovilizó, pero votar por él hoy es legal y su pasado reciente ha sido acorde con una serie de principios constitucionales y democráticos.
Tal vez Gustavo Petro no sea la persona idónea para representar el “no todo vale” de Antanas Mockus; pero esto no es por su pasado guerrillero, que quedó en el pasado, sino por hechos recientes. Personalmente objeto más la justificación de Petro de haber votado por Alejandro Ordóñez para procurador. Petro manifestó públicamente que no votaba por Ordóñez por considerarlo la persona idónea al cargo sino por las repercusiones polÃticas de haber apoyado su elección.
El maldito argumento que no debà desarrollar
Como parte de mi argumentación presenté un desafortunado sÃmil. ¿Por qué no le perdonarÃamos a Petro un pasado guerrillero pero sà le perdonarÃamos a un soldado constitucional su participación en un homicidio que haya sido exculpado legalmente?
Las guerrillas colombianas, y el M-19 no fue la excepción, participó de asesinatos, secuestro y extorsión. Estos podremos llamarlos delitos graves y es por esos delitos por los cuales descalificamos a ex militantes como Gustavo Petro.
Pero existen muchas circunstancias en las cuales producir la muerte de otra persona (asesinato), retener a una persona en contra de su voluntad (secuestro) o amenzar su integridad, libertad o propiedades a cambio de contraprestaciones económicas (extorsión) no sólo no es punible sino sancionada por el estado.
Un miembro de la fuerza pública constitucional está habilitado a usar fuerza letal en contra de un delincuente. Incluso si comete un error de apreciación puede ser exculpado. Aún si tal error de apreciación ocurre en cumplimento de órdenes enmarcadas dentro de una ley o polÃtica cuestionable, el servidor público está exculpado. (Ojo, no hablo de obediencia debida, donde el soldado deberÃa tener el criterio de que la orden impartida es ilegal, sino de un error de apreciación, p. ej. disparar contra un manifestante desarmado pero con actitud desafiante o contra un campesino inocente que ignoró las advertencias de detenerse e identificarse en un retén legal.)
Pero no sólo los miembros de la fuerza pública pueden ser exculpados de homicidio. Cualquiera de nosotros serÃamos exculpados de matar a otra persona cuando defendemos nuestras vidas o frente a accidentes (de caza, automovilÃsticos, etc.) cuando no existen méritos para ser imputados legalmente de la culpa.
En cuanto al secuestro, no hay mayores diferencias en la definición entre el secuestro y la detención legal con fines de encarcelación de un presunto delincuente, salvo porque los agentes de un caso son ilegales y los agentes del otro operan bajo una normativa legal. PodrÃamos decir, también, que justificamos encarcelar al delincuente porque éste cometió una falta previa legalmente sancionada con pérdida de la libertad. Pero si las autoridades procesan a un inocente por una falsa denuncia, o por un error de identificación, ni el juez ni los policÃas que ejecutan la orden serán imputables de secuestro.
Técnicamente también es secuestro cada vez que obligamos a un familiar o amigo a estar donde él o ella no quieren estar. Sólo que ese hecho se queda en familia y rara vez será de conocimiento de un juez.
En cuanto a la extorsión, la DIAN y por extensión sus funcionarios o los jueces que actúan bajo sus denuncias son culpables de proferir amenazas contra la libertad o la propiedad de una persona a cambio de pagos.
El homicidio, el secuestro y la extorsión pueden ser legales o exculpables. Las personas que trabajan para organizaciones que, como el estado, matan, secuestran y extorsionan, tampoco se consideran culpables de estas prácticas; ni siquiera en el caso de que agentes del estado maten, secuestren o extorsionen sin justificación legal (salvo que sean partÃcipes directos de esos hechos ilegales).
Ahora. Si una persona trabajó en el departamento de cobros de cartera de una institución financiera, secuestró a un amigo por un par de horas como preámbulo a una fiesta sorpresa o por evadir una volqueta que lo cierra mató a un ciclista, no por ello recibirá una muerte polÃtica.
La diferencia entre perdonar unas acciones y condenar otras no está en la definición de la acción sino en las circunstancias legales que rodean la acción; y por ello mismo la ley puede variar y convertir hechos punibles en casos amnistiados.
En ningún momento pretendà equiparar los hechos y mucho menos condenar la labor de los soldados.
Y del principio verde ¿qué?
El principio del “no todo vale” no es un principio fundacional del Partido Verde, sino uno de los principios de Visionarios por Colombia que se convirtió en caballo de batalla cuando el pre candidato Visionario Antanas Mockus ganó la consulta interna del Partido Verde.[véase aquÃ]
Por ello mismo la colectividad Partido Verde no estaba obligada a adherirse por siempre a tal principio.
ConsiderarÃa en estos momentos un gran error de Antanas Mockus que, retirado del Partido Verde, lance su propia candidatura o se adhiera sin mayores criterios a otra campaña como la de Gustavo Petro o la de Gina Parody. Particularmente serÃa un error si esto obedeciera a un cálculo polÃtico para obtener beneficios burocráticos frente a un posible desdibujamiento de la campaña de Enrique Peñalosa.
Ya lo dije, el pasado guerrillero de Petro es irrelevante frente al principio del “no todo vale”, pues si bien adherirse al M-19 iba en contra del principio, participar de la construcción polÃtica del paÃs tras abandonar las armas es afÃn al principio. (Consideraciones de sinceridad aparte.)
Ãlvaro Uribe Vélez y el Partido Social de Unión Nacional (Partido de la U) nunca han expresado un rechazo a las prácticas cuestionables ocurridas durante su administración. Se excusan en que no fueron ellos o que siempre habÃa ocurrido, pero no las han rechazado.
Más que las prácticas en sà (cuya responsabilidad es cuestionable) ha sido la ausencia del condena a lo que se han opuesto Mockus y sus seguidores.
El M-19 sà pidió perdón por su pasado guerrillero. Un perdón que a la luz de la legislación de 2011 no es penalmente suficiente, pero lo fue bajo la legislación de 1990. No estoy seguro de cual sea la posición de Petro hoy frente a su pasado guerrillero: si lo condena, si lo enorgullece, si se arrepintió o no.
En aras de la coherencia debe ser la postura de Petro de hoy frente a su pasado guerrillero y no el hecho mismo de haber sido guerrillero lo que determine si está al lado del todo vale o al lado del no todo vale.
Pero indagar esto es un desgaste que no conviene a Mockus ni a sus seguidores.
Y yo…
Varias veces he expresado mi admiración por Mockus. Informalmente fui Visionario antes de ser Verde. He votado por Mockus dos veces para alcalde de Bogotá y dos veces para Presidente (2006 y 2010).
Hoy, sin embargo, me margino de ser Verde, Verde disidente, Visionario zanahoria, o cualquier postura que establezca Antanas Mockus.
Hoy estoy en otro proceso polÃtico y en aras a la coherencia ideológica con mi nuevo proyecto polÃtico no tomaré postura frente a la alcaldÃa de Bogotá ni frente a la novela del Partido Verde, salvo que los partÃcipes sienten una postura frente a cuatro principios básicos:
- Transparencia en la función pública.
- Derechos y libertades civiles.
- Libre acceso a la cultura.
- Universalidad y neutralidad en la red.
Salvo un pronunciamiento de cualquier campaña al respecto, mi voto permanecerá secreto.