Placeres culposos y vicios sociales


Lo confieso: no fumo, no bebo, pero soy un adicto a Facebook.

Llevo más de doce años metido en Internet y a lo largo de todo este tiempo he pasado por distintos vicios. En algún momento me encarreté con las listas de correo y con Usenet. El último par de años se los he dedicado a la Wikipedia. Durante este tiempo Internet y sus servicios han sido una forma de contactar personas con las que comparto algún tipo de interés común, no todos plenamente compartidos por las personas de carne y hueso con las que me relaciono en la vida diaria. Para una persona de personalidad introvertida como yo, al mismo tiempo que me aislaba de ciertas personas, me permitían desarrollar una actividad social que nunca hubiera alcanzado por medios tradicionales.

Pero ninguno de esos vicios se compara al Facebook. El concepto de las redes sociales por Internet es muy interesante. Es algo que ya venía sucediendo: los chats de las emisoras de radio, las listas de correo, Usenet, los blogs, etc. conectaban a personas de distintas partes del globo con algún interés común, y a personas conocidas por los medios tradicionales (el compañero del colegio, el vecino, el amigo del amigo) para mantener el contacto aún cuando la distancia física los separara.

Luego vendrían los sitios dedicados a las redes sociales: Myspace, Hi5, Linked In, etc.

Estos sitios concentran el aspecto social derivado de los demás espacios. Se basan en que cada persona tenga un espacio (un perfil) donde se presentan a ellos mismos, compartiendo más o menos información (fotos, biografía, hoja de vida, bitácoras, etc.) y permitiendo contactar y ser contactado, y permitiendo desarrollar los otros intereses, también.

Mi contagio comenzó con Hi5, pero Hi5 era un placer culposo. El esquema fue pensado para los adolecentes de la era del Internet que querían hacer un montón de amigos virtuales y dentro de ese concepto, pasados mis treinta años, no me ofrecía mayores expectativas salvo mirar fotos de las amigas de los amigos. No muy distinto a ver “Así es la vida” o “El Gran Hermano” en televisión, o a camuflar una torta de chocolate cuando debo convencer a mi doctor o a mi esposa que estoy cuidando mi dieta.

Pasé por Linked In. Una red social con un concepto radicalmente diferente: buscar y mantener los contactos profesionales con el objetivo de buscar oportunidades de negocio o de empleo. Las fotos de las fiestas y de los paseos se reemplazan por hojas de vida. El primer nombre o el apodo se reemplaza por el nombre completo. Es más serio… pero por ello mismo le falta el picante. Linked In se puede manejar abiertamente, sin esconderlo de los jefes o de los amigos, pero por otro lado no envicia.

Las redes sociales pululan hoy en día. Tanto escuché hablar de Myspace que me inscribí hace meses y nunca le encontré el chiste. Mi red de amigos allá es nula. Igual, con dos redes sociales de conceptos diferentes (hacer amigos / mantener contactos) todo era suficiente para mí, así que normalmente ignoraba todos los demás pedidos de entrar a otros sitios de contactos.

Hasta que caí en las garras del Facebook. Supe que varios amigos habrían formado un grupo allá y entré con ese propósito específico… y no pude salir. No he podido salir. Facebook es un vicio social. Es como dejarse atrapar del alcohol o del cigarrillo: nadie te va a juzgar por consumirlos, particularmente si no lo haces a deshoras, pero es un vicio. Es un Hi5 sin el elemento culposo, es un Linked In con picante, es, en fin, el vicio social que nunca tuve.

Y como un buen bebedor o un fumador diría: no lo condeno. No les advierto del problema. Todo lo contrario, los invito a compartir este placer.

Venid a mí, sed mis amigos, compartid mi vicio.


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