En medio de la guerra


Digamos que hay una guerra. No entraré a discutir si se trata o no de un conflicto interno, una guerra civil de baja intensidad, una amenaza terrorista o cualquier otro nombre. Hay unos tipos con fusil en un lado y otros tipos con fusil en el otro lado y cuando se ven se disparan a matar; y hay personas sin fusil que ordenan, apoyan o financian a los tipos con fusil en cada bando.

0022Uno de los bandos son las fuerzas militares constitucionales de una nación reconocida como tal por la comunidad internacional, con una línea de mando que parte del jefe de estado de esa nación y que cuenta con el reconocimiento y el apoyo de la mayoría de los ciudadanos de ese país. Un grupo significativo de estos ciudadanos consideran a los soldados de este bando como héroes que los están protegiendo del mal. Estas fuerzas militares son financiadas a través de los impuestos que todos los ciudadanos pagan, así como ayudas económicas provenientes de otras naciones, especialmente de los Estados Unidos por medio de cruces de cuentas que terminan favoreciendo a su propio complejo industrial militar. (A la hora de la verdad, creo que tras el cruce de cuentas son más lo que toman que lo que dejan.)

web_web_farc_big_big_ceEl otro bando se autodenomina Ejército del Pueblo, aunque posee una mínima base popular de apoyo. Sus combatientes y sus comandantes son, con contadas excepciones, personas naturales de la misma nación a cuyo ejército regular combaten. Una parte importante de los ciudadanos de esta nación, si bien no apoyan a este otro ejército, sí creen que las causas por las cuales dicen luchar son objetivas. (Por ahora no comento lo que creo sobre ello.) Un grupo importante de ciudadanos no se identifica con los combatientes de ninguno de los dos bandos. Ante este mínimo apoyo popular, este bando se financia con ayudas internacionales pero, principalmente, con actividades ilegales como la extorsión y el tráfico de drogas.

Pero, independientemente de la asimetría o de la legitimidad entre estos dos bandos, la realidad es que ambos bandos existen y se enfrentan. Es una guerra. Para simplificar, a las fuerzas armadas constitucionales las llamaré el ejército (y a sus combatientes soldados) y al otro bando la guerrilla (y a sus combatientes guerrilleros).

Entre los combatientes de ambos bandos, hay soldados voluntarios y soldados reclutados; y entre los reclutados hay quienes han aceptado su reclutamiento identificándose plenamente con su bando y quienes han sido obligados e indoctrinados. En los últimos años el ejército cuenta con más voluntarios y menos reclutas forzados, y todos los combatientes son mayores de edad. En la guerrilla, por otro lado, la gran mayoría de combatientes entraron como reclutas forzados y una parte importante de ellos fueron reclutados siendo menores de edad.

Son pocos los combatientes voluntarios que entran con el objetivo de que los maten. Pero quien entra voluntariamente como combatiente en una guerra está aceptando implícitamente que la muerte en acción bélica es un riesgo que está dispuesto a tomar. Finalmente es una guerra. En cuanto a los combatientes menos voluntarios, sus reclutadores saben que la muerte es un riesgo al que están exponiendo a los reclutados. Hay dos formas básicas de reducir este riesgo: siendo más efectivos que el otro bando o no habiendo guerra. Pero el otro bando también querrá ser más efectivo que uno para minimizar el riesgo de que sus propios combatientes mueran.

Es triste la noticia de que murieron soldados. Por un lado son personas que, como personas y desde mi perspectiva humanista, merecen vivir. Por otro lado son los combatientes del bando al cual yo mismo le reconozco legitimidad. Pero es una guerra. Mientras insistamos que estamos en guerra, la muerte de soldados es un riesgo. Como humanista también me parece triste que mueran guerrilleros, particularmente porque la gran mayoría de guerrilleros fueron reclutados a la fuerza. Pero por otro lado siento que entre más guerrilleros mueran ahora, más cerca estamos de que acabe la guerra y así mueran menos soldados, menos guerrilleros y menos civiles. Pero si bien me entristece que mueran soldados, no me indigna. Me indigna la guerra.

Existe esta guerra, y esta guerra se acabará cuando una de las partes derrote a la otra o entre las partes se llegue a un acuerdo. La guerrilla nunca ha estado medianamente cerca de derrotar al ejército y hoy menos que nunca: la diferencia de recursos y la legitimidad otorgada por la ciudadanía hacen casi imposible que esto suceda. El ejército sí podría derrotar a la guerrilla pero no es una labor fácil: desde su concepción, la guerrilla está basada en tácticas de guerra asimétrica que ofrece un blanco pequeño al armamento de un ejército regular, y más cuando este ejército regular tiene la obligación de proteger a la población civil. Si queremos acabar la guerra para que mueran menos soldados y menos civiles, probablemente la opción más rápida sea la salida negociada.

Por línea de mando, no es el ejército quien negocia por su parte sino sus comandantes civiles en el gobierno. No sé ni creo relevante saberlo, si en la guerrilla exista una división similar entre combatientes y comandantes civiles.

Hay varios conceptos que es importante no confundir: la guerra, el armisticio, la paz, la tregua y la negociación. La tregua es un alto el fuego: es la decisión unilateral de una de las partes o el acuerdo entre las partes de no dispararse por un tiempo, sin que se haya declarado el fin de la guerra. Una tregua indica que la guerra sigue vigente. Una tregua no conlleva mayores compromisos y quien rompe una tregua bilateral simplemente está anunciando el fin de la tregua. (Ahora, quien rompe una tregua sin aviso previo, está aceptando perder credibilidad.)

El armisticio es el alto el fuego definitivo. El armisticio, que puede venir en forma de rendición o en forma de acuerdo, es la decisión de acabar la guerra. En las actuales conversaciones, la negociación, entre el gobierno y la guerrilla en La Habana, no se está negociando la paz sino el armisticio por acuerdo. Por eso me parece incorrecto que el gobierno actual hable de la Paz y que la oposición se refiera a la situación actual como la paz de Santos.

La negociación es una conversación que se realiza con el objetivo de llegar a acuerdos. Quienes negocian deciden las condiciones bajo las cuales están negociando. La negociación para llegar a un acuerdo de armisticio parte, por definición, de la existencia de una guerra. No hay reglas fijas de cómo y qué se puede negociar ni de qué condiciones previas requiere la negociación. Básicamente la única regla es la inmunidad de los negociadores durante la negociación y la capacidad del negociador de lograr acuerdos de parte del bando que representa. La negociación puede hacerse con o sin tregua. La negociación puede estar condicionada o no a otros requisitos como el tipo de acciones bélicas que las partes pueden ejercer o no durante la negociación.

En la negociación actual en La Habana entre el gobierno y la guerrilla, se acordó que era una negociación en medio del conflicto. Esto quiere decir que la negociación no depende de cómo se desarrolle la guerra. En principio esto significa que no se reconoce cuartel a la guerrilla como condición para la negociación. Y viceversa. Esto significa que si el ejército bombardea un campamento guerrillero matando al comandante, o si la guerrilla embosca a una patrulla del ejército, los negociadores no tienen por qué abandonar la negociación. Puede no gustarnos, pero el problema no es la negociación ni el gobierno sino la guerra.

La negociación debe ser juzgada por los acuerdos a los que llegue, no por las condiciones que la negociación no tiene.

Triste que hayan muerto once soldados en Cauca en una emboscada de la guerrilla. Rechazo el hecho de que el autodenominado Ejército del Pueblo, que no me representa como pueblo, realice acciones bélicas contra personas, contra colombianos y más cuando estaban empeñados en una tregua. No reconozco legitimidad alguna a la supuesta lucha de esta guerrilla (o cualquier otra guerrilla actual en Colombia). No creo que cualquier motivo medianamente objetivo justifiquen el daño que le están haciendo al país. Pero, repito, no me indigna la muerte de soldados: me indigna la guerra innecesaria en la que mueren soldados (o civiles, o guerrilleros reclutados de niños).

Pero la única forma en la que yo le pediré al gobierno que se pare de la mesa de negociación es el momento en el que tenga la certeza de que morirán menos colombianos a mediano y largo plazo (y que los colombianos vivan mejor) ganando la guerra que negociando el armisticio. Si ya se tomó la decisión de negociar en medio de la guerra para acordar un armisticio, la guerra y la negociación deben llevarse con lógicas separadas.

Y si lo que se acuerde en la Habana es malo para el país, lo denunciaré. (Pero el acuerdo, no las condiciones que la negociación no tiene,)


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Connect with Facebook

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.