Primero, no creo que haya paramilitares colombianos en Venezuela porque considero que lo que en Colombia hemos aprendido a llamar paramilitares no son realmente paramilitares. Hecha esa salvedad sà creo muy probable que en Venezuela haya grupos armados ilegales en los que participan colombianos y cuando personas como Ernesto Samper, presidente de Unasur y expresidente de Colombia, o Iván Cepeda, senador de Colombia, dicen esa obviedad no son traidores a la patria.
Segundo. Técnicamente Nicolás Maduro no ha hecho nada que se desvÃe de las prácticas internacionalmente aceptadas para el trato de inmigrantes indocumentados. Es internacionalmente aceptado que un gobierno pueda detener y deportar a un inmigrante cuya situación jurÃdica no está normalizada. Hay un par de detalles sobre el caso que vale la pena tener en cuenta, pero lo haré más adelante. También es facultad internacionalmente aceptada que un gobierno pueda desalojar a una persona que vive en un terreno sobre el cual no tiene tÃtulos de propiedad y que la administración pueda demoler una construcción que no cumplió los permisos legales para ser levantada. Por muy duro que nos parezca, el desalojo, demolición de viviendas y deportación son prácticas aceptadas. Y son prácticas que nuestro gobierno ejerce y ha ejercido en administraciones anteriores.

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Nada más en este año, varios colombianos de etnia paez fueron desalojados de Corinto, Cauca y sus casas fueron demolidas. SÃ, las autoridades actuaron de acuerdo a la orden de un juez que determinó que esos colombianos no tenÃan derecho a habitar ese terreno. Y Colombia detiene y deporta a cada rato ciudadanos ecuatorianos, chinos, africanos y de muchas otras nacionalidades, que usan a Colombia como parte de su recorrido hacia Estados Unidos, entre otras posibles razones para estar ilegalmente en Colombia.
Armar un caso legal ante instancias internacionales para que condenen a Nicolás Maduro y su gobierno por los hechos en la frontera con Colombia es complicado porque nada de eso es ilegal. Declararle la guerra a Venezuela nos convertirÃa en el paÃs agresor.
Ahora, que esté amparado por la legalidad, el principio de soberanÃa y la normalidad de las prácticas internacionales no significan que lo que esté haciendo Nicolás Maduro esté bien.
Primero: hay tratados binacionales que establecen que la zona de frontera es una zona de tránsito libre. En situaciones normales un colombiano podÃa ir a San Antonio de Táchira sin pasaporte, sin visa, y quedarse allá el tiempo que quisiera, y un venezolano podÃa hacer lo propio en Cúcuta. Eso incluye que un colombiano podrÃa comprar una casa en San Antonio y vivir allà como su residencia permanente. Asà las cosas, un colombiano residente en San Antonio del Táchira y otras zonas de frontera no es un inmigrante ilegal, como no lo es un venezolano viviendo en Cúcuta. Adicionalmente todo colombiano que haya vivido por quince años en Venezuela, trabajando dentro de la economÃa venezolana, sea legalmente dentro de la zona de frontera o ilegalmente al interior del paÃs, puede optar por legalizar su situación. No he confirmado si entre los recientes deportados hay colombianos que estuvieren en esa situación.

Segundo: muchos de los colombianos deportados de Venezuela en estos dÃas tenÃan cédula venezolana. Aparentemente durante el régimen de Chávez se les ofreció la cédula venezolana a varios colombianos sin verificar si cumplÃan las condiciones para normalizar su ciudadanÃa venezolana. Se dice que la única contraprestación es que votaran por Chávez (o por su sucesor: Nicolás Maduro). Cabe la pregunta de si esa cedulación es similar a una amnistÃa, donde el colombiano cedulado como venezolano es ahora un ciudadano venezolano con plenas garantÃas, o si esa cedulación fue ilegal, en cuyo caso la situación de esos colombianos no fue normalizada y seguÃan viviendo como indocumentados.
En muchos casos de migración irregular se tiene un paÃs pobre A y un paÃs rico B y un ciudadano X de A migra al paÃs B. (El paÃs A no es necesariamente más pobre que B; puede ser simplemente desigual y X siente que no tiene esperanzas de salir de la pobreza en A.) En B, X será un ciudadano de segunda porque no tiene su situación legalizada, pero para X ser un ciudadano de segunda en B es mejor que ser un ciudadano pobre en A. Para un ciudadano Y en B, sin embargo, X es un invasor. Si B ofrece subsidios o ayudas a sus habitantes, entonces X recibe un subsidio, lo que disminuye el subsidio que recibirÃa Y. Si X consigue trabajo y Y no, Y interpretará que X le quitó el trabajo. Mientras alguien puede ver a X como una persona que huye de la pobreza, alguien más (p. ej. Y) ve a X como alguien que se aprovecha del régimen en B.
Desde antes del régimen chavista, Venezuela era un paÃs con altos subsidios a su población. Muchos bienes tales como alimentos y combustibles estaban y siguen subsidiados. Por ello la gasolina es más barata en Venezuela que en Colombia, lo cual, por un lado genera contrabando, pero por otro lado para muchos colombianos, sobre todo colombianos pobres, migrar a Venezuela era atractivo.
El contrabando, para un colombiano que quiere hacer industria, es una competencia ilegal. Hace varios años un amigo que trabaja como gerente de marca para una empresa colombiana me decÃa que tenÃa problemas para vender su producto en la Costa Atlántica porque tenÃa que competir con su propio producto (su propia marca) contrabandeado desde Venezuela. Venezuela compraba el producto a un menor costo y encima lo subsidiaba para vendérselo a los venezolanos. Pero ese producto más barato lo compraban también colombianos que iban luego a venderlo a Colombia a menor precio.

Pero para el venezolano el contrabando de bienes hacia Colombia significa que el gobierno venezolano está subsidiando a los colombianos. Hay plata que sale de las arcas públicas de Venezuela que, en lugar de cubrir necesidades de los venezolanos, está haciendo más rico a los contrabandistas colombianos. En Colombia circulan varias fotos de supermercados venezolanso con los mostradores vacÃo, pero no muestran que en Cúcuta se encuentran esos productos venezolanos a la mitad del precio que el producto colombiano.
Y eso no es sólo del chavismo: eso sucedÃa con los gobiernos anteriores a Hugo Chávez. Tal vez la solución de fondo es que en Venezuela haya menos subsidios derivados de las ventas de petróleo y se fomente industria propia, pero eso no va a pasar en un corto plazo y menos bajo la ideologÃa del Socialismo del Siglo XXI.
Puede que la economÃa venezolana esté peor que la colombiana, pero para muchos individuos en Colombia, Venezuela y la frontera eran una forma de estar mejor que quedándose en Colombia. Y eso, para muchos venezolanos, era una invasión: el colombiano que se aprovecha de los subsidios y de las cedulaciones ilegales, y demás.
Pero además sabemos que no todos los colombianos que se iban a Venezuela lo hacÃan para ser menos pobres allá que acá. También muchos huyeron a Venezuela porque fueron desplazados en Colombia. Porque a su tierra llegaron los guerrilleros, o los ejércitos privados mal llamados paramilitares, o terratenientes y avivatos que con jueces comprados se hacÃan a las tierras trabajadas por campesinos más pobres. Muchos de los colombianos en Venezuela no eran migrantes pobres sino desplazados de la violencia.
Y regresamos al contrabando. El contrabando es una empresa ilegal y por ello el contrabandista no cuenta con la protección del estado. Eso hace que el contrabandista, si tiene un problema, deba recurrir a métodos ilegales o entregarle su negocio a actores ilegales. Y de actores armados ilegales está lleno Colombia. No todo contrabandista pertenece a una banda armada ilegal, pero sin duda entre los contrabandistas hay miembros de tales bandas y tales bandas han y siguen pretendiendo sacar tajada de ese negocio.
Y está el narcotráfico, el cual también corrompe autoridades incluyendo a las autoridades venezolanas. Por ahà circula la versión de que el problema reciente comenzó por una disputa entre carteles venezolanos de narcotráfico en los que participan miembros de la Guardia Civil venezolana.

Foto: Vicepresidencia Venezuela
Contenido publicado originalmente por teleSUR
La situación es mucho más compleja que reducirla a que los colombianos deportados son paramilitares que querÃan deponer a Maduro, o que son pobres desplazados de la violencia que ahora son perseguidos allá por motivos polÃticos.
Vemos las imágenes de colombianos que cruzan el RÃo Táchira, y personas que no les importó cuando se fueron ahora apelan al sentimiento patrio para que nos indignemos. Y sÃ, es fácil indignarse por ello. Es fácil sentir nuestro orgullo herido porque nuestros compatriotas no son bienvenidos allá. Y las cámaras enfocan a un niño que cruza con su camión de juguete y quienes tenemos hijos vemos como si fuera en nuestro.
Y me parece mal ello. Cláramente el hecho fue un hecho polÃtico motivado porque Maduro no ve tan claro su próximo triunfo en las próximas elecciones, asà que apela al nacionalismo. Apela a los venezolanos que temen que Colombia exporte su violencia (asà hoy Venezuela tenga Ãndices de violencia superiores a los colombianos). Apela a los venezolanos que han visto siempre a los colombianos como invasores, que no son todos pero sà los hay. Aunque Maduro está en el lÃmite de lo legal y lo internacionalmente admisible, se está amparando en estados de excepción y está realizando sus batidas en formas sumarias y arbitrarias, para producir el mayor efecto mediático posible frente al drama de estos nuevos desplazados. Y todo esto está mal.
Pero algunos de nuestros medios y algunos de nuestros polÃticos apelan oportunistamente a la situación para mostrar sólo una parte: el dolor de patria. Y luego, maniquéamente culpar, más que a Maduro, a nuestro gobierno.
Las raÃces de lo que pasa en Venezuela tiene raÃces no sólo en acciones del gobierno de Santos, sino en los de sus predecesores, incluyendo a Ãlvaro Uribe, Andrés Pastrana y Ernesto Samper, quienes dejaron crecer el problema de los grupos armados ilegales en Colombia, e hicieron poco para evitar del desplazamiento interno y la emigración irregular de colombianos que huÃan de la pobreza o de la violencia. Poco le importó a ellos o a nosotros que tantos colombianos se fueran a Venezuela y esa es una de las razones por las cuales me repulsa ver ahora que quieran vendernos un orgullo patrio herido con la imagen de niños cruzando la frontera.

Santos y HolguÃn han estado haciendo lo que tienen que hacer: buscar los mecanismos bilaterales y multinacionales para minimizar la crisis y ofrecer ayuda a los colombianos que regresan deportados. Salir a hablar mal de Maduro ante los medios puede apaciguar cierto sentimiento de colombiano herido pero no hace mucho, no hace nada para solucionar la crisis, sólo servirÃa para radicalizar la contraparte. No podemos invadir militarmente a Venezuela para prevenir los hechos porque eso no soluciona nada y sà agrava todo. Por mucho que creamos que nuestro ejército es el mejor del mundo no logró Uribe acabar con las FARC y el ELN en 8 años, no vamos a invadir un paÃs de 20 millones de habitantes en dos dÃas, derrocar un gobierno y retirarnos impunes. Realmente no entiendo, los que dicen que Santos no hace nada, qué es lo que quieren que Santos haga. (Que Santos renuncie, dirán algunos, pero entonces, ¿qué es lo que esperan que el sucesor de Santos haga?)
Es maniqueo presentar todo esto bajo la luz del dolor patrio cuando esos medios, esos generadores de memes antisantistas, esos polÃticos, no les importa lo que le pasa a los colombianos que constantemente son desposeÃdos de sus terrenos y sus casas dentro de Colombia. Tres mil colombianos desalojados este año en el Cauca, tres veces los que han sido deportados de Venezuela. No, ellos no importan. Ellos no sirven para generar memes pidiendo la renuncia de Santos o mostrar al Senador Uribe con un megáfono ganando puntos en las encuestas para sus candidatos a alcaldes y gobernadores. Ellos no sirven para generar dolor patrio, comenzando porque ni siquiera los llamamos colombianos: los llamamos indÃgenas.
Lo que está pasando en la frontera está mal. Muy mal. Es culpa inmediata del gobierno de Nicolás Maduro y su necesidad de mantenerse relevante dentro de una Venezuela en crisis. Y es culpa también de nuestros gobiernos, incluÃdos el pasado y el actual, asà como los gobiernos de Venezuela, por haber permitido que esa situación compleja se diera en primer lugar.
Pero no me pidan que me una a un discurso patriotero que apela a sentimientos manipulados.