Hagamos un ejercicio mental muy sencillo.  Digamos que tú tienes una idea. Me cuentas esa idea y a mà me gusta y la adopto. Entonces tú y yo tenemos una misma idea. O si vemos la idea como nuestro objeto de estudio la idea existe en dos personas, en dos anfitriones: tú y yo. Si compartimos la idea con más personas y a estas le gusta la idea, esa buena idea residirá ahora en muchas más personas. Si la idea es suficientemente atractiva la idea incluso podrá sobrevivirnos. Las buenas ideas entonces se propagan. Pero ¿qué es una buena idea? O más exactamente ¿qué es una idea que se va a propagar y sobrevivir?
No entraré a detallar qué es una idea. Por ejemplo “lávate las manos antes de comer†es una idea. Con nuestros actuales conocimientos sobre los gérmenes sabemos que es buena idea y sabemos por qué. Los que estén familiarizados con la Biblia cristiana saben que Jesús rechazaba esa idea lo que nos dice tres cosas: 1) la idea ya existÃa en tiempos bÃblicos, 2) Jesús no sabÃa de gérmenes, 3) Jesús sà sabÃa lo que era la perversión de una idea. Los judÃos en la época de Jesús no sabÃan para qué se lavaban las manos antes de comer. Lo hacÃan sólo porque era un dogma de fe. Probablemente algunos antepasados de los judÃos eran más escrupulosos con respecto a comer la tierra en sus manos junto con sus alimentos y enseñaron este escrúpulo a sus hijos mientras que otros no. Los que no vivÃan más enfermos y sus hijos morÃan por cualquier infección. Asà la idea de lavarse las manos prosperó, pues los anfitriones de la idea eran más saludables y se reproducÃan más. La idea quedó asà escrita en el código de Hammurabi atribuido luego a Moisés y convirtiéndose en parte de la ley judÃa.
Algunas ideas nos ayudan a sus anfitriones a sobrevivir. Es bueno para el que tiene la idea y para las personas a quien este inspira porque, bueno, sobreviven. Es bueno para la idea porque prospera. Si pensamos en la idea como un organismo, estas ideas serÃan organismos simbióticos. Otras ideas no favorecen directamente al individuo. La idea de “no robarás†puede poner al individuo en desventaja frente a la idea contraria cuando hay un botÃn apetecible. Pero cuando vivimos en sociedad y dentro de la sociedad todos compartimos la idea nos va mejor en conjunto que a cada uno individualmente. No obtendré un botÃn, pero mis bienes no se convertirán tampoco en botÃn de otros. Este beneficio mutuo aún en contra del beneficio individual inmediato es lo que convierte a esta idea en una idea altruista.
Las ideas simbióticas y altruistas son buenas ideas. Nos ayudan a mantenernos vivos y a convivir en sociedad. Y por eso esas ideas se propagan y permanecen. Pero no son las únicas ideas. En ocasiones una mala idea también se propaga. El rechazo de Jesús al dogmatismo lo llevó a descartar el lavado de manos como una buena idea. Pero no sólo eso. Esas palabras fueron escritas e incluidas en los libros sagrados del cristianismo y tomadas como dogma. Cuando los primeros médicos dotados de microscopios descubrieron los gérmenes y su relación con las enfermedades, los demás médicos rechazaban la idea de lavarse las manos cuando abrÃan pacientes y realizaban operaciones causando la muerte por infecciones de sus pacientes. ¿Cuántas personas habrán muerto antes de que se consolidara la teorÃa del germen por intervenciones quirúrgicas sucias y descuidadas?
Una mala idea que nos muestran Sean Hastings y Paul Rosemberg en su libro God Wants You Dead [copia, 4GB] [torrent] es el de agrupar ideas. Digo. Si yo tengo una serie de buenas ideas ¿no es buena idea ponerlas juntas y convertirlas en un decálogo?
Decálogo para ser feliz
- Mira el cielo
- Huele las flores
- Pasa más tiempo con tus padres, tu pareja o tus hijos
- Aleja a las personas negativas de tu vida
- No dependas de cosas externas que deseas
- Piensa en lo que tienes, no en lo que te falta
- Si caes once veces levántate doce
- Comparte siempre una sonrisa
- Celebra tus triunfos, olvÃdate de tus derrotas
- Comparte este decálogo: las personas felices a tu alrededor te harán sentir más feliz.
Son diez ideas que parecen buenas. Ponerlas juntas y darle un nombre es también una buena idea porque asà podremos referirnos más fácilmente a ellas.  Es más, si tengo varios decálogos (el de ser feliz, el de estar a paz con Dios, el de ser exitoso, el del buen amigo, etc.) podemos estar definiendo todo un estilo de vida.
El problema es que al agrupar las cosas no sólo nos ayuda a organizar nuestra mente, sino que al empaquetar las ideas las convertimos en ideas complejas (compuestas) y podemos asà seguir hasta tener toda una ideologÃa. Y cada una de estas ideas complejas serán aceptadas o rechazadas en bloque. Si analizamos por separado cada una de las ideas de mi decálogo para ser feliz podemos ver que algunas parecen muy buenas ideas, otras no tanto, y tal vez alguna parezca, incluso, una mala idea. La idea 6 y más en combinación con la 5 tal vez no promuevan la felicidad sino el conformismo. Pero no porque haya malas ideas en la lista significa que todas las ideas de la lista sean malas.  Convertidas en un decálogo está la tendencia de aceptarlas todas en bloque asà haya basura entre las ideas individuales, o a rechazarlas todas asà haya ideas realmente buenas en la mezcla.
Las ideologÃas y anti-ideologÃas, asà como sus Ãconos, junto con algunas ideas simbióticas y altruistas, tienen también una carga de ideas parásitas. Ideas que no cumplen un papel directo de preservación del individuo o indirecto de preservación de la sociedad sino que simplemente están ahà para garantizar la perpetuación de la idea y de la ideologÃa. Ideas que nos llevan al sacrificio. Ideas como que debemos sentirnos culpables por tener sentimientos egoÃstas. Ideas como que es heroico morir por la patria. Ideas que nos hacen sentir que sólo somos una parte sacrificable de un colectivo.
No es que los colectivos en sà sean malos. Finalmente somos animales sociables y cualquier cosa que nos permita vivir dentro de la sociedad (ideas como “no matarás†o “no robarásâ€) son aceptables. Pero cuando el colectivo se sacraliza y nos demanda sacrificios, entonces esa idea del colectivo, esa ideologÃa, es parásita. Jesús (Ãcono de ese colectivo que son las iglesias cristianas) nos enseñaba que no se hizo el hombre para la ley sino la ley para el hombre. (Y claramente sabemos ya que la ley es un conjunto de ideas empaquetadas, y que claramente la ley la podemos convertir también en un Ãcono: La Ley.)
La vida y ejemplo de Jesús nos muestra una persona que reivindicaba a las otras personas. “Levántate y andaâ€: los milagros son ejemplo de la superación del individuo. “Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Diosâ€: cuando colectivos como el estado nos ofrece medios de pago como las monedas pues estas son del colectivo y no debemos mezclarlas con lo que nos piden otros colectivos o nuestra sociedad. “Con la vara que midas serás medido†y “has a otros lo que quieras que te hagan†son llamados a la integridad y a la reflexión. (Alguien dirá que la regla de oro “no hagas a los demás lo que no quieras que te haganâ€Â es mucho más antigua que Jesús, pero su forma positiva aparece por primera vez en el cristianismo.) “Da la otra mejilla†y “ama a tu enemigo†nos invitan a detener cualquier ciclo de violencia. Ahora bien, cuando una iglesia (o un clérigo) sale a juzgarnos a todos nosotros sin admitir crÃticas, podemos ver cómo el colectivo que pregona a Jesús como Ãcono se aparta de lo que Jesús (asumiendo su existencia) nos enseñó.
Hastings y Rosemberg nos enumeran una serie de colectivos e Ãconos, comenzando por la religión y Dios (no el creador cuya existencia es debatible, sino la idea de Dios o dioses que nos imponen las religiones, cuya existencia (de la idea) es verificable) y continuando por el Estado-Nación. Ãconos y colectivos como La Ley (que se sobrepone al sentido de justicia), las corporaciones, el concepto de El Pueblo, o La Raza, o La Clase. Incluso La Familia o La Pareja se convierten en ideas colectivas con elementos parásitos. Yo agregarÃa otros colectivos e Ãconos como La Universidad, la Educación Pública y La Mujer. En el discurso polÃtico de ciertos grupos también se evidencia la colectivización del oponente y surgen términos como La OligarquÃa, El Patriarcado, El Neoliberalismo.
En el proceso de construcción del Partido Pirata Colombiano, una de las cosas que hemos cuidado y discutido es cómo ser un partido polÃtico sin hacer lo que criticamos de los partidos polÃticos. Esto incluye cómo vender un discurso positivo de liberación y empoderamiento del individuo cuando es más fácil vender un discurso de miedo para que los votantes nos acojan sin cuestionar. El miedo nos dice que una serie de criminales roban a nuestros artistas y que por ello debemos pasar leyes de protección a los derechos de autor, y que una serie de depravados van por nuestros hijos y por ello es necesario vigilar los contenidos que publicamos en Internet para perseguir la pornografÃa infantil. También podemos apelar al miedo y decir que el gobierno quiere meterse en nuestras vidas para controlarnos y usar la excusa de la lucha antipiraterÃa y anti pornografÃa infantil como un medio para censurarnos. Pero esto no serÃa justo con ustedes. SerÃa traicionarnos a nosotros mismos. No es porque un ogro llamado El Gobierno conspire con otros demonios llamados La Industria de Contenidos para someternos a nosotros y maximizar las ganancias de unos pocos y aumentar el control sobre nuestras vidas. Simplemente es porque por temor cedemos el control de nuestras vidas a un control colectivo y, por ello mismo, irresponsable.
Pero es más fácil vender el miedo.