Leo la historia de Muhamed Kuno y los ataques que ha perpetrado desde Al Shabaad, el grupo extremista musulmán que actúa en el cuerno de Ãfrica. Muchos querrán decir que no es la religión, ni es el islam. Y sÃ, la espiritualidad religiosa en general y muchas religiones no ofrecen manifestaciones de violencia en la escala que vemos en la actual ola de yihadismo. SÃ, budistas han participado en masacres contra población musulmana en Birmania (Myanmar) y si examinamos con lupa sin duda encontraremos algún confeso de cualquier creencia cometiendo un acto de violencia gratuita contra otro ser humano. Pero esos budistas birmanos no están siguiendo las enseñanzas del Buda cuando cometieron esos actos, asà como los católicos terroristas del IRA no atentaban contra las autoridades del protestante Reino Unido por defender aspectos doctrinarios de la fe o por autoridad del Papa. Si bien en Irlanda del Norte habÃa una diferencia religiosa entre los bandos, esta diferencia era más incidental que causal. La diferencia de fondo era polÃtica y en el conflicto birmano hay también un componente étnico.
No todo acto contra la humanidad cometido por el seguidor de una religión es un acto religioso, y como tal no todo acto contra la humanidad cometido por el seguidor de una religión es culpa de la religión. Ni de las religiones en general, ni de la denominación religiosa en particular.
Pero esto no significa que todo acto de barbarie sea primordialmente polÃtico o étnico.
La motivación primaria de Kuno y sus seguidores no es polÃtica. La motivación tras el atentado contra Charlie Hebdo, la motivación de los ataques de Boko Haram en Baga, Nigeria, la motivación de los ataques a El Bardo en Túnez, etc. no es primariamente polÃtica. Quienes actúan ahà son personas que derivan sus motivaciones directamente del Corán y los hadices y la parte polÃtica de su motivación es la imposición de una teocracia bajo la charÃa.
Esto no significa, desde luego, que el islam sea el culpable ni que todo musulmán sea un terrorista en potencia. Hay un gran espectro de creencias en el islam. En los EE.UU. viven entre dos millones y dos millones y medio de musulmanes (0.6% de la población) y la taza de delitos graves cometidos por los musulmanes es probablemente un poco inferior a su proporción. Si bien en la población carcelaria cerca del 20% son musulmanes, esto se debe principalmente a conversiones dentro de la prisión, conversiones que en la mayorÃa de los casos disminuye la probabilidad de reincidencia frente a la población no conversa. Esto significa que para un grupo importante de la población, la conversión al islam es un paso positivo desde el punto de vista de la civilidad. Algo que produce mejores ciudadanos.
Pero también produce extremistas.
Es la importancia que cada uno le da a un verso especÃfico del Corán o a un hadiz. A buscar la armonÃa personal y la convivencia gracias al amor de Dios o a imponer a la fuerza el reinado de ese mismo Dios limpiando la tierra santa de infieles y vengando las afrentas al profeta.
En la Universidad de Garissa, donde Muhamed Kuno habÃa sido profesor, murieron 147 personas, en su mayorÃa estudiantes cristianos. Sucios infieles, desde el punto de vista de Kuno y sus seguidores. Pero no sólo cristianos. Cualquier musulmán que no se supiese lo suficientemente bien algún verso del Corán o cualquier persona, sin importar su religión, que les dijera algo, que reprobara lo que estaban haciendo, que saliera corriendo, era también una vÃctima.
147 personas asesinadas. Estudiantes. Personas que se preparaban para buscar un mundo mejor.
Hoy veo a muchas personas quejarse porque esos 147 universitarios no generaron la misma indignación de los caricaturistas muertos en ParÃs. Se habla de racismo, de que unos muertos valen menos que otros. No falta quien se queja de que en la mentalidad progresista actual, los unos valen más por ser progresistas y los otros menos por ser cristianos.
Pero la verdad es que somos seres que nos movemos por el ruido. Que dedicamos más tiempo a discutir si un vestido es blanco o azul que por los caricaturistas de Charlie Hebdo.
Personalmente presté poca atención a la masacre de Ayotzinapa. Poca atención a los sucesos de Baga. Casi desapercibido para mà estuvieron los sucesos de Peshawar donde 148 estudiantes murieron. Y no sólo fue un muerto más que en Garissa, sino que en su gran mayorÃa, 132, fueron niños. 132 menores de edad asesinados por los talibán con el único objetivo de que la población paquistanà general, la que vive fuera del conflicto, sienta que hay un conflicto.
Pasaron desapercibidos porque no hubo quien hiciera el ruido suficiente. Porque siempre hay algo más que genera conversación: desde la camisa de un cientÃfico que anuncia que una sonda espacial se posó sobre un cometa, a la indignación porque dos muchachas impiden cerrar las nuevas puertas anti-colados de la estación de Transmilenio de la Calle 57. Estamos tan inundados de mensajes que no podemos estar atentos a todo lo que merece nuestra indignación. Entonces nos indignamos por los que no se indignan con lo mismo con lo que nosotros nos indignamos.
Y acusamos a quienes usaron el #JeSuisCharlie porque no usan también el #JeSuisKenyan. Aunque diera la impresión de que la queja no es realmente porque no usan el #JeSuisKenyan sino porque sà usaron el #JeSuisCharlie. No se trata de que 147 keniatas muertos pesen más o menos que 12 franceses. No se trata de razas ni de número de vÃctimas. Por número, 150 personas murieron en los Alpes por culpa del narcisismo y deseo de grandeza de un copiloto. 149 si descontamos al victimario suicida. Tal vez los medios han hablado más del vuelo de Germanwings y del historial clÃnico del copiloto que de la masacre de Garissa, pero creo que no es tanto una cuestión de raza o de número de muertos sino de morbo y de qué historia es más vendible.
Digo, hace años que no pongo a cuenta propia la W, pero puedo casi que escuchar la voz de Julio Sánchez Cristo indagando el más sórdido detalle de la vida e historial médico de Andreas Lubitz que de por qué Dulyadin Gamadhere se convirtió en Muhamed Kuno. Simplemente la primera historia tiene más piel.