
La historia blanca (o rosa) nos cuenta que en 1492 los europeos descubrieron a América y nos trajeron la civilización. A grandes rasgos esta es la historia que aprendà en la escuela: un encuentro de dos mundos donde los europeos aportaron la lengua y la religión, la escritura, los caballos y el ganado y, en general, los elementos que permitieron crear, eventualmente, naciones modernas en el continente americano; por otro lado América aportó la papa y otros cultivos. SÃ, también aprendà que la varicela le permitió a Cortés conquistar México, que muchas tribus indÃgenas fueron destruidas durante la conquista, y luego relegadas durante la colonia, aunque gracias al trabajo de Fray Bartolomé de Las Casas la corona eventualmente protegerÃa a los indios, aunque esto diera pie a la esclavitud de africanos.

Está por otro lado la historia negra que pinta a los españoles (y demás europeos) como invasores que llegaron a matar, saquear y asentarse sobre las tumbas de indios muertos. Que nos describe que América ya estaba poblada por civilizaciones, algunas más avanzadas que los europeos de la época. Si nuestra civilización actual tiene más de herencia hispánica que amerindia es porque los españoles violaron a nuestras madres y les robaron la cultura. Hablamos la lengua del invasor. Adoramos al dios impuesto por quienes nos violaron y saquearon.

Acabo de regresar de Cartagena de Indias y siendo la primera visita de mis hijos la idea era introducirlos en el porqué de las murallas y fortificaciones y siempre hay una pregunta sobre cual historia contar. Una de las historias más prominentes de la Cartagena colonial fue el sitio de 1741 cuando las tropas británicas comandadas por Edward Vernon intentaron tomarse a la ciudad defendida por Blas de Lezo. Cartagena era parte del sistema defensivo de España en el Caribe, junto con las plazas fuertes de Porto Bello, Veracruz y La Habana, siendo parte de la ruta de la flota española que transportaba el oro y la plata sudamericanos a España y el principal puerto de aguas profundas en el Caribe sudamericano. También fue parte de la ruta de esclavos que venÃan de Ãfrica hacia la América del Sur.

Esta posición hacÃa a Cartagena blanco de ataques corsarios, de los cuales los dos más exitosos fueron los del inglés Francis Drake (1585) y el francés Baron de Pointis (1697); quienes se interesaban más en la interrupción del funcionamiento español y el saqueo que en lograr ventajas estratégicas, pero la campaña británica durante la Guerra del Asiento (1739-1748) estaba encaminada a lograr ventajas estratégicas a largo plazo con la captura permanente de las plazas fuertes de Porto Bello, Veracruz, Cartagena de Indias y La Habana. Edward Vernon no llegó a saquear a Cartagena sino a capturarla en lo que fuere el mayor ataque anfibio del Imperio Británico antes del desembarco de NormandÃa en 1944.
Una visión que escuché con cierta frecuencia es que no habÃa ningún nosotros en esa guerra. Esa fue una guerra europea, peleada por imperios europeos defendiendo o buscando intereses europeos. Pero la verdad esa guerra, sobre todo en su fase inicial, involucró los intereses coloniales de dos coronas europeas, en respuesta a intereses de colonos americanos, con americanos defendiendo y atacando a Cartagena, con negros libres, nacidos en América, defendiendo y atacando a Cartagena. Los habitantes de Cartagena y sus defensores incluÃan criollos, mestizos, pardos, indios y negros. Los habitantes de Cartagena y sus defensores en 1741 fueron los ancestros de los cartageneros que el 11 de noviembre de 1811 declararÃan la independencia total de España y de los cartageneros que en 1815 serÃan fusilados o pasados a cuchillo por defender esa independencia.

La corona española en América estaba interesada en el oro que se almacenaba en Cartagena mientras se formaban las flotas de galeones que lo transportarÃa a España. Como americano puedo ver ahà una parte del despojo de España en América. Pero no era solo el oro el único interés. Antes de 1810, los americanos eramos súbditos de la corona española que requerÃamos que el rey nos protegiera de los británicos que también llegaban a saquear y a matar y a desplazar a nuestros indios y a preservar e incrementar la esclavitud. En 1761, en otra de las interminables guerras entre España y Gran Bretaña, los británicos (incluyendo americanos) capturaron finalmente La Habana e introdujeron las plantaciones de caña de azúcar en Cuba, junto con toda la tradición esclavista que se asociaba con la caña en esa época.
Contar la historia como una historia de ellos y nosotros no es adecuado. Si por nosotros hablamos de la nacionalidad colombiana, pues ese nosotros no existÃa en 1492, ni en 1741. Si por nosotros hablamos de los americanos, pues los americanos eran indios antes de 1492 y hoy somos otra cosa, con muy poca continuidad entre esos americanos y nosotros. No soy ni español ni indio; como no lo somos la mayorÃa de los colombianos. En mi caso particular, si algún ancestro negro mÃo (o su hermano) murió en Cartagena en 1741, es más probable que fuera un machetero jamaicano que un negro libre cartagenero. No es una historia de ellos contra ellos y nosotros de espectadores, o de ellos contra nosotros. Simplemente es historia. Una historia que nos lleva a dónde estamos y a lo que somos.
Lo que pasó a partir del 12 de octubre de 1492 es inadecuado verlo como un hecho heroico de conquista o como una malvada invasión. Muchos actos fueron crueles, tanto los perpetrados por los conquistadores como en los intentos de los indios por defenderse. La historia de La Gaitana y su venganza contra Pedro de Añazco es una representación de la crueldad de la época. El desenlace final era casi que inevitable: la pólvora, los gérmenes y el acero (tal cual lo titula Desmon Jared en su obra cumbre), pero igual la tradición de historia escrita, los caballos y toda la tecnologÃa y tradición guerrera del viejo mundo no tenÃan rival en la tecnologÃa y tradición guerrera de los indÃgenas americanos.


Cuando los ingleses llegaron a América del Norte, ya gran parte del territorio indio habÃa sido diezmado por la enfermedades del antiguo continente; y aunque no tuvieron un perÃodo de conquista similar al de los españoles, la tradición de tenencia de la tierra creó un diferencial motivacional que favoreció a los colonos anglos sobre los indios. Cuando la frontera de los Estados Unidos se cerró sobre las tribus indias de las planicies norteamericanas ya era simplemente una cuestión de números.
Todas la invasiones del pasado: los europeos en América, los germanos, eslavos, hunos y mongoles en Europa, los romanos en Ãfrica septentrional, los mongoles en China, los bantúes en Ãfrica central y meridional, y todos los et céteras que haya, son parte de nuestro pasado. Cada uno de nosotros tiene un ancestro invasor y, en muchos casos, un ancestro invadido; por cada una de nuestras lÃneas ancestrales.
Esto no significa que esté bien. Que las crueldades del pasado estén perdonadas o justificadas. Creo que hemos llegado a un punto de la historia donde podemos ver esas atrocidades y pensar que existe una mejor opción. Donde podamos ver la conquista de América, no como una leyenda rosa o una leyenda negra, sino como una lección de historia sobre la cual construir.

Hoy persisten varias amenazas a la paz mundial. El conflicto entre Israel y Palestina, la situación en Siria e Iraq, la guerra en Libia nos muestran lo que tradiciones literalistas del Islam junto con retórica nacionalista pueden acarrear; pero el problema árabe-israelà no es sólo culpa del Islam. La situación en Ucrania y en Myanmar. La eterna guerra de la cual no salimos en Colombia. Los conflictos en el centro y oriente de Ãfrica. En últimas hoy está pasando lo que pasó en siglos anteriores: hay poblaciones que buscan sobrevivir expandiéndose o resistiendo la expansión de otras. Hay ideas que se propagan e ideas que se resisten a ser reemplazadas. Hay crueldad y tal vez cierta dosis de inevitabilidad. Y hay formas de aprender a resolver estos conflictos. Conflictos que, en proporción, no son tan grandes como los del pasado y hoy sabemos más de nosotros mismos como personas, como seres humanos, que es más fácil que nunca buscar acuerdos de mutuo beneficio.