En 1989 estuve en Brunswick (Baja Sajonia, Alemania Federal), a menos de 50 km de la frontera con la República Democrática Alemana. Al finalizar ese verano, un gran grupo de turistas de Alemania Oriental en
AustriaHungrÃa, se reusaban a regresar a la República Democrática y se apostaban en la frontera de Alemania FederalAustria. Antes de terminar el año, el muro de BerlÃn caÃa. Estando en Brunswick no vi nada. No noté nada. Recuerdo que el equipo cubano estaba tramitando permisos para ir a la frontera y pisar territorio de Alemania Oriental, compañeros de bloque geopolÃtico. Nada en el ambiente me hacÃa pensar que el fin del bloque soviético estaba cerca. Es más, cuando ocurrieron los hechos en Austria y BerlÃn, no recuerdo ninguna sensación de que eso haya sido tan poco después de yo haber estado allá cerca.
En los meses que siguieron, varios paÃses de la cortina de hierro empezaron a derrocar a sus gobiernos comunistas y acercarse a occidente. Checoeslovaquia y HungrÃa, creo que lo hicieron pacÃficamente. En Rumania hubo muchos más problemas. La propia Unión Soviética empezó a desintegrarse por los balcanesel Báltico, con algo de vientos de guerra.

Eso sonaba lejano desde Colombia. Pero en agosto de 1990 llegué a Estocolmo, un puerto en el mar Baltico al frente de esas repúblicas de Estonia, Letonia y Lituania que se estaban separando de los rusos. Ahà no más. Ya no era algo lejano.
Cruzando el Báltico, pero hacia el sur, estaba Alemania reunificándose.
Irak invade a Kuwait. Recuerdo al equipo kuwaità en las olimpiadas de matemáticas de 1989 (en Brunswick). Dos de mis compañeros de clase de sueco eran iraquÃes. Hay cierta sensación de cercanÃa frente a lo que está pasando por allá, y la guerra que sigue cuando Saddam Hussein no acata el ultimatum de George Bush (41), guerra transmitida por CNN.
Verano de 1991. Viajando en tren por Europa, con unos amigos, llegamos a BerlÃn. Apenas un leve rastro de la Alemania Democrática, en el contraste entre la estación central de trenes de BerlÃn (occidental) y la de Alexanderplatz (BerlÃn oriental). El muro habÃa caÃdo hace menos de dos años y en la Puerta de Brandenburgo ya no habÃa rastros del mismo. De BerlÃn querÃamos ir a Viena, pero tocaba pasar por Checoslovaquia. Ya no era comunista pero aún se sentÃa que era Europa Oriental. Por los 36 dólares de la visa nos hubieran dejado pasar. Viéndolo en retrospectiva hubiera pagado los 36 dólares y hubiera visitado Praga, pero como el plan era sólo transitar para llegar a Viena, con mis compañeros decidimos devolvernos.
Regresé a Estocolmo y las noticias no paraban. La vieja guardia militar soviética intentó un golpe de estado contra el gobierno de Gorbachov. El presidente ruso Boris Yeltsin lideró la oposición al golpe. La Unión Soviética ya estaba sentenciada. El remate: Yeltsin y sus homólogos de Ucrania y Bielorrusia (hoy Belarús) se reunen y en diciembre declaran que la Unión Soviética ya no existe.
Pero mientras se desintegraba la Unión Soviética, también empezó a disolverse Yugoslavia.
Primero fue Eslovenia. Las cámaras de CNN y otros medios viendo cómo los soldados eslovenos se enfrentaban a los yugoslavos. Eso no era la guerra del golfo donde se veÃan bombardeos a la distancia. Aquà lo que se veÃan eran las calles, con señales de tránsito muy parecidas a las que veÃa a diario. Se veÃan y se entrevistaban soldados de ambos bandos. Pero la separación de Eslovenia fue pacÃfica frente a lo que se venÃa: pronto el turno fue para Croacia y ahà la cosa se puso complicada. El mundo en vilo cuando el ejército yugoslavo atacaba a la histórica Raguza (Dubrovnik). Pero Croacia no fue nada frente a lo que venÃa: Bosnia-Herzegovina.
En 1992 alguien alguna vez me invitó a una reunión. Era un grupo llamado algo asà como Comité Promotor del Boicot a Sudáfrica. La reunión de ese dÃa tenÃa como objetivo hacer una declaración y considerar un cambio de nombre, porque acababan de liberar a Nelson Mandela y ya se estaban dando pasos para eliminar el Apartheid. De promover el boicot a Sudáfrica ese grupo estaba considerando ya entonces apoyar el proceso de cambio.
Todos esos hechos los presencié por televisión, sobre eventos que pasaban cerca de donde vivÃa o habÃa estado, o en los paÃses de personas a quien yo conocÃa. El mundo cambiaba ante mis ojos. La historia estaba viva y presente.
El ambiente de esperanza con la caÃda de la Unión Soviética, y los horrores de Rumania y Bosnia. Repercusiones en Colombia como la desmovilización del M-19 y el proceso de esperanza de la séptima papeleta, en medio de los asesinatos de Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro Leongómez, y Bernardo Jaramillo. La constitución de 1991.
Cuatro años después de mi visita a Brunswick, el mundo era otro. ¿Mejor? ¿Peor? Al menos diferente.
Luego vendrÃa el 11-S (9-11) y otros cambios. El discurso mundial gira en torno al concepto de terrorismo y nuestros terroristas locales serán las FARC.
Fast Forward a la primavera de 2011. La primavera árabe. La primavera española (movimiento Indignados). Los movimientos de Occupy. Igual, la esperanza. Ver cómo varias autocracias árabes como la de Tunez caÃan pacÃficamente. Otras como la de Egipto menos pacÃficamente. Siria… ya van siete años y eso aún no termina.
Y, de repente veo anoche el saludo entre los presidentes Moon Jae-in, y Kim Jong-un. SÃ, Kim y Trump habÃan sorprendido al inicio del año con un cambio en el lenguaje, pero la reunión de Moon y Kim me toman completamente de sorpresa. Y por el momento, creo que es una agradable sorpresa.

3 respuestas a “De Moon y Kim”
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