Sacrificando a sus propios hijos


Comenzaré con algunas aclaraciones.

Israel es un estado laico secular que funciona como una democracia parlamentaria. Fue formalmente proclamado en 1948 tras el retiro británico y una resolución de 1947 de la recientemente formada Organización de las Naciones Unidas, reconociendo el derecho de los pueblos judío y árabe a un estado en lo que fuere el Protectorado Británico de Palestina.

Los orígenes del Estado de Israel se remontan al movimiento sionista, un movimiento que en su versión moderna nació en el siglo XIX entre élites judías europeas con la idea de que el pueblo judío tuviere una país propio. Muchos de esos prominentes sionistas de finales del siglo XIX eran ateos, por lo que aquí cabe otra aclaración.

Existe la religión judía. La mayor parte de las personas que hoy profesan la religión judía parten de la tradición rabínica que surgió tras la disolución de Judea en el año 70 de nuestra era. Judea había sido un reino dentro del imperio romano pero tras una serie de levantamientos y rebeliones finalmente los judíos perdieron y el Imperio les negó cualquier identidad nacional. El reino de Judea pasó a convertirse en la provincia de Palestina. Para entonces ya existían comunidades que profesaban la religión judía, principalmente la doctrina farisea, en todo el imperio romano y otros lugares del mundo conocido. Sin estado propio, con la destrucción del templo y la prohibición de entrar a Jerusalén, la tradición rabínica farisea se acentuó y poco a poco fue convirtiéndose en lo que es el judaísmo actual.

Existe, por otro lado, una identidad étnica judía. Realmente varias, pero la más notable es la identidad étnica asquenazí. Creo que no se sabe aún con certeza los primeros asquenazíes de donde surgieron, probablemente de algún lugar entre el Cáucaso y Alemania, y en alguna parte de ese trayecto se convirtieron al judaísmo. Otra comunidad importante fueron los judíos españoles o sefardíes, que prosperaron en la península ibérica durante la ocupación morisca. La identidad étnica asquenazí o sefardí ha sido tan fuerte que muchas personas y comunidades han dejado de practicar la fe judía pero se identifican aún como judíos. Tanto asquenazíes como sefardíes se desarrollaron como identidades étnicas sin patria, apenas ligados por la práctica de la fe y costumbres religiosas judías.

Y como una parte de esa tradición religiosa está la profecía de que eventualmente ellos, el pueblo elegido de Dios, se reuniría nuevamente en Jerusalén, al amparo del monte Sion. Theodor Herzl, un periodista húngaro de origen judío, habla alemana y educación laica liberal, se convirtió a finales del siglo XIX en el principal promotor del sionismo moderno. Lo que fuese Palestina era entonces parte de la Siria Otomana, una división dentro del impero Turco Otomano que corresponde a lo que hoy son los estados de Siria, Líbano, Israel y Jordania, entre otros. Herzl propuso al sultán turco otomano la compra de una parte de ese territorio para la construcción de un estado judío. Si bien no se concretó formalmente el movimiento sionista que surgió en Europa empezó a recaudar fondos para comprar tierras y establecer colonias en el ancestral territorio de Israel.

La población local, predominantemente árabe, empezó a resistirse a lo que consideraban una invasión. No existía, sin embargo, una identidad nacional palestina, sino que eran árabes, asirios y otras etnias, tanto musulmanas como cristianas y judías, viviendo dentro de territorio turco otomano. Colombia recibió una importante migración de árabes cristianos (y algunos musulmanes) de la Siria Otomana, a los que entonces se les llamó turcos (por su pasaporte turco) y que hoy se reconocen como libaneses. El nivel de organización del movimiento sionista fue efectivo en crear colonias judías que desplazaban a la población nativa.

Llegó la primera guerra mundial y el Imperio Otomano se alió a los otros dos imperios que terminaron perdiendo: el Imperio Austro-Húngaro y el Imperio Alemán. El Imperio Turco Otomano cesó de existir y las potencias vencedoras, principalmente Francia y el Imperio Británico, se dedicaron a crear nuevos países y protectorados. El movimiento secular turco promovido por Atatürk, aseguró la continuidad de la nación turca en Anatolia y parte de Tracia y los Balcanes, se crearon los territorios de Siria y Líbano bajo mandato francés y de Irak y Palestina bajo mandato británico y varios reinos independientes en la península arábica.

El problema de los asentamientos sionistas pasó de ser un problema turco a un problema británico. El antisemitismo creciente en Europa central acentuó la colonización judía en en ahora protectorado británico de Palestina. Los sionistas exigían a los británicos que se abriera palestina a una migración judía irrestricta, así como abogaban la creación de un ejército judío.

Vendría la segunda guerra mundial. Aunque los británicos triunfaron, el imperio británico se vio fuertemente golpeado pues la importancia de las colonias británicas se vio fortalecido frente a una metrópoli amenazada. Por otro lado el holocausto judío dentro del Tercer Reich sirvió de propaganda para el movimiento sionista, que obtuvo un importante apoyo financiero de la comunidad judía en Estados Unidos. Los conflictos entre colonos judíos y sus milicias y la población local árabe en el protectorado palestino empezó a ser insostenible para las autoridades del Imperio Británico con una metrópoli en reconstrucción. En 1947 la ONU había propuesto la creación de dos estados, un estado de Israel judío y un estado árabe palestino. Cuando los británicos se retiraron finalmente en 1948 el estado de Israel proclamó su independencia y abrió sus puertas a personas de cualquier identidad étnica judía.

Por otro lado están los árabes palestinos. Si bien el nombre Palestina fue usado por los romanos tras la disolución del reino de Judea, durante gran parte de la historia de estos dos últimos milenios el nombre no fue usado. Los árabes invadieron el territorio de Jerusalén durante la primera fase de expansión del Islam. Más adelante los francos (europeos cristianos) en sus cruzadas tomaron el territorio y establecieron el Reino de Jerusalén. Este fue luego retomado por los musulmanes al mando del kurdo Saladino, recuperado por los francos al mando del rey normando de Inglaterra Ricardo Corazón de León, para ser luego reducido por Saladino a un pequeño territorio alrededor de Acre (sin control de Jerusalén) hasta desaparecer bajo la invasión mongola.

El territorio palestino fue luego ocupado por los mamelucos de Egipto y finalmente por los turcos otomanos. Durante estos años de control por árabes, turcos y francos, el término Palestina no fue usado ni existía una identidad nacional o étnica palestina. La lengua predominante en la región fue el árabe, la religión predominante el islam, principalmente sunita, pero a lo largo de su historia siempre hubo otras etnias que se asentaron (asirios, turcos, judíos sefardíes) y religiones que se permitieron (cristianismo, sobre todo maronita, judaísmo, shiismo, etc.). Con la disolución del Imperio Turco Otomano, los británicos retomaron el nombre de Palestina para referirse al territorio bajo su control, territorio que ya tenía importantes asentamientos sionistas.

Algunas personas consideran que árabes son exclusivamente las personas originarias de la península arábica. Cuando se fundó el Islam en las ciudades árabes de Meca y Medina, este tuvo un carácter expansionista desde el principio, y pronto avanzó sobre un Imperio Romano de Oriente (Imperio Bizantino) en decadencia y otras tierras cristianas en el norte de África hacia el occidente y hacia Mesopotamia, Persia e India hacia el oriente. La lengua del islam es el árabe, por ser esta la lengua en la que se escribió el corán; adicionalmente gran parte del islam fue llevado a punta de espada por ejércitos que se originaron en Arabia y así, en muchos de los sitios donde se estableció el islam, pronto la población empezó a adoptar la lengua de sus líderes y de su libro sagrado. Esto pasó en la gran Siria (Síria, Líbano, Palestina, Jordania), Mesopotamia y el norte de África, mientras que en lugares con identidades culturales más fuertes como Persia y la península Ibérica, conservaron sus lenguas. Hoy en día es común llamar árabes a las personas que hablan árabe o que provienen de países de habla mayoritariamente árabe.

Árabe es entonces el idioma (o conjunto de idiomas altamente relacionados) que se habla desde Marruecos hasta Irak y en toda la península arábiga; la cultura que parte de la península arábiga y se extendió a Mesopotamia (Irak) y el norte de África; y étnicamente es el grupo de pueblos provenientes de la península arábica en su sentido más restrictivo, o de las zonas donde se asentó la lengua árabe en su sentido más amplio. Aun en las zonas de influencia árabe no todos son musulmanes. En Egipto existió siempre una importante comunidad cristiana copta. En Siria y Jerusalén una importante comunidad cristiana maronita. Si bien muchos coptos conservaron su lengua surgieron tanto árabes conversos como coptos que adquirieron la lengua e identidad árabe, y algo similar pasó con los maronitas. Los judíos fueron ampliamente aceptados en territorios musulmanes árabes. Los turcos otomanos permitieron que los sefardíes expulsados de España se asentaran. Tanto en 1948 como hoy en día no todos los que se identifican como árabes son musulmanes, habiendo importantes poblaciones cristianas y judías de lengua árabe, así como, en menor medida, ateos.

La constitución del Estado de Israel es la de una democracia parlamentaria y laica. Si bien el idioma oficial principal es el hebreo, se reconoce el árabe como lengua oficial, y al momento de la independencia cualquier árabe o musulmán que así optara sería reconocido como ciudadano israelí. Muchos lo hicieron, sobre todo dentro de los límites que el mandato de la ONU había establecido.

Pero los árabes fuera de ese límite no quisieron reconocer el mandato de la ONU. Nunca se constituyeron como un estado propio (pues esto era reconocer la partición) y declararon la guerra al estado de Israel. Los israelíes habían venido formando un ejército judío desde antes de la independencia, mientras que los árabes nisiquiera tenían un gobierno y el resultado de la primera guerra árabe-israelí de 1948 fue una amplia reducción del territorio controlado por los árabes palestinos, tanto por los avances territoriales de Israel como por la anexión de Cisjordania por Transjordania (hoy el Reino de Jordania), mientras que Egipto tomó el control de la franja de Gaza. Lo que fuere el protectorado británico de Palestina estaba ahora repartido entre Israel, Egipto y Jordania.

No es que no hubiera una identidad árabe palestina, solo que esta era menor. Muchos árabes de la región se consideraban parte de Siria (corriente baathista) junto con el Líbano. Por otro lado la identidad árabe palestina no se conformó políticamente. Pero con la ocupación Jordana y Egipcia, la identidad palestina empezó a afianzarse y en 1964 se funda la OLP (Organización para la Liberación de Palestina). La OLP pretendía liberar a Palestina tanto de jordanos y egipcios como, principalmente, de los israelíes, de paso se declara contraria al baathismo: Palestina sería un estado independiente. La OLP procuró unir a Siria, Egipto y Jordania en un ataque conjunto a Israel e Israel respondió en lo que se llamó la guerra de los seis días en 1967, tras la cual Israel logró el control territorial total de los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania incluyendo a Jerusalén, así como de los Altos del Golán en Siria y la península del Sinaí en Egipto. Israel se anexionó formalmente a Jerusalén Este y tras acuerdos con Egipto devolvió el Sinaí y se retiró de la franja de Gaza; en contraprestación Egipto se convirtió en el primer estado árabe en reconocer a Israel.

En 1993, en los acuerdos de Oslo, Israel y la OLP acuerdan la creación de la Autoridad Nacional Palestina, no como un estado independiente sino como un gobierno propio para Cisjordania y la Franja de Gaza, sin plena soberanía y bajo la supervisión del Estado de Israel, como un paso para la creación eventual de un Estado Palestino.

Aparentemente una solución. La OLP reconoce el statu quo que surge de la partición de Palestina en 1947 más las anexiones por parte de Israel de 1949 (fin de la guerra de 1948) y 1967 (Jerusalén) e Israel se compromete a reconocer eventualmente el estado palestino, una vez la autoridad nacional se consolide como un estado formal que garantice la seguridad de Israel. Pero los problemas no acaban ahí.

Tras los acuerdos de 1993, Yasir Arafat, lider de la OLP y primer presidente de la Autoridad Nacional Palestina siguió conservando un doble discurso de reconocimiento del Estado de Israel y su revindicación inicial de destruirlo; pero, adicionalmente, el partido político Hamás se convirtió en la principal fuerza política en Gaza y Hamás no reconoce al Estado de Israel. Hamás es una organización nacionalista yihadista que pretende crear un estado islamista en lo que fuere el protectorado de Palestina: Franja de Gaza, Cisjordania e Israel. Claramente Hamás como gobierno palestino no ofrecería las garantías que Israel impone para el eventual reconocimiento del estado palestino.

Pero el problema no es solo del lado palestino. No es solo del discurso ambiguo de Al Fatah (el partido que controla Cisjordania y tiene la presidencia de la Autoridad Nacional Palestina) ni el radicalismo anti-israelí de Hamás en Gaza. En contra de casi cualquier solución está el nacionalismo religioso israelí, actualmente en la colisión de gobierno y que comparte el conservador partido Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu como del ultranacionalista religioso y sionista partido Hogar Judío (הבית היהודי, ha-Bàyit ha-Yehudí), entre otros partidos contrarios al reconocimiento de un estado palestino.

Los asentamientos judíos en territorio palestino no cesaron con la declaración de independencia en 1948, ni con las anexiones de 1949 y 1967. Muchos movimientos sionistas han venido promoviendo asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza aun cuando los gobiernos de Israel han sido contrarios a ellos. El actual gobierno de Likud no es contrario a ellos sino que los promociona. Aun los gobiernos israelíes que han procurado desalentar nuevos asentamientos, han sentido la necesidad de defender a los israelíes que viven en los asentamientos existentes, particularmente desde 1967 cuando Israel tiene el control de facto de los territorios de Gaza y Cisjordania. Tan solo en 2005, el entonces gobierno de Ariel Sharón ordenó el cese de asentamiento judíos y la repatración de israelíes residentes en la Franja de Gaza, acto que exacerbó el nacionalismo judío dentro de Israel y llevó al triunfo de Netanyahu.

Si bien muchos israelíes aprueban la hoja de ruta de 1993 y el eventual reconocimiento de dos estados: un Estado de Israel judío laico y un Estado de Palestina árabe y laico, existe aun una parte de la población que apoya formas más o menos radicales de nacionalismo judío y sionista que esperan la recuperación de todo el Reino de Israel (el supuestamente histórico reino de David) bajo un gobierno israelí y bajo la ley judía. Así como hay palestinos que quieren un estado palestino unificado bajo la sharia y con la expulsión completa de los invasores israelíes (Hamás), también hay israelíes que quieren un Israel unificado bajo la ley judía y sin rastro de cualquier tipo de nacionalismo árabe al occidente del Jordán.

Estos nacionalistas judíos radicales son los que se expresan por medio de la parlamentaria Aleyed Shaked quien pide que los bombardeos a la Franja de Gaza extermine a los palestinos y a sus madres (para que no den luz a más palestinos). Esos judíos radicales son los que, ante la noticia de que cuatro niños palestinos jugando en una playa fueron muertos en un bombardeo israelí, se quejan de que tan solo hayan sido cuatro y no todos los niños palestinos.

Algo de ese tipo de odio me es familiar en personas como la Representante electa María Fernanda Cabal, y todos los que celebran sus declaraciones. Durante el mandato de Uribe varias veces escuché o leí mensajes cargados de odio hacia cualquier tipo de solución al problema de las FARC que no implicara el total exterminio de sus combatientes y seguidores. Y aun se escuchan.

Yo rechazo cualquier tipo de nacionalismo excluyente y por ello rechazo la actitud de Netanyahu. Yo rechazo cualquier intento de teocracia y por ello rechazo las ideas del Hogar Judío y sus mensajes de odio hacia el pueblo palestino.

Pero por ello mismo me veo impedido, en estos momentos, a expresar mi apoyo a Palestina, a pedir una Palestina libre. Hamás es peor que el Hogar Judío. Hamás no solo se alegra por cualquier niño israelita muerto así como los seguidores de Hogar Judío se alegran por cualquier niño palestino muerto. Hamás también se alegra por los niños palestinos muertos porque ellos se convierten en propaganda para que los despistados movimientos progresistas en occidente salgan a pedir una Palestina Libre. Es más, Hamás se esconde entre sus propios niños y les lava el cerebro para que sean escudos humanos y carne de cañón.

Golda Meir decía que la desgracia de los palestinos es que ellos odian más a Israel de lo que aman a sus propios hijos, y lo que muestra Hamás le da razón a Meir. Para Hamás los niños palestinos no son más que escudos humanos e instrumentos de propaganda en contra de Israel.

El problema de una guerra de tantos años es que acentúa estos nacionalismos religiosos. Hay muchos palestinos que sin duda prefieren la paz para poder desarrollarse y abrazarse con sus hermanos israelíes. Hay muchos israelíes que no quieren seguir viviendo en una guerra y que se horrorizan de que su gobierno mate niños. Pero esta guerra de años también produce nacionalismos religiosos como los de Hamás y Hogar Judío. Y palestinos e israelíes siguen votando por ese tipo de partidos. No todos, pero sí los suficientes para que Hamás y Netanyahu sigan en el poder.

Y en Cisjordania Al Fatah sigue manteniendo un discurso ambiguo porque si es más claro en pedir la reconciliación y continuar la hoja de ruta hacia un modelo de dos estados, los palestinos en Cisjordania terminarán votando por Hamás y empeorando la situación.

Quiero paz en Palestina. Bajo un esquema de un estado (un Israel-Palestina secular como el que propone el electo presidente de Israel Reuven Rivlin), dos estados (Estado de Israel + Estado de Palestina, como desarrollo final de la hoja de ruta de 1993) o cualquier otro esquema estudiado o propuesto; pero si soy consecuente con mi mentalidad liberal, estoy impedido a apoyar una Palestina libre bajo una teocracia islamista cuya principal razón de ser es destruir a una democracia.

Y creo que cualquier persona que se considere liberal o progresista debe saber que Hamás es todo lo contrario a lo que dicen defender y que aún con todos los defectos del conservadurismo actual en el gobierno del Estado de Israel, el Estado de Israel junto con Turquía representan lo más parecido al ideal liberal y progresista que hoy hay en oriente medio.

En otras palabras, no caigan en la propaganda de Hamás que está dispuesta a sacrificar a sus propios niños para que occidente los reconozca.


Una respuesta a “Sacrificando a sus propios hijos”

  1. En ningún momento debe interpretarse que mi impedimento para apoyar a Hamás es un apoyo al gobierno israelí. Así como condeno a Hamás condeno también las violaciones a los derechos humanos y el genocidio del gobierno de Israel contra los palestinos.

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