Colectivos de individuos


Pasa un insuceso, como el de Yuliana Andrea Samboní y la novela de su sindicado perpetrador Rafael Uribe Noguera. Todo el mundo se indigna, y no es para menos. Esos casos no deben pasar. El secuestro, abuso y muerte de Yuliana es un hecho que no debe pasar ni tiene justificación alguna. En un estado de derecho un presunto delincuente debe tener garantías procesales, pero en una democracia no es admisible que los apellidos se conviertan en excepciones que brinden privilegios extraordinarios. De todas las orillas ideológicas no he visto la primera justificación hacia la suerte de Yuliana: la opinión pública la condena unánimemente.

Lo que sí he visto es la apropiación del hecho como caballo de batalla de muchas otras causas. Hay quien no puede decir «condeno el asesinato de Yuliana» sin convertirlo en «condeno el asesinato de niños natos y no natos». Hay quien no puede decir «rechazamos los privilegios de Uribe Noguera» sin anteponer el rechazo a la supuesta impunidad a las FARC. Tal vez, yo mismo, al usar el hecho como entrada a este artículo, me estoy aprovechando de él.

En este caso, de todas las apropiaciones, la que menos me molesta es la hecha por activistas feministas y similares. El hecho en sí: secuestro, violación y muerte de una menor de edad, es muy acorde a su causa. Podemos discutir si el concepto de violencia de género es válido o no, o si aplica a este caso o no, pero englobar este caso bajo su bandera no es oportunismo.

esperanza-gomezPasemos a otro caso. Hace un par de días, la estrella porno colombiana Esperanza Gómez se dejó manosear en un desfile en Yopal. Hay un video donde se muestra cómo uno de los asistentes le mete la mano por su vagina desnuda sin que la modelo y actriz se inmute. El debate aquí lo vi dentro del seno del movimiento feminista. Por un lado hay quienes consideran que Esperanza Gómez está en su pleno derecho de aceptar ese trato. Es ella, como mujer, quien toma una decisión y como tal no debe ser juzgada. Por otro lado otras voces condenan el hecho. Su acción perpetúa el concepto de la mujer como objeto de deseo carnal del hombre y el derecho que los hombres se arrogan al uso de la mujer. Aun cuando Esperanza Gómez no sea una victima (algunas aseguran que sí), potencia el que haya víctimas, como Yuliana, producto de un hombre que se creyó con derecho sobre ella.

El diálogo que he visto, entre feministas y mansplainers, o entre feministas pro y anti-prostitución, etc. parece a veces un diálogo de sordos. Cada parte tiene una opinión pero, sobre todo, invalida completamente la opinión de la otra parte porque ellos son incapaces de entender el punto; porque ellos son incapaces de ver la evidencia.

Los seres humanos somos animales racionales y sociales. Cada uno de nosotros se entiende desde lo individual y desde lo colectivo. Tomamos decisiones desde y sobre lo personal, y desde y sobre lo colectivo. Una pregunta válida es si lo individual incide sobre lo colectivo o lo colectivo sobre lo individual; o, más bien, si predomina la incidencia de lo individual sobre lo colectivo o predomina la incidencia de lo colectivo sobre lo individual.

No sé si es posible una respuesta definitiva. Pero sí hay dos concepciones mentales diferentes entre quienes creen que lo determinante es lo colectivo y quienes creen que lo determinante es lo individual. Podemos llamarlos mentalidad colectivista y mentalidad individualista. Cuando vemos la realidad y la interpretamos para comprenderla, nuestra mentalidad colectivista o individualista incide en esa interpretación. La otra interpretación, normalmente nos parecerá ajena, producto de la ignorancia o de una agenda.

Una aclaración, antes de seguir. Toda persona medianamente versada entiende que existen responsabilidades individuales y que nuestros actos individuales están enmarcados en un trasfondo cultural (colectivo) y tienen repercusiones sociales (colectivas); y en asuntos puntuales, una persona que muestra una mentalidad individualista puede tener una lectura colectivista o viceversa.

En la mentalidad individualista, se considera al colectivo (la sociedad, la cultura, el sistema) como una simple agrupación de individuos y al estado como un grupo de individuos que ejercen control sobre otros, y el papel del estado (si se acepta), es preservar las libertades individuales. Cada individuo es responsable de sus actos (salvo que haya sido coaccionado). Rafael Uribe Noguera es responsable de secuestrar, violar y asesinar a una niña. Él no podría defenderse diciendo que la sociedad lo abandonó, o que la cultura machista lo hizo así y que una familia que lo sobreprotegió no le permitió aprender a asumir sus responsabilidades. Puede ser que esto haya pasado pero no es una defensa. Si se encuentra que el fue el perpetrador el es el principal y único responsable. Esperanza Gómez es responsable de subirse a esa tarima y permitir que la manosearan. Dejarse manosear no es un delito, por lo tanto ella no es culpable. El tipo que la manoseó es responsable de sus actos. Como no hubo denuncia de abuso, no es legalmente culpable de los hechos registrados. A menos que se compruebe que Gómez es una víctima coaccionada (p. ej. su agente la obligó a subirse a esa tarima y a permanecer sonriente mientras la manoseaban) ahí no hay un hecho punible.

En la mentalidad colectivista, el individuo es un producto del colectivo y los actos del individuo ayudan a preservar el sistema del colectivo o a cambiarlo. Todo acto individual es producto del colectivo y tiene consecuencias sobre el colectivo, y son válidos o no de acuerdo a estas consecuencias colectivas. El estado es parte del sistema y su papel es preservar el sistema o servir de catalizador para el cambio del mismo. Antes que su responsabilidad individual, Rafael Uribe Noguera representa a una sociedad que permite que esos hechos pasen. El castigo que merece Uribe Noguera no es tanto por las acciones de su libre albedrío sino porque representarían un mensaje de que esas conductas no deben permitirse: la sociedad debe mutar de ser un colectivo donde tales conductas pasan, a un colectivo donde esas conductas se condenan. Por su parte, Esperanza Gómez es responsable de perpetuar este tipo de colectivo perverso. Al venderse ella como un objeto (asumiendo que sí es ella y no una imposición de su agente, en cuyo caso ella también sería víctima del sistema) perpetúa la noción de que la mujer es un objeto a servicio de la masculinidad. Perpetúa la noción de que el macho tiene derecho sobre el cuerpo de la hembra.

Ambas mentalidades condenan a Uribe Noguera. Una por que lo responsabiliza de sus actos individuales. La otra por lo que esos actos representan. Ambas mentalidades condenan los primeros intentos de la familia y allegados de minimizar los hechos. Una porque no le permiten al perpetrador asumir su responsabilidad. La otra porque muestran cómo el sistema permite la impunidad y esa es una parte perversa del sistema que debe demolerse. En este caso ambas mentalidades coinciden en lo que hay que hacer y, si acaso, discutirán sobre las arandelas. Arandelas tales como qué exactamente significa que ese caso será tratado como un caso de violencia de género.

En otros casos, como el de Esperanza Gómez, ambas mentalidades chocan entre sí. Incluso en personas que comparten una misma causa, como el feminismo, la mentalidad individualista y la mentalidad colectivista dan lecturas completamente diferentes.

individualism-vs-collectivism-pictureAhora. Usé las palabras individualista y colectivista en gran medida porque cuadran en el objeto del énfasis, pero también porque ambas suenan mal, sobre todo suenan mal a quien tiene la mentalidad contraria. El individualismo se relaciona con egoísmo. Es anteponer nuestro propio individuo sobre el bien colectivo. El colectivista ve al individualista como a alguien que antepone su bienestar individual sobre el bien común. Por otro lado el individualista ve al colectivista como a alguien que se opone a los derechos individuales y a la propiedad privada. Alguien que expropia, es decir que roba a nombre de un estado, o que niega la identidad individual para pasar una agenda colectiva.

Por ello, quien tiene mentalidad individualista no le interesa entender que su contraparte en la discusión solo tiene un punto de vista diferente. Su contraparte es un colectivista; es decir, un marxista cultural, un expropiador, un ladrón a nombre de un supuesto bien común; o un idiota útil al servicio de asesinos y ladrones.

Por ello, quien tienen mentalidad colectivista no le interesa endender que su contraparte en la discusión solo tienen un punto de vista diferente. Su contraparte es un individualista; es decir, un egoista que antepone sus intereses particulares por encima del bien común y por lo tanto un ignorante que perpetúa las perversidades del sistema.

Desde luego esta es una sola de las muchas dimensiones sobre las que nos movemos los seres humanos y nuestras diferencias ideológicas. Si creemos o no en la existencia de un orden natural. Si creemos o no en la necesidad de un estado. Si creemos que las sociedades deben adaptarse a los individuos o los individuos a las sociedades. Si deben primar los acuerdos entre personas libres o si debe primar la voluntad divina. Si las diferencias deben preservarse o deben abolirse y cuáles diferencias deben preservarse o abolirse. En fin.

Pero, tal vez la próxima vez que entres al debate no asumas que tu contraparte está equivocada, o es un ignorante/un idiota útil; o es perversa. Tal vez, simplemente, ve al mundo bajo una mentalidad diferente.


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