Sobre saber y creer


¿Qué diferencia hay entre creer y saber?  [(verdades{conocimiento)creencias}] Según cierto diagrama que he visto circular lo que sabemos (conocimiento) no es más que la intersección entre lo que creemos (creencia) y lo que es (verdades o realidad).  El diagrama parece útil para definir conocimiento pero es inútil para ponerlo en práctica porque desde nuestra perspectiva del mundo no hay forma de saber qué de lo que creemos corresponde a la realidad y qué no.  Al menos no en los niveles más profundos del razonamiento sobre la existencia.

¿Existe la realidad?  Bueno, está ahí, la podemos percibir: es tangible.  ¿Cuál es la naturaleza de tal realidad?  Lo que un físico teórico nos dice sobre el mundo desde su disciplina, lo que nos dice sobre el espacio y el tiempo, sobre el mundo de lo muy pequeño (mecánica cuántica) y lo muy grande (cosmología) es bien distinto de lo que nuestra percepción inmediata nos muestra.  Lo que percibimos como un objeto sólido sería una colección de partículas subatómicas en constante movilidad que en conjunto reaccionan con las partículas subatómicas que reconocemos como nuestro cuerpo.  Si algo pasa después de nuestro presente es algo que pasa en el futuro, pero un observador en adecuado movimiento podrá ver que ese futuro ya existía cuando ocurrió nuestro presente.  El tiempo, dentro de la realidad de un físico teórico, es diferente al tiempo de nuestra experiencia.  Nuestro sentido común nos ayuda a vivir a cierta escala, pero no nos ayuda a entender el universo tal cual lo conocemos a otras escalas.

[Belleza americana] Pero no necesitamos entrar a la minucias de la física teórica.  Basta con ver nuestros propios sueños.  Durante la ensoñación nuestra mente vive una realidad distinta a la que conocemos como la realidad cuando estamos despiertos.  Pero no lo sabemos.  Durante la ensoñación nuestra mente está atrapada percibiendo impulsos de otras partes del cerebro (visión netamente materialista) o de otro tipo de realidades (visión espiritualista) y normalmente ante la duda cualquier prueba ingenua de determinar si estamos soñando o estamos despiertos nos dirá que estamos despiertos.  A veces despertamos y recordamos el sueño y descubrimos lo absurdo que era o algo que nos debió haber dado una pista de que era un sueño y no la realidad.  Pistas como la ausencia de color o de olores, o de la presión de la gravedad sobre nuestros cuerpos.

[Inception Totem] Pero durante el sueño no nos percatábamos de esas pruebas.  Donde surge nuestra pregunta: ¿y si lo que conocemos como realidad cuando estamos en vigila no es más que otro sueño en el que creemos estar despiertos? ¿Cómo podremos saberlo? ¿Cómo sabemos que no somos una simulación en un supercomputador? [The Matrix] ¿Cómo sabemos que no somos entes inconscientes conectados a una matriz?

El solipsismo es la creencia o conjetura de que la realidad no existe, pero dudo mucho que la mayor parte de las personas que alguna vez hayamos esgrimido el argumento solipsista guardemos la convicción de que la realidad efectivamente no existe.  El verdadero peso del argumento no está en creer en el solipsismo sino en reconocer que no hay una forma completamente certera de saber que la realidad existe.  Reconocer esto nos lleva a pensar que definir al conocimiento como el conjunto que creencias que tenemos y que sí corresponde a la realidad es una definición inútil.

René Descartes lo llamaba la duda metódica.  El sabía que nuestros sentidos son falibles.  Si tengo mi mano derecha entre agua halada y la izquierda entre agua hirviendo y tras un rato paso ambas a un recipiente de agua tibia, mi mano derecha me reportará que el agua está caliente y la izquierda nos dirá que está fría.  Existen visiones, alucinaciones, errores, prejuicios y muchos otros factores que obstaculizan nuestra percepción de la realidad así que debemos es usar la razón y no la experiencia como guía de qué es verdadero o falso.  Cogito ergo sum es el latinajo que mejor resume su principal y más aceptada conclusión.  Para mí es una realidad que yo existo porque soy yo quien está percibiendo, dudando, pensando.  La naturaleza de quien soy yo es otra cosa, pero yo existo.  Y en segundo lugar existe un origen de mis percepciones la cual, de acuerdo a la teoría materialista de los sueños, bien puede ser otra área de mi propia existencia, pero por el momento la llamaré realidad.  Este razonamiento no nos dice nada sobre la naturaleza de la realidad, sólo sobre su existencia.

Yo existo y la realidad existe.  Para determinar la naturaleza de la realidad y mi naturaleza el solipsismo, la duda metódica y otros mecanismos dejan de ser útiles.  [External World Excepticism] El youtubero AntiCitizenX nos presenta dos capas adicionales entre la realidad y el yo: la percepción (cómo percibo la realidad) y el lenguaje (cómo describo lo que percibo).  Creo que el modelo es adecuado.

[Longitudes de onda] Si pienso en la realidad como todo el universo (y el universo de acuerdo a las teorías modernas sobre el cosmos), lo que percibo de la realidad directa e indirectamente es apenas una fracción.  Mi visión es limitada a ciertas longitudes de onda y a la existencia de luz y objetos opacos, mi audición se limita a ciertas frecuencias y potencias, mi tacto sólo a lo que está en mi entorno inmediato, etc.  Pero además de mi experiencia inmediata poseo la habilidad de comunicarme y enriquecer mi percepción del mundo con las experiencias, alucinaciones e invenciones de otras personas que me hayan sido comunicadas directamente o a través de lecturas y documentales.

Pues bien, yo creo que la realidad existe, que esa realidad es el universo y que dentro de ese universo en una no muy impresionante galaxia, en un sistema planetario al rededor de una estrella mediana, en un pequeño planeta rocoso, existo y comparto mi existencia con miles de millones de otras personas vivas por no hablar de plantas y animales y objetos creados o no por el hombre.

No tengo forma de probar esta creencia por encima de cualquier duda filosófica, pero es tan fuerte esta convicción que podría apostar mi propia existencia a que esa es la realidad.  Al menos si no entramos en demasiados detalles.

No tengo forma de saber cuales de las cosas que creo corresponden o no a la realidad.  Puedo evaluar si lo que creo contradice o no a la realidad percibida, pero incluso un conflicto en este caso: algo que creo pero se contradice con la realidad percibida, no implica que creo algo falso sino que puede significar que no percibo correctamente la realidad.  Por ejemplo si creo que mi cuerpo y los objetos sólidos con los que interactúo no son más que colecciones de partículas subatómicas gobernadas por fuerzas y que es imposible tocar las cosas (adposición real de las partículas de un objeto con las partículas de mis dedos), eso contradice mi experiencia de tocar objetos, pero lo puedo explicar en que mi percepción de tocar no es más que una percepción útil pero desconectada de la realidad de la física de partículas.

U otra forma de verlo es que “tocar” no significa lo mismo al nivel macro de la experiencia humana que al nivel micro de la física cuántica.

Ahora bien, mi experiencia directa carece de la existencia de Neptuno como un cuerpo celeste.  He visto a Venus, a Marte, a Júpiter y a Saturno.  Por telescopio he visto las lunas galileas de Júpiter.  Desde luego he visto al Sol y a la Luna.  Pero salvo modelos, fotos en libros y en programas de televisión, nunca he tenido una vista directa de Mercurio, Urano o Neptuno, ni, desde luego, Plutón.  Pero doy suficiente credibilidad a las fuentes que me hablan de Neptuno que asumo que es una realidad.  La existencia de Neptuno está dentro de lo que estoy en capacidad de verificar por mi mismo, construyendo un telescopio (para asegurarme que no es una pantalla con gráficos generados) y apuntando a donde deba estar, pero a lo que no dedicaré mi tiempo a intentarlo.  Muchas otras cosas que creo que existen y las que no pongo en duda caen por fuera de lo que podría verificar directamente: la existencia de los átomos y las moléculas; la existencia de planetas extrasolares; la existencia de agua en otras galaxias; la existencia de personajes históricos como George Washington o Simón Bolívar; el origen de la humanidad y de nuestro sistema solar.

[Nara 奈良] He viajado en avión y conocido lugares como Estados Unidos, Europa, China, Australia y Japón.  ¿Qué garantía tengo de que no me metieron en un simulador que fue transportado una corta distancia a un lugar cercano donde actores hablaban diferente y muchas cosas se veían y olían diferente?  Ninguna.  Pero no creo que eso tenga mucho sentido que alguien haya tratado de engañarme de esa forma para que yo crea que el mundo es grande y tiene diferentes husos horarios.  El principio de la navaja de Occam me lleva a pensar que el mundo es real, que mis viajes en avión fueron reales, que esos países existen y están todos en un planeta al que llamamos Tierra, así como son reales los países que aprendí en la escuela y veo en los noticieros.

Estas son creencias que no cuestiono más allá de una especulación filosófica.  Yo existo, el mundo existe, los objetos y las personas a mi alrededor existen y usted, querido lector, existe.  Y creo que existen, que existimos, más o menos como lo percibo haciendo salvedades como qué significa “tocar” y “ver” entre lo que percibo y como una realidad modelada como física de partículas implicaría.

Por otro lado hay una serie de cosas que creo sin mayor fundamento.  Creo que es más favorable para la humanidad el progreso tecnológico dado por el conocimiento compartido que el que surge de motivaciones monopolísticas.  Ésta es una idea política que va a la par de mi ideario pirata pero ¿puedo asegurar que es verdad?  No tengo las herramientas históricas para evaluar información pasada ni los recursos económicos para hacer un experimento social a gran escala que pueda decir si mi opinión sobre la propiedad intelectual es más acertada que la de otros.  Este tipo de creencias es más una opinión que una certeza, aunque tengo bases para creer que ésta en particular es una opinión fundamentada.

¿Es mejor como política de estado propiciar el crecimiento económico para que una economía próspera beneficie a los menos afortunados? ¿O es necesario que se ayude a los menos afortunados primero, aun a costa de retrasar el crecimiento económico, para garantizar luego la masa crítica que propicie un crecimiento real?  ¿O no existe tal cosa como los menos favorecidos sino personas que tomaron decisiones y se atienen a sus consecuencias y la labor del estado no es ayudar a éstos que representan una carga social?  Lo más probable es que la opinión que usted tenga sobre estas preguntas no corresponda a una verdad verificable sino a una opinión que bien puede estar dada por su situación social y conveniencia (me conviene que el estado invierta en mí o no me conviene que el estado tome de mi plata para invertir en otros), prejuicios (desconfío de los liberales/de los conservadores), observaciones no sistemáticas generalizadas (a los pobres cuando le regalan plata se la toman / el origen de la pobreza es el impulso de los ricos de seguir acumulando), el deseo (el mundo sería más placentero si lo que creo que es verdad es verdad), etc.

No implico que toda creencia en ciencias sociales en general y en economía y política en particular carezca de convicción o no tenga bases empíricas pero sí creo que en su gran mayoría las bases empíricas para confirmar o falsear cada una de estas tesis es demasiado poca y, en algunos casos, imposible o, por lo menos, impráctica.

No es que yo carezca de convicción sobre las tesis del partido pirata, sólo que no puedo afirmarlas como verdaderas con la misma certeza con las que afirmo que soy un ser humano que convive con su familia y sus gatos y ocasionalmente escribe en un blog.

Entonces hay cosas que creemos con plena certeza y cosas que creemos por opinión.  Cosas que creemos porque las hemos experimentado de primera mano y cosas que creemos porque damos credibilidad a otras personas.  También, entre las cosas que creemos hay cosas que creemos importantes y otras que creemos triviales y cosas que creemos convencidos y creencias que reconocemos como temporales.

Cuando miro la carta de un restaurante para escoger qué voy a cenar, parte de la decisión es una creencia: ¿me sentiré más satisfecho si ordeno un bistec o si ordeno unas costillitas de cerdo?  La resolución de ese dilema es una creencia temporal.  Hoy siento que tal plato me satisfará más que tal otro.  Tal vez me equivoque en la creencia, pero es importante tomar una decisión.  Cuando estoy evaluando candidatos para votarlos en un puesto público escogeré al que creo mejor (o menos malo, o más afín ideológicamente).  Tal vez me equivoque, pero no tengo el tiempo ni los recursos empíricos para convertir esta creencia temporal en una convicción.

Lo que creemos está lleno de matices.  Entre la certeza y la mera especulación; entre la convicción y la temporalidad de la creencia; entre la importancia de estar en lo correcto y la intrascendencia del tema.  Entre la correcta descripción de la realidad (conocimiento) y la incorrecta (creencia errónea).

El problema con la correspondencia entre nuestras creencias y la realidad, reitero, es que no es falseable.  A lo más puedo corresponder mi visión del mundo (creencia) con la realidad percibida, pero no puedo asegurar que la realidad percibida sea realmente la realidad.  La única herramienta que realmente tengo es el juicio que yo puedo hacer sobre lo que yo creo y el contraste frente a lo que otros me comunican que ellos creen.

AntiCitizenX llama epistemología al valor de verdad que, a la luz de un marco filosófico, puedo dar a una proposición.  El juicio que yo puedo dar a una proposición para saber si creo que es verdadera o es falsa.

Frente a los debates que he visto últimamente con respecto a la nueva era por un lado y el presuposicionalismo apologético al otro frente al escepticismo materialista, puedo ver al menos tres posiciones epistemológicas distintas.

La epistemología sobre la cual se basa el método científico es el pragmatismo.  Una proposición es (temporalmente) verdad si usando tal proposición se obtienen resultados esperados.  El concepto de falseabilidad nos lleva a probar si una proposición temporalmente verdadera es absolutamente verdadera tratando de probar que es falsa, pero la falseabilidad no nos dice que sea absolutamente verdadera si pasa la prueba, solo que sigue siendo temporalmente verdadera.

La ciencia termina hablando de dos tipos de proposiciones: hipótesis falseables y no falseables.  Las primeras pueden ser temporalmente verdaderas o probadas falsas.  Las hipótesis no falseables, por otro lado, son irrelevantes pues no sirven para hacer predicciones.

Un pragmático que se adhiere al materialismo metafísico dirá que las proposiciones no falseables deben ser tomadas como falsas.  Primero: no tienen ningún valor pues las decisiones tomadas con base en esa creencia no tiene efectos medibles.  Segundo: tomar tales proposiciones como verdaderas nos llevan a ignorar proposiciones útiles.  [Isaac Newton] A los 27 años Isaac Newton había inventado el cálculo, formulado las leyes de la mecánica clásica y propuesto la teoría de la gravitación universal.  Corroboró que una fuerza de inverso del cuadrado de la distancia que se derivaría del principio de conservación de la materia, era compatible con el modelo de Keppler de las órbitas de los planetas.  Encontró que el modelo para múltiples cuerpos (p. ej. todo el sistema solar conocido hasta entonces) era demasiado complejo.  Determinó que el problema era irresoluble por métodos matemáticos y concluyó que Dios era necesario para garantizar la harmonía observada.  Dios solucionó el problema para Newton.  El resto de su longeva vida se dedicó a intentar destruir a Leibniz (quien probablemente inventó el cálculo independientemente al mismo tiempo que Newton, o tal vez sólo mejoró la notación), a experimentar con la alquimia y a elucubrar sobre la naturaleza de Dios, sin un solo aporte adicional a la ciencia.

Sin usar nada distinto al cálculo inventado por Newton, Lagrange resolvió el problema de las órbitas harmónicas de los planetas, sin necesidad de recurrir a una explicación externa tal como Dios.  Al introducir una hipótesis no corroborable ni falseable (Dios), Newton resolvió su problema pero no halló la solución al mismo.  El materialismo nos lleva, por lo tanto, a descartar proposiciones que no se pueden corroborar o falsear.
Pero, insisten otros, que no sea falseable no significa que sea falsa.

[El secreto] Existe una realidad más allá de lo que la ciencia puede probar.  Los presuposicionalistas dirán que tal realidad es Dios.  Los esotéricos encontrarán otras posibles verdades tales como El secreto o la Ciencia Espiritual.  Los conspiranoicos insistirán en que el materialismo no es más que una invención de los illuminati para convencernos de esa conspiración llamada ciencia.

[Ken Ham] En la epistemología esotérica, el valor de verdad de una preposición está determinado por la paz mental interior que siente la persona que la observa.  Para un creacionista como Ken Ham la epistemología se reduce a la biblia: ante una contradicción entre el mundo observado y la biblia la biblia siempre tiene la razón y hay que refinar la observación o la hipótesis para que sea conforme a la biblia.

[Sye Ten Bruggencate]
How do you know?
El presuposiocionalismo, o al menos la versión bastardizada del mismo que formula Sye Ten Bruggencate parte de que el único conocimiento posible parte de Dios y que éste es absoluto, conocible únicamente por revelación y todo lo demás que digamos conocer (incluyendo aquello que conocemos por la observación y que contradice aspectos de cierto dios cristiano) es una prueba de Dios (entendiendo por Dios al dios cristiano).

Ninguna de estas epistemologías alternas, sin embargo, muestra el nivel de resultados que muestra la epistemología pragmática.

La ciencia nos ha llevado a la luna.  La fe nos llevará al cielo.  Salvo que no hay evidencia alguna de que exista algo llamado cielo a donde vayan nuestras almas al morir nuestros cuerpos, como tampoco hay evidencia de la existencia de almas por fuera de nuestros cuerpos.  Ni de almas que migren de persona en persona en procesos de reencarnacion, ni almas que abandones nuestros cuerpos mientras dormimos, ni de ninguna interpretación dual de un alma separada de nuestros cuerpos.

Blaise Pascal nos decía que no perdíamos nada con la fe, pues si la hipótesis materialista es real, entonces creyentes y ateos sufrirán la misma suerte después de muertos, pero si la hipótesis cristiana es real los ateos estamos arriesgando una condena eterna.  Pero eso es una falsa dicotomía.  El cristianismo no es la única alternativa al materialismo.  El karma reencarnado de ciertas ideologías orientales dan más peso a nuestros actos en vida para que nuestras almas migrantes avancen que a nuestras creencias.  Si esta hipótesis fuera cierta el cristiano que pide perdón de sus crímenes a un dios inexistente reencarnará en un ser inferior por no haber reparado con las víctimas sus crímenes, mientras que el ateo que busca una vida justa se verá recompensado aún sin haber creído, o muchas otras visiones del mundo nos darán diferentes versiones que cual será la mejor apuesta.

¿Será mejor buscar la paz mental propia aún a costa de nuestra salud y del bienestar de todos los demás?  ¿O buscar el cielo y hacer lo posible por no ir al infierno?  ¿U obrar lo mejor posible para ser recompensados con una mejor vida cuando reencarnemos?  ¿O dejo que mi empatía dicte el curso de lo que considero lo mejor para mis semejantes independientemente de mis consecuencias personales?  ¿Qué sistema de creencias me ayudará mejor a buscar mis propios objetivos?  ¿Qué epistemología me llevará a discernir qué es verdad o no de acuerdo a estos objetivos?

Y, finalmente, ¿si logro mis objetivos aun cuando lo que creí cierto era realmente falso, fue importante insistir en que mi verdad era la verdad?

Y la pregunta más importante de todas: en una pelea entre Hulk y Gokú ¿quién gana? [Goku vs Hulk]


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