Creo que la palabra matoneo la estamos usando muy a la ligera. El acoso, para ser configurado como tal, requiere que sea sistemático. Una broma de mal gusto puede ser algo horrible por sà sola, pero no por ello es acoso o matoneo. La burla por un hecho especÃfico tampoco es matoneo.
Pulzo ha titulado Matoneo en Los Andes y La Sabana: les dicen ‘guisos’ y hampones a becados del Gobierno un artÃculo que he visto replicado varias veces en mi muro de Facebook y mi timeline de Twitter, pero lo que el artÃculo muestra no es matoneo. Muestra tan solo tres mensajes escritos en un foro de discusión. En uno un estudiante de La Sabana se queja de la inseguridad y la atribuye a los nuevos becarios del gobierno. En otro, un usuario identificado como Uniandino, advierte que eso ya pasó en Los Andes y que los de La Sabana no deben permitirlo. Finalmente en otro mensaje, alguien que se identifica como becario, hablando de estigma. Ni siquiera es claro si este estigma se refiera a un sentimiento generalizado o sólo como respuesta a los comentarios anteriores. El lenguaje que el becario usa en su nota usa términos mostrados en otros comentarios, como replicar la ortografÃa de ampón, algo común cuando se quiere resaltar las inconsistencias del mensaje original.
Sé que en la Universidad Javeriana de Cali, algunas voces similares se han escuchado. Estoy casi seguro que hay personas que piensan asÃ. Pero no creo que esas personas sean representativas de una discriminación sistemática y de acoso. Nada en la nota de Pulzo lleva a concluir que se trata de matoneo.
Pero se titula como matoneo, y todos saltamos a indignarnos. Por eso estamos como estamos, porque no hemos superado el clasismo.
Ni siquiera leemos la nota que compartimos. Ni siquiera pensamos más allá de la indignación inicial que produce el titular y de nuestros propios prejuicios.
Ayer, uno de los temas que más se habló en las redes sociales en Colombia fue la lesión del jugador James RodrÃguez. Muchos colombianos nos condolimos por esa noticia porque James representa algo bueno con qué identificarnos y una forma de soñar en persona ajena con que podemos triunfar. Por otro lado ocurrió un hecho vergonzoso: cuatro niños fueron asesinados en Florencia, Caquetá. ¡Cuatro niños! Un quinto hermano se salvó haciéndose el muerto para que no lo remataran.
Hoy todos estamos indignados por esa masacre, pero nuestra indignación no es tanto porque la masacre haya sucedido sino que nos indignamos con la prensa por dar más despliegue a la noticia de la lesión de James que a los niños asesinados en Caquetá. Indignados con nosotros mismos por que nos importó más la masacre de caricaturistas en ParÃs que la de niños en un rincón de Colombia. Indignados con nuestros compatriotas por no indignarse lo suficiente.
Saltamos a resaltar que a nuestros medios les importa más James que los niños masacrados, quienes no merecen estar siquiera en la portada. Asà tengamos que manipular la foto para tapar que la nota sà estaba en la portada. (Probablemente insuficiente, pero no es necesario mentir para probar un punto.)
Vivimos a punta de indignaciones. Nos indignamos por los Uniandinos por ser clasistas, no importa que la gran mayorÃa de estudiantes que pagan matricula completa y la gran mayorÃa de los becarios estén gustosos compartiendo un mismo espacio. Tenemos que resaltar las pocas voces que no muestran esto para podernos razgar las vestiduras y gritar indignados: “¡Clasismo!â€

Somos tan manipulables por los grandes medios que nos muestran la realidad que los intereses polÃticos y económicos quieren mostrarnos como de los maestros de la manipulación pública por cuenta de la indignación.
Creemos asà que los hinchas españoles del Real Madrid son unos xenófobos que no aceptan que Daniela Ospina no sea tan bonita como Irina Shayk. Creemos asà que los estudiantes de La Sabana son unos clasistas que no aceptan a unos pobres becarios en su campus. Creemos asà que los medios colombianos son unos superficiales a los que sólo les importa un tendón de James y no cuatro niños pobres muertos.
Indignarse es fácil. Sólo basta colgarse de cualquier titular.