De ciclos y reciclos


Así funciona el sistema de basuras en el edificio donde vivo: hay un shut (un tubo que va del último piso al primero con una compuerta en cada piso, dentro de un pequeño cuarto) Cada que uno llena una bolsa de basura en su apartamento lleva la bolsa (cerrada) al shut y la deja caer. Las bolsas caen así en una caneca grande. Cada vez que una caneca se llena el portero debe cambiarla por una vacía. Tres días a la semana pasa el camión de basuras y el portero tiene que sacar las canecas para que el camión se lleve el contenido. Es un proceso manual: los tripulantes del camión (tres o cuatro además del conductor) alzan las canecas y vierten el contenido dentro del camión compactador.

Antes de que pase el camión pasan los recicladores. Ellos buscan entre las bolsas entre las canecas lo que ellos consideran utilizable. Durante este procedimiento producen algo de desorden. Algunos vecinos separamos reciclaje en la casa y hay dos formas usuales de sacar las basuras reciclables: la más fácil es dejar la basura reciclable en el cuarto de la basura de cada piso, esto es el pequeño cuarto donde está el shut. La encargada del aseo del edificio tiene entonces que sacar esa basura reciclable (frascos, periódicos, etc.) y bajarlos y no estoy seguro cómo hacen para que llegue finalmente a manos de los recicladores. La otra opción (que es la que solemos usar en mi casa) es mantener el material reciclable en bolsas y cajas al lado de la puerta y los días de recolección de basuras bajamos nosotros mismos el reciclaje a la vista de los recicladores. Si igual los recicladores consideran que no es útil lo que presentamos como reciclaje, lo dejarán ahí, junto con el resto de la basura, para que los tripulantes del camión de basuras lo recojan del piso y lo echen al depósito compactador del camión.

Hasta el próximo 17 de diciembre, los camiones de basuras son operados por empresas particulares que tienen contrato con el Distrito para cubrir ciertas zonas de la ciudad. Estas empresas deben recoger la basura tres días a la semana (avisando a las comunidades qué días les corresponde por cada sector) y la llevan a un relleno sanitario, localizado en un municipio vecino a Bogotá. Como contraprestación el Distrito les paga por la cantidad de basura recolectada y este costo el Distrito lo cobra a los ciudadanos junto con la factura del servicio de Acueducto y Alcantarillado. Este pago de los ciudadanos se supone que sería proporcional al volumen de basuras generado y esta cantidad puede ser aforada para ajustar las tarifas.

El contrato de los actuales operadores venció hace un par de años, pero la administración distrital anterior no abrió licitación a tiempo y los contratos se han venido prorrogando. La administración actual de Gustavo Petro decidió que tampoco abriría licitación y que el Distrito asumiría directamente la recolección de basuras por medio de la pública Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, en parte considerando que los operadores privados están abusando en las tarifas y no están prestando un servicio eficiente.

El modelo de negocio de los recicladores es diferente. Ellos buscan entre las basuras (y lo que algunos ciudadanos sacamos en bolsas aparte como “reciclable”) lo que les pueda ser de interés y luego lo venden como material recuperado a diversos negocios que completan el reciclaje convirtiendo el material en nuevos productos.

Ocasionalmente uno tiene que desechar productos que no caben dentro del sistema normal de basuras y reciclaje: un colchón viejo, un televisor inservible, escombros de construcción, etc. Estos tipos de desechos no los recoge el camión de la basura normalmente y es responsabilidad de quien genera estos desechos de disponer de ellos, generalmente contratando con un reciclador, con la empresa de recolección de basuras o con un tercero para que recojan el desecho y lo envíen a un centro de procesamiento o de disposición final. Muchas personas que prestan el servicio de recolección de escombros lo que hacen es tirar los escombros en espacios públicos no vigilados, lo cual está por fuera de los principios del sistema.

Los hospitales y demás instituciones que generan residuos peligrosos contratan directamente a una empresa que se encargue de la recolección de tales productos. Creo, igualmente, que si una empresa produce diariamente más basura de la que está programada por el Distrito, puede también contratar con el operador de recolección de basuras para que pase con mayor frecuencia (p. ej. diariamente). Para los usuarios domésticos, el costo de la recolección es apenas un sobrecosto de la tarifa del agua y, para efectos prácticos, es como si fuera gratis (salvo el caso mencionado de desechos extraordinarios).

Conocí, muy por encima, el sistema de recolección de basuras japonés. Ellos establecen diferentes días para recoger diferentes tipos de desechos: un día para los desechos no reciclables, otro para recolectar cartón y papel, otro para plásticos, otro para vidrios y otro para latas. Todos los desechos reciclables deben ir empacados en bolsas plásticas transparentes que se dejan en el lugar de recolección afuera del edificio. Si una bolsa contiene artículos que no corresponden al día, los recolectores la dejan ahí con una nota aclaratoria. Si un edificio no tiene un lugar de recolección central de basuras no reciclables, cada familia debe guardar la respectiva basura en su hogar hasta que sea el día de recolección.

No tengo idea de cómo sea el esquema de negocio del sistema japonés.

Esto produce, sin duda, nuevos hábitos y organización dentro del hogar. Si yo no me preocupara por el reciclaje, simplemente sacaría todos mis desechos cada vez que una bolsa de basura se llena en el apartamento y lo lanzo por el shut, sin tener que preocuparme por los días de recolección. Cuando vivía en casa con mis papás, ellos acumulaban la basura de dos o tres días y la sacaban el día de recolección. Aun recuerdo épocas, cuando la recolección la manejaba el EDIS, que el camión recolector pasaba con una campana y los vecinos salían con las canecas de basura al escuchar el camión, pero con la normalización de los horarios de recolección y el cambio en las costumbres de hogares donde ambos padres trabajan y sin servicio doméstico interno, simplemente se sacaba la basura el día acordado y se dejaba abandonada frente a la casa.

Si yo tengo que guardar mi basura no reciclable dentro de mi hogar por cuatro o siete días, tendré un incentivo para producir menos basura no reciclable. Si, igualmente, los desechos reciclables son recogidos con la misma eficiencia y organización que las basuras (y sólo me reciben el tipo de reciclaje programado para el respectivo día), tendré un incentivo más para separar basuras de reciclaje y separar los diferentes tipos de reciclaje. La idea es interesante.

¿Pero cómo funcionaría dentro de un esquema de costos y negocios?

Pensemos que el Distrito preste, directamente o subcontratando con particulares, el servicio de recolección de desechos domésticos (y oficinas y pequeñas empresas). El costo de este servicio se traslada al usuario (p. ej. como un renglón extra en la factura de acueducto) y usando un sistema similar al japonés: un día recolecta basuras no reciclables, otro día papeles y cartón, otro día plásticos reciclables, otro vidrios, otro latas, etc. Si el recolector encuentra un tipo de desecho que no corresponde al día lo deja ahí y anota para enviarle una carta al residente.

Si un hogar, una comunidad o una empresa necesita que la recolección de basuras no reciclables sea más frecuente, tendría que pagar directamente a una empresa de recolección (la empresa pública si la hay, cualquiera de las privadas oficiales, o algún tercero). Igual si produce desechos especiales. La recolección de escombros y desechos voluminosos extra se contrata también por aparte. Los hogares o empresas que dejen acumular basuras al frente serán multados (salvo que el problema sea atribuible a la empresa de recolección oficial en cuyo caso será esta la multada). Los operadores de recolección oficiales o no oficiales que no dispongan de los desechos de la forma acordada serán multados. Las empresas de recolección oficiales y cualquier particular (p. ej. una empresa de recolección no oficial) debe pagar una tarifa al operador del sitio final de disposición de basuras (p. ej. el relleno sanitario o un horno de cremación) por el volumen depositado, pero las multas por no depositar los desechos ahí serán mucho más costosas.

El negocio entre los recolectores y los centros de procesamiento de material reciclable es libre: si el centro le paga al recolector o el recolector al centro, o no hay transacción. Igual los recolectores oficiales de reciclaje reciben un pago del Distrito (de los usuarios en su pago de acueducto) por el servicio de recolección. Se esperaría que si el centro de reciclaje cobra por recibir el material cobre menos que el operador de disposición final de basuras. Igual, cualquier particular puede llevar basuras o reciclaje al centro respectivo y pagar o recibir un pago por el material entregado.

El sistema podría funcionar, pero tiene un inconveniente: no tenemos la disciplina de los japoneses.

Muchos de los actuales recicladores seguirán bajo el esquema actual: recorrer los barrios antes de que pasen los camiones recolectores y buscar lo que les parezca útil. Incluso les quedará más fácil porque lo útil ya está separado y se convierten así en una competencia ilegal a los operadores oficiales. Otros encontrarán negocio en recorrer después de los recolectores oficiales y recoger lo que estos están obligados a dejar, p. ej. recoger las latas que los recolectores de vidrios dejan. Pero este sería un problema menor en contraste con el sistema actual.

La indisciplina en los hogares es un mayor riesgo. El hogar que saca cualquier tipo de basuras sin separar y si no se la recogen la deja ahí y encima se queja de que la ciudad se está llenando de basuras. Las multas a los hogares que no colaboren puede prevenir esto en parte, pero igual muchos preferirán acumular multas sin pagar a organizarse dentro del hogar, mientras tanto la basura se acumula para alegría de perros callejeros, ratas y recicladores informales.

No tengo idea qué piense hacer Petro con su nuevo esquema de recolección de basuras y reciclaje, pero pensaría que será algo muy diferente a lo que aquí propongo.

Un monopolio privado tiende a acortar gastos e inversión, desmejorar el servicio y subir precios al público para aumentar las ganancias. Un monopolio público simplemente traslada cualquier costo extra al erario, sin incentivos para invertir o mantener un buen servicio. Cualquier esquema de ineficiencia en la prestación de un servicio no se logra con sólo cambiar un monopolio privado por uno público o viceversa. Una buena competencia ayuda a optimizar los esquemas de prestación de servicios, pero también una regulación que promueva la innovación y multe las malas prácticas. Me gusta pensar en términos de incentivos a las buenas prácticas y no una fórmula de que si un gobierno es de izquierdas cambie monopolios privados a públicos y viceversa con un gobierno neoliberal.


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