En mi casa a veces me han llamado Grinch porque no me gusta decorar la navidad en noviembre, y dada mi poca religiosidad también me lo achacan a que soy un Grinch por ser ateo. La verdad me parece incorrecta esa apreciación porque la navidad sà me gusta (aunque en alguna época si tuve mi periodo Grinch).
Cuando era niño y estudiante en un colegio de calendario A, al terminar el año lectivo a finales de noviembre habÃan en mi casa (y en la ciudad en general) pocas manifestaciones de la temporada navideña que se avecinaba. Estaba el dÃa de las velitas como un preámbulo, pero la temporada navideña comenzaba el 16 de diciembre junto con la novena de aguinaldos. El 16 de diciembre era el dÃa para tener armado el pesebre y el árbol.

Entonces estaba la novena de aguinaldos. Nueve dÃas para compartir con la familia y los amigos de la familia el espÃritu festivo de la navidad. Para comer natilla y buñuelos, ver cómo habÃan armado el pesebre en las otras casas. Poner luces en las ventanas y ver los Pesebre (con burro, buey, abeto, menorah y Papá Noel)desorganizados espectáculos de pólvora de los vecinos y de cuando en cuando participar en uno de ellos.
El 24 terminaba la novena y con la gran celebración familiar de nochebuena. Como niño que era lo importante eran los regalos que habÃan descansado debajo del árbol los dÃas anteriores y que por fÃn podrÃamos abrir. Luego, a medida que crecÃa y mi apetito de adolescente aumentaba la cena navideña empezó a sentirse importante. Los tamales de mi abuelita (que nunca he visto similares en el comercio), el pavo que deshuesaba y rellenaba mi papá, y todas las demás viandas que acompañaban el festejo.
Para mà la navidad siempre ha sido la nochebuena. El 25 era el dÃa de estrenar los juguetes. De desayunar los tamales arriba mencionados, hacer algunas visitas (una importante era a donde mi tÃo, pues su esposa cumple ese dÃa), o descansar. Por los próximos tres dÃas la dieta giraba alrededor del pavo. Llegaba luego el 28 de diciembre y la celebración del dÃa de los inocentes sin que de mi parte hubiera habido una broma memorable que yo haya perpetrado o me hayan perpetrado.
Cada uno de estos dÃas con mi hermana Ãbamos al pesebre a colocar a los Reyes Magos cada vez más cerca del nacimiento.
Pasaba la celebración de Año Nuevo (igualmente, lo importante era despedir el año la noche del 31 porque el primero de enero era y es el dÃa de no hacer nada), y poco a poco hacÃamos la cuenta final de la temporada navideña cuando el 6 de enero lo Reyes Magos llegaban a dónde el Niño Dios y ya podÃamos desmontar el pesebre, el árbol, las luces y toda la demás decoración navideña.
La temporada eran esos 22 dÃas entre el 16 de diciembre y el 6 de enero. Unos dÃas que disfrutaba realmente. Y tal vez en eso influya mi resistencia a que el comercio tenga decorado de navidad desde septiembre y a que los vecinos ya hayan llenado de luces sus casas desde mediados de noviembre.
Si a eso le sumamos mi cumpleaños finalizando noviembre, suficientemente cerca a la navidad como para que uno que otro pariente decidiera que podÃa matar dos regalos con uno solo, eso contribuye a mi aprehensión hacia las navidades novembrinas. ¡Yo no cumplo en navidad! ¡Yo cumplo en noviembre!

La otra cosa que resiento de la navidad hoy en dÃa es cómo la mitologÃa autóctona de la navidad ha venido cediendo a la mitologÃa gringa de Santa Claus, los renos y los muñecos de nieve. Hace un par de años estaba bajando unos villancicos tradicionales de Youtube y encontré una versión de Mi burrito sabanero. En ese momento no le presté mucho cuidado, pero hace poco revisando lo que tenÃa en mi colección de videos, lo encontré y lo estuve mirando. Y me estuve decepcionando. Estamos hablando de una canción del folclore hispano (no sé de qué paÃs sea originalmente) sin una letra muy profunda: se trata de un burro con el que se quiere ir a Belén (se entenderÃa que al nacimiento de Jesús).
Pero en todo el video de marras no habÃa una sola imagen de un burro, ni de Belén, ni del nacimiento de Jesús, ni de ninguna tradición hispánica de la navidad. Eran puras imágenes de abetos adornados, muñecos de nieve, personajes de Disney con gorros de Santa Claus, renos (realmente venados con cornamentas de reno), Papás Noel, etc.
Ahora, no me malentiendan. En mi casa siempre se ha adornado un abeto artificial y lejos estoy de ser un xenófobo que busca eliminar las invasiones foráneas a nuestras tradiciones. Disfruto de la mitologÃa de Santa Claus tanto como de la mitologÃa del Niño Dios. He vivido un par de navidades en Suecia disfrutando de la nieve y de las galletas de gengibre y el glög (no sólo esas dos navidades), de los muñecos de nieve y las imágenes del Jultomte con renos de verdad (renos lapones y no venados gringos); pero sà existe esa sensación de que algo se pierde cambiando una imaginerÃa por otra.
Supongo que en parte por ello es que aun conservo la esperanza de terminar mi proyecto de la novena de aguinaldos.

Para mà la navidad sigue siendo el 24 de diciembre y la temporada navideña esos 22 dÃas que inician con la novena. Donde independientemente de que en la Biblia no se mencione a un burro y a un buey, celebramos ese mito que nos afianzó Fray Fernando de Jesús Larrea donde está MarÃa diciéndole fiat al EspÃritu Santo, viajando a lomo de burro desde Galilea hasta Belén para cumplir el precepto de un prÃncipe extranjero y Jesús naciendo entre sus criaturas irracionales porque las racionales le habÃan negado posada.
Ese mito de un diorama del nacimiento en el que ninguna figura está a escala, hay cisnes nadando en lagos de espejo, ovejas más grandes que las casas, leones y soldados de juguete, y un rey de cada color caminando hacia donde nace el Niño Dios.
Y, una época donde eso que pasó o no pasó en Belén o en el Polo Norte nos recuerda que podemos compartir con los demás, y en la que quienes viven su espiritualidad de una forma diferente a la mÃa usen también la temporada como pretexto para encontrarse con ella o compartir con los demás.
SÃ. Celebro la navidad del Niño Dios, y también la navidad de Papá Noel y del árbol de Navidad. Y de cantar villancicos. Y de reunirnos con familiares y amigos. Y de prepararle la sorpresa a los chicos.
Y aún espero ayuda con mi novena.