Ugenito estaba invitado a ayudar a coordinar un evento al otro lado del mundo. ¡Yupi por Ugenito! Pero la invitación sólo cubrÃa pasajes hasta por x cantidad de money. Asà que Ugenito se metió a googlear todas las combinaciones posibles de vuelos y nada salÃa por menos de x. Tal vez Ugenito no podrÃa ir, o sólo podrÃa ir si completaba la diferencia. ¡Pobre Ugenito!
Pero surgió un plan de unas vacaciones en Disney para Ugenito y su familia. Ugenito pensó: si igual está el gasto de los pasajes para las vacaciones, tal vez el resto del pasaje para el evento saliera por menos de x. De nuevo Google flights a probar combinaciones. Pero nada cuadraba bien. Lo mejor que Ugenito encontró fue volar Bogotá–Nueva York, Nueva York–Florida, Florida–Bogotá, en un tiquete, y Nueva York–Tailandia, Tailandia–Nueva York en el otro; este último con escala en Moscú u otro puerto en Europa o el nororiente de Asia.
Pero aun faltaban las visas y la financiación, porque esa x cantidad de money, se la pagaban a Ugenito una vez llegara a Tailandia. Asà que tocaba esperar. Y tocaba decirle a los organizadores que invitaban a Ugenito a que esperaran, hasta que hubiera una luz verde.
Pero los organizadores sólo podÃan esperar hasta el 15 de mayo, 50 dÃas antes del inicio del evento, y para ese dÃa Ugenito aun no tenÃa la visa USA en sus manos. Los gringos tenÃan el pasaporte de Ugenito, lo que significaba que casi seguro se la daban, pero casi seguro no es lo mismo que tenerla en la mano. Además el 15 de mayo en Tailandia es el 14 en Bogotá. Asà que el 14 en la noche Ugenito se metió de nuevo a Google flights, para comprobar que las tarifas supereconómicas de pasajes a Nueva York y de Nueva York a Tailandia ya no estaban disponibles. ¡Pobre Ugenito! Pero probando combinaciones y combinaciones encontró algo casi igual de bueno: volar por Houston, con escala en Miami. Ugenito se arriesgó: sin tener claridad de la financiación y de la visa USA, Ugenito compró el pasaje Bogotá–Miami–Houston, Houston–Miami, Miami–Bogotá por American Airlines; y el pasaje Houston–Beijing–Bangkok, Bangkok–Beijing–Houston por Air China; con apenas los tiempos necesarios para bajarse de un vuelo y tomar el otro. Fort Lauderdale u Orlando hubieran sido mejor que Miami, pensaba Ugenito. Pero la tarifa por Miami estaba mejor. Incluso que una tarifa directa a Houston.
El evento no era en Bangkok sino en Chiang Mai, asà que aún faltaba el tramo Bangkok–Chiang Mai, pero Ugenito sólo lo comprarÃa cuando tuviera más claridad en el viaje.
Lo otro era que la decisión de Ugenito de comprar los pasajes asÃ, imponÃa las fechas para las vacaciones familiares en Disney.
14 de mayo fue un jueves. El sábado 16 de mayo llegaron los pasaportes a la oficina de DHL, pero cuando Ugenito comprobó, la oficina estaba pronta a cerrar y no alcanzaba a desplazarse. El 18 de mayo era festivo, asà que Ugenito tuvo que esperar hasta el martes a primera hora para ir a la oficina y reclamar los pasaportes. Primer alivio para Ugenito: las visas a USA aprobadas para todo el grupo familiar. Al menos no se perdió esa platica.
Con el pasaporte y la claridad, Ugenito fue a sacar la visa a Tailandia. Sin problemas. Pero el problema fue cuadrar ahora las vacaciones familiares. Ugenito regresaba el 17 de julio a Miami y el 28 regresaba de Miami a Bogotá. Tal vez lo mejor era que el resto de la familia de Ugenito volara el 18 a Orlando y regresara el 28 desde Miami, pero mientras se tomaban las decisiones los pasajes para esas fechas se subieron. Finalmente se cuadraron los pasajes: la familia llegaba el 19 a Orlando (directo a Disney) y regresaba el 29 de Fort Lauderdale.
Eso dejaba a Ugenito con todo el sábado 18 de julio solo en Miami, y buscando alternativas para llegar el 19 a Orlando. Por otro lado estaba el transporte familiar. Todo sugerÃa que lo mejor era alquilar una Minivan en Orlando cuando acabara el plan Disney y regresarla en Miami. HabrÃa transporte para los planes Universal, Sea World, Legoland, Sarasota, y para hacer vueltas en Miami. Otra alternativa era alquilar en Miami y devolver en Miami y dejar el carrito parqueado en Disney (gratis) durante esos dÃas.
Indagando en los siempre cambiantes precios de alquileres de autos Ugenito encontró una super oferta: una minivan tomada en Miami el 19 (lejos del aeropuerto) y entregada el 28, por debajo de 400 dólares. Pero Ugenito se olvidó de reservarla. Cuando fue a ver nuevamente la opción ya no existÃa. La siguiente mejor opción: tomar una minivan en Disney el 24 y devolverla el 28 en Miami International. Esta vez Ugenito asegurarÃa la reserva. Detalles aún por cuadrar, pero todo se veÃa bien. Ugenito estaba satisfecho.
Con ya casi todo listo, hablando con amigos habrÃa plan para el sábado 18 en Miami. En cuanto a las conexiones faltantes: Bangkok–Chiang Mai podrÃa hacerlo en tren nocturno (se ahorraba una noche de hotel) y Chiang Mai–Bangkok en un vuelo económico. Quedaban pendientes las noches en Miami y el viaje Miami–Orlando, pero eso ya se cuadrarÃa en su debido momento.
DÃa antes del viaje, sobre las 9 de la noche a preparar finalmente la maleta. La señora de Ugenito fue generosa en tomar el liderazgo y empacó varios pantalones, varias camisetas tipo polo, unos zapatos formales y, a manera de equipaje de mano, una maleta de rodachines un poco más pequeña. Ugenito no estaba seguro de la maleta de rodachines, pues se sentÃa más cómodo con un morral, pero bueno.
Llegó el dÃa del viaje: 1o de julio por la tarde. Ugenito habÃa reservado la ventana que tanto le gusta porque Ugenito es curioso y le gusta identificar puntos en tierra mientras estos sean visibles. Pero cuando Ugenito llegó a su silla estaba ocupada. Una niña con escarapela de menor de edad viajando sin compañÃa le hizo ojitos para que la dejara en la ventana. Ugenito no pudo decirle que no. Pero luego comprobó que el pasillo tenÃa una ventaja: a la hora de salir era más fácil sacar el equipaje de mano del cosito de arriba y estar en el pasillo listo para correr y no perder la conexión, a esperar que quien estuviera en la silla de pasillo se moviera primero.
Primer retraso: congestión aérea en El Dorado y el vuelo sale con casi media hora de retraso. ¡La conexión! pensaba Ugenito. Pero esa congestión estaba prevista en la hora de llegada, y efectivamente el avión aterrizó en Miami 15 minutos antes de lo previsto. Tranquilidad: se salva la conexión.
Pero el muelle de desembarco estaba ocupado. El avión esperó en zona de carreteo hasta que estuvo libre: 20 minutos después de la hora de llegada. ¡La conexión! Apenas pudo Ugenito salió a paso veloz a inmigración y aduanas. Comprobando por el camino, Miami International no tiene WiFi de cortesÃa y la WiFi paga cuesta unos cinco dólares. Bueno, después me encargo de avisar a la familia si me fue bien o mal. Mientras tanto: una enorme fila de inmigración. ¡Damn!
90 minutos viendo como lentamente avanzaba la fila de inmigración, y cuando toca la fila final, una vez uno escoge la ventanilla, los cuatro gatos que estaban adelante se demoraban con el oficial eternidades. ¡Me tocó con el más lento! Pensó Ugenito. Finalmente llegó el turno y Ugenito mientras pasaba los papeles le dijo al oficial que tenÃa una conexión casi inmediata. Todo en orden y fue rápido. ¿Por qué se habrá demorado tanto con los otros? No importa: a buscar la maleta y lograr la conexión: ¡queda casi media hora!
La maleta estaba en la banda (serÃa el colmo si no tras tanta demora en inmigración). Ugenito agarra la maleta y sale directo a conexiones. Houston está cerrado, le dice el funcionario de American. ¡Pero tengo conexión internacional en Houston! dice Ugenito. De malas, dice el funcionario. Bueno, a correr al módulo de tiquetes para ver qué opciones hay. El vuelto está cerrado pero aún quedan 20 minutos para que despegue el avión. Tal vez Ugenito cuente con suerte.
Ugenito salió, se le cayeron los papeles que tenÃa a la mano, los recogió como pudo y llegó al módulo de tiquetes: ¡fila!
Finalmente lo atendieron. Nada que hacer. El avión acabada de despegar y era el último vuelo a Houston. Con gusto reprogramaban a Ugenito para el primer vuelo de la mañana y le daban alojamiento y comida en Miami. ¿Qué voy a hacer en Houston si ya perdà la conexión? pensaba Ugenito. Ugenito le dijo a la dependiente que lo pensarÃa.
Bueno: a comprar los 5 dólares de WiFi porque ¡qué más! Igual serÃan útiles por un mes y más adelante tendrÃa que usar de nuevo Miami International.
Lo primero: llamar a casa para informar la situación. Lo segundo, llamar a Air China para ver qué acuerdo se puede lograr. Skype sobre la WiFi no estaba tan bueno asà que Ugenito buscó teléfono público, pero igual el dependiente de Air China, en inglés con acento chino, no solucionó gran cosa. En Miami no hay oficina de Air China asà que, cualquier cosa, serÃa mejor arreglarla al dÃa siguiente en Houston. Además, perder la conexión a Houston era perder también el pasaje de regreso. Ugenito regresó al punto de tiquetación y tomó la oferta de American: el 2 salÃa a primera hora a Houston y, mientras, tomaba la oferta de comida, habitación y desayuno.
En el hotel, Ugenito tomó la decisión de ver cómo era la cancelación y el desembolso de Air China. Ugenito pensó que cualquier cosa era mejor iniciar el trámite antes de que despegara el avión de Houston y asà lo hizo. Mirar alternativas. La más económica era volar por Korean Air via Seul (Incheon). La República de Corea no exige visa a los colombianos, asà que sà es opción. Entre todas las alternativas, la más barata era volar, saliendo el 2 por la mañana de Houston, vÃa Seul a Singapur (Singapur tampoco pide visa), luego Singapur–Chiang Mai en una aerolÃnea de bajo costo (igual en cualquier alternativa perderÃa el tren desde Bangkok) y regresar desde Bangkok llegando el 18 por la mañana a Houston. Ugenito llamó a American y le confirmaron que no habrÃa problema de mover el vuelo del 17 de Houston a Miami, pues era parte de los inconvenientes causados por el atraso.
Ugenito se vio tentado a comprarla, pero tenÃa dos problemas: la escala en Houston era muy justa y la tarjeta de crédito estaba ya al lÃmite. Consultando con la familia, le dijeron que esperara y que en Houston intentara hablar nuevamente con Air China.
Mañana siguiente: Ugenito llega a tiempo a la sala de espera para comprobar que el vuelo está atrasado. El copiloto se habÃa enfermado y tenÃan que esperar un reemplazo. ¡Menos mal Ugenito no se apresuró a comprar por Korean!
Un par de horas después despegó finalmente el avión. (No, ni modo, definitivamente no hubiera alcanzado al vuelo de Korean). Y, sobre el medio dÃa, estaba ya Ugenito en el megaaeropuerto tejano. Primera ventaja: en el George Bush Intercontinental Airport de Houston hay WiFi gratis; sin lÃmite de tiempo. Lo primero: buscar una oficina de Air China en el aeropuerto. Y no la hay. En Air China, dentro del aeropuerto, sólo atienden desde 4 horas antes del vuelo que es a la una de la madrugada. Buscar si hay una oficina cercana al aeropuerto: Air China tiene dos oficinas en Houston, pero una es en el centro de Houston, a 50 dólares en taxi, (36 en Uber) y la otra, un poco más cerca al aeropuerto, tampoco estaba tan cerca. Lo mejor era llamar. Al menos esta vez, al otro lado de la lÃnea, no era un chino macheteando inglés sino alguien que entendÃa el chapuceado inglés de Ugenito y a quien Ugenito entendÃa sin mayores problemas.
El aeropuerto de Houston tiene un problema. Fuera de la zona de seguridad no hay nada. Cero comercio. Ningún lugar dónde adquirir una SIM de datos o un teléfono desechable. Nada de restaurantes salvo un par de cafeterÃas pequeñas. Siempre que Ugenito preguntaba por cualquier cosa, la única respuesta es que fuera al Walmart más cercano (20 dólares en taxi).
Ugenito miraba su aplicación de Uber. PodÃa estimar tarifas pero no podÃa usarla porque no habÃa alcanzado a confirmar el número telefónico en Bogotá, y no tenÃa cómo recibir mensajes de confirmación en Estados Unidos. También la dependiente de Air China hubiera preferido un número en Estados Unidos para devolver la llamada, asà Ugenito no estarÃa esperando a llamar cada media hora a ver si habÃa ya una solución.
Tras mucho pensarlo, la decisión fue salir del Aeropuerto. La pregunta era ¿a dónde? HabÃa buses a la ciudad, pero sin comunicaciones no era buena idea. ¿Un centro comercial? Google maps mostraba uno pegado al aeropuerto. Bueno, allá podrÃa conseguir un almuerzo y con suerte una SIM o un teléfono desechable para permanecer comunicado.
Pero estaba el problema de las maletas. Andar con dos maletas es incómodo en un aeropuerto, pero es más incómodo aún andando en la ciudad o por un centro comercial. Como pudo, Ugenito terminó sacando un morral que traÃa dentro de la maleta pequeña, empacó la maleta pequeña dentro de la grande como pudo y, con un morral y una maleta los movimientos eran más cómodos.
Buscar un taxi al Mall. ¡23 dólares! El área del aeropuerto Intercontinental de Houston es enorme y lo que se ve en el mapa pegado al aeropuerto está realmente apartado. Primer paso en el Mall: buscar dónde adquirir una SIM o un teléfono desechable. Un Best Buy Mobile pareció ser la solución. ¡Listo! 1GB por 30 dÃas. Un poco caro frente a estándares internacionales, pero eso es lo que ofrece los Estados Unidos a sus visitantes. Al menos Ugenito ya tendrÃa un número telefónico para recibir llamadas y mensajes de texto (p. ej. para terminar de registrar el Uber), y para no estar dependiendo de las WiFi de los aeropuertos, hoteles y centros comerciales.
Segundo paso: almorzar. Cualquier basura, no importa, mientras la panza se sienta satisfecha.
Tercer paso: averiguar que pasó con Air China: malas noticias, cualquier cambio saldrÃa por más de tres mil dólares (cuando el tiquete original habÃa sido por USD 1.033,00).
Cuarto paso: averiguar alternativas. Bueno, de eso se encargó la familia en Bogotá y finalmente consiguieron Korean Air hasta y desde Bangkok, pero el regreso de Bangkok serÃa dos dÃas después y asà mismo la llegada a Houston: ya no serÃa el 18 sino el 19. ¡Oops! Ugenito llamó a American nuevamente para ver si el vuelo Houston–Miami se lo corrÃan dos dÃas después. Que no, que por polÃticas sólo se puede un dÃa, pero sÃ, que sà podÃan hacer una excepción. Como parte del proceso, Ugenito aprovechó para correr el vuelo a Bogotá del 28 al 29 (y coincidir con el plan familiar).
Lo otro: estar completa y positivamente seguros de que en Seul no le pedirÃan visa a Ugenito. Ugenito googleo, encontró el número del consulado de Corea en Los Angeles y llamó. SÃ, confirmado: no necesita visa. (Igual, Ugenito comprobarÃa luego, que nisiquiera necesitaba pasar inmigración en Incheon en conexión internacional).
Listo, salió el pasaje Houston–Seul–Bangkok saliendo el 3, Bangkok–Seul–Houston saliendo el 18 y llegando el 19 y un tiquete Bangkok–Chiang Mai el 5 (con una noche en Bangkok).
Quinto paso: buscar una noche en Houston. Una alternativa que parecÃa la mejor, un hotelito económico cerca al mall, y al dÃa siguiente un taxi o un Uber (9 dólares, frente a los 23 del taxi) al aeropuerto. El problema es que al lado del mall significaba cruzar una avenida de suburbio gringo: es decir, algo casi imposible de hacer sin carro. Segunda alternativa: un hotel más cercano al aeropuerto (8 dólares en Uber, ni quise averiguar cuanto en taxi) y al dÃa siguiente usar el shuttle del hotel. Por web resultaba mejor el precio que yendo directamente asà que Ugenito reservó. Ya con la tranquilidad de tener solucionado todo hasta Chiang Mai, ida y vuelta. Bueno, seguÃa faltando el tramo Miami–Orlando, pero eso serÃa problema para otro dÃa.
Sexto paso: cancelar el tiquete de tren de Bangkok a Chiang Mai. Pero ya ese dÃa y a esa hora no le devolvÃan a Ugenito nada. 18 dólares a la basura. No importa. Ugenito pidió su Uber y estrenó el sistema. En el hotel reorganizarÃa de nuevo las maletas para asegurarse que la maleta aforada estuviera por debajo de los 20 kilos y la de mano debajo de los 7 que exigirÃa Thai Smile, la aerolÃnea de Bangkok a Chaing Mai.
Sin contratiempos, salió Ugenito el 3 por la mañana a Seul, comprobando que es un vuelo que apenas sà sobrevuela mar, y le hace un quite a Corea del Norte. Llegó Ugenito el 4 a Incheon, almorzó en el aeropuerto y tomó el vuelo a Bangkok que llegaba ese mismo 4 por la noche. Todo bien salvo que al entrar a la fila de inmigración en Tailandia le dijero que tenÃa que pasar primero por control de salubridad. Okay. Ugenito se devolvió y cuando llegó lo primero que le pidieron fue el certificado de vacunación de fiebre amarilla. ¡Oops! Ugenito tenÃa su certificado de vacunación junto con el pasaporte desde que le entregaron la visa a Tailandia, pero un par de dÃas antes de salir, los separó y el certificado se quedó en Bogotá en la mesita de noche. ¿Qué hacer? Ugenito buscó entre los papeles, los que se le habÃan caÃdo en Miami y que algunos no volvió a ver, y encontró la copia del certificado de vacunación que habÃa usado para la visa. El funcionario de salubridad de Tailandia quedó satisfecho y Ugenito pudo ir a inmigración y a reclamar la última maleta que seguÃa en la banda. Ningún inconveniente en aduanas.
Primer plan de Ugenito: cambiar plata, conseguir una SIM y alojamiento. En ese orden. En últimas una opción serÃa dormir en el aeropuerto, pero la SIM de datos era para Ugenito artÃculo de primera necesidad. Tras cambiar 50 dólares, pasó Ugenito por un punto de información. Que no se preocupara por la SIM, pero mire estas alternativas de hoteles. Ugenito insistió que el más económico asà no tuviera tantas prestaciones. Que no se preocupara por la SIM que cerca del hotel podrÃa salir más económico. Bueno, está bien. Ugenito esperó el shuttle al hotel y una vez registrado y dejada las maletas salió a buscar una SIM y algo de comer.
SÃ. Tal vez cerca del hotel hubiera conseguido una SIM más económica que en aeropuerto, pero no a esa hora. (Adicionalmente por web ese mismo hotel le hubiera salido un 33% más económico: conclusión, la próxima vez asegure la SIM primero y luego sà busque el alojamiento por web. O antes, pero por web.) Igual en el aeropuerto y en el hotel habÃa WiFi, asà que la falta de SIM no fue crÃtica.
Regresando al hotel esa noche, y cruzando la avenida por un paso peatonal señalizado, Ugenito pidió el verde y empezó a cruzar cuando el semáforo cambió. Un taxi le frenó en seco pitando y otro se mostró desesperado. Conclusión: bienvenidos de nuevo al tercer mundo y a los automovilistas que no respetan pasos peatonales. (Nunca más en Tailandia Ugenito se preocupó por hacerle caso a los semáforos peatonales y los cruces demarcados, igual a como veÃa hacer a los demás tailandeses: bienvenidos a la Bogotá pre-Mockus).
DÃa 5. Juicioso Ugenito tras desayunar una pequeña caminata matutina donde vio que el transporte público en ese sector era a punto de Songthaew (pickups adaptadas) se fue juicioso al aeropuerto, a checkear su viaje, conseguir finalmente la SIM (que sà consiguió: 1GB por 30 dÃas, a la quinta parte de lo que le costó en Estados Unidos) y tomar el vuelo a Chiang Mai, con tiempo para no estar corriendo.
Ugenito llega a Chiang Mai, lo recogen de la organización y lo llevan al hotel. Muy buen hotel el Holliday Inn de Chiang Mai y una habitación espectacular. De eso Ugenito no tuvo nada que quejarse. Excepto que esa primera noche se le olvidó apagar el aire acondicionado y entre los cambios de clima y los aires acondicionados, el resfrÃo que venÃa incubando se exacerbó la mañana del 6 y tras tomar el desayuno, Ugenito se acercó a la enfermerÃa por cualquier pasta para el alivio de los sÃntomas. ¿De dómde viene? Preguntaron los enfermeros. De Bogotá, pero pasé por Estados Unidos y Corea del Sur, contestó Ugenito. ¿Corea del Sur? preguntaron los enfermeros con los ojos abiertos. Resulta que por esos dÃas hay una amenaza del SÃndrome Respiratorio del Medio Oriente, Coronavirus (MERS-CoV por sus siglas en inglés) que en Tailandia quieren contener (como que hubo un caso en Bangkok que no trascendió y aun no habÃan casos en Chiang Mai), pero los viajeros que venÃan del Medio Oriente o de Corea del Sur, con sÃntomas de resfrÃo, eran personas de interés. Asà que a Ugenito lo enviaron remitido al hospital más cercano (cruzando la calle del hotel), le tomaron muestras de fluÃdos, y lo regresaron al hotel con la orden de que permaneciera en cuarentena en la habitación mientras llegaban los resultados de los exámenes.
Y llegaron por la noche: resfrÃo común. Ya Ugenito estaba finalmente listo para continuar sus labores como coordinador de la 56a Olimpiada Internacional de Matemáticas.
2 respuestas a “La saga de Ugenito”
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What a journey Ugenito! a la proxima me buscas en Houston (donde vivo hace 12 anios) y con gusto te hibiera auxiliado en tu periplo!.
Abrazo.
LR