Desafíos


Cuando acepté mi apostasía al darme cuenta que ni mis creencias ni mis valores cabían dentro del cristianismo, y por ende tampoco dentro del catolicismo, habían muchas cosas en mi vida que resolver. Mi visión del catolicismo es el de una Iglesia diversa donde igual confluyen laicos reaccionarios como José Galat, y visiones teológicas de sacerdotes que llegan a considerar que las divinidad de Jesús no es el fundamento doctrinario del cristianismo. Gran parte de este diálogo se venía dando desde antes del Concilio Vaticano Segundo, así como el acercamiento de la Iglesia a una Doctrina Social. La Iglesia de Roma ha tenido demasiados pecados históricos y algunos no tan históricos como el manejo que se le dio a la pederastia a finales del siglo veinte. La insistencia de una sexualidad pensada exclusivamente a la procreación dentro del matrimonio que la lleva a rechazar la prevención del SIDA por medios profilácticos principalmente en África.

Dentro de toda la diversidad que se acepta dentro del catolicismo mi creciente descreencia en el dogma tenía cierto lugar. Pero hubo un momento en el que sentí que me estaba mintiendo a mi mismo en mi pretensión de seguir siendo cristiano y católico.

No tengo nada en contra del catolicismo con el que conviví. Gran parte de mis valores humanistas que aprecio en mi mismo vinieron del humanismo cristiano que me inculcaron los lasallistas en el bachillerato y los jesuitas en la universidad así como la experiencia que tuve en grupos juveniles en Suecia. Mi rechazo al dogma viene desde la escuela y nunca sentí que esa fuera razón de rechazo a la Iglesia de mis padres. Y, aunque haya muchas cosas que no acepto de la Iglesia de Roma no creo que esta sea una razón suficiente para adoctrinar a mis hijos contra la fe de su madre.

Antes de aceptar mi apostasía acepté que mis hijos tuvieran una escolarización confesional católica y entre más conozco los principios del colegio que con mi esposa escogimos para nuestros hijos más me convenzo de que fue una buena elección y de que mis diferencias doctrinarias con el catolicismo son asuntos menores.

No sé si ese seguirá siendo mi pensamiento a futuro, pero por ahora estoy conforme sabiendo que lo que mis hijos están ganado en una formación cristiana abierta al pensamiento crítico y al respeto a la diferencia es más que lo que yo percibo como los problemas fundamentales del teísmo en general y el cristianismo y el catolicismo en particular.

Aunque finalmente no es el colegio quien ha de formar a mis hijos sino yo y mi esposa. En algún momento mis hijos se enterarán que no soy católico ni creyente. Es en ese momento cuando se presentará uno de los mayores desafíos de mis elecciones.


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